lunes, 25 de julio de 2011

Cuernos, de Joe Hill


Ignatius Perrish ha pasado por un infierno durante el último año. Asesinaron y violaron a Merrin, su novia, justo un año atrás, y le acusaron de ello. Todo el mundo le creía culpable, pero no pudieron demostrarlo porque las pruebas se perdieron en un incendio. Anoche fue a emborracharse y olvidar todo eso, y lo consiguió, se emborrachó a base de bien porque por la mañana tiene una resaca horrible, y al mirarse en el espejo, además, descubre que le han salido cuernos. Y éstos tienen un curioso efecto en la gente, hacen que le cuenten sus más oscuros secretos, la verdad más profunda que no son capaces ni de revelarse a sí mismos. ¿Le servirá a Ig Perrish este poder para descubrir quién mató a Merrin?


Este libro me ha gustado de principio a fin. Los cuernos aparecen en el primer párrafo, y a partir de ahí te empieza a desgranar la historia, casi desde el final hasta el principio, en este orden. Porque Ignatius Perrish quiere averiguar quién mató a su novia, pero para poder entender quién era ella, y quién era él, y lo que representaban el uno para el otro hay que remontarse a cuándo se conocieron, cuando apenas eran unos niños. Y gracias a la narración de cuando Ig y Merrin eran adolescentes y se conocieron, luego se entienden muchas cosas. Porque este libro trata sobre la transformación de Ig en demonio, pero también trata de los demonios interiores que tenemos cada uno de nosotros, de las relaciones personales que tenemos, con nuestras familias y amigos, y de la vida misma en realidad. Es una historia fantástica, por el elemento sobrenatural que suponen los cuernos, pero en profundidad es una historia real, triste, de un asesinato y su venganza.

La narración me ha parecido espectacular. Sencilla, sin grandes artificios, consigue meterte en la historia de golpe, como si cuando abrieras el libro una mano te arrastrara hacia dentro, porque en cuanto leía unas frases mi mente ya estaba en Gideon, el pueblo donde sucede todo. No abunda en descripciones, ni físicas ni del entorno, lo que hace más ágil la lectura, y maneja con soltura los diálogos.

Los personajes tienen fondo, profundiza mucho en su psicología, en cómo son por dentro, sin los muros que erigimos todos debido a la vida social. De modo que los ves tal como ellos saben que son en su intimidad, no cuando se engañan a sí mismos, sino cuando la mentira se ha quedado fuera del escenario. Y la evolución del personaje principal, Ig Perrish me ha encantado. De niño bueno a demonio. Pero no de repente. Primero pasa una fase de negación, incluso cree que tiene un tumor en la cabeza que le hace ver alucinaciones, hasta que poco a poco, y debido también a las verdades que va averiguando por el camino, va convenciéndose de que se está convirtiendo en demonio, y como tal actúa.

El tema del mal está tratado de forma diferente, cosa que me ha encantado. Aquí es el protagonista el que se está convirtiendo en demonio, en el malo. Pero a medida que vas leyendo no tienes tan claro ni que Ig sea el malo, ni que lo sea el demonio. Y los buenos realmente no lo son tanto. Esto lo descubres al final, un final redondo, a mi modo de ver.

Hay una parte en la que Ig hace evangelio sobre el mal. Me encantó este párrafo:

—Que el alma debe ser protegida para que no se arruine o consuma es una cuestión de fe —dijo—. Cristo en persona aconsejó a los apóstoles que desconfiaran de aquel que terminaría por destruir sus almas en el infierno. Yo ahora os digo que evitar un destino así es una imposibilidad matemática. El alma es indestructible y eterna. Como el número pi, ni cesa ni termina. Como pi, es una constante. Pi es un número irracional que no se puede fraccionar, indivisible. Del mismo modo el alma es una ecuación irracional e indivisible que expresa a la perfección una sola cosa: uno mismo. El alma no tendría valor para el diablo si pudiera ser destruida. Y cuando Satán la toma bajo sus cuidados, no se pierde, como muchos afirman. Satán sabe muy bien qué hacer con ella.

Me hizo gracia la referencia al número pi (evidentes los motivos), pero también me gustó la visión que expone del alma.

Joe Hill es hijo de Stephen King. Esto hace inevitable las comparaciones. Yo no quiero caer en este mal, en comparar, porque entiendo que son dos personas distintas, dos escritores distintos, pero sí que es verdad que se nota la influencia de King en la narrativa de su hijo. No es algo totalmente evidente, no es una copia de estilos, de hecho creo que el estilo es distinto. Es un aire que se da, más en el fondo que en la forma. También opino que es normal, es hijo de dos escritores y se habrá quedado con un poco de cada uno. No de forma consciente, claro, pero en ambos tendrá (digo yo) un modelo que admirar.

Desde luego Joe Hill se ha ganado, por derecho propio, un lugar en mi estantería (ya sea física o virtual). Ya me gustó “El traje del muerto”, pero con “Cuernos” se ha superado.


Cuernos
Joe Hill
Editorial Suma de Letras
460 páginas
(Lectura digital)

lunes, 18 de julio de 2011

Becky espera un bebé, de Sophie Kinsella

Becky está embarazada y su locura por las compras es casi peor que nunca. Pero las cosas le van bien, Luke y ella están más unidos que nunca y están muy ilusionados por el bebé. Hasta que a Becky se le mete en la cabeza que tiene que atenderla Venetia Carter, la ginecóloga de las famosas, recién llegada de Los Ángeles. Pero resulta que también es la novia de la universidad de Luke. Vuelven a hacer migas y de repente todo se vuelve del revés. ¿Estará Luke teniendo un lío con Venetia, o todo será un malentendido, producto de la imaginación desbordada de Becky?

Para ser sincera, no me podría haber leído este libro el año pasado cuando estaba embarazada de mi hija. Qué distintos embarazos, el de Becky y el mío… A decir verdad somos muy distintas en muchas cosas, yo ni soy una loca de las compras ni me gusta la moda. Y desde luego tenía una idea más realista de lo que iba a ser el parto. Pero también tenemos cosas en común. Becky es fantasiosa, se convence de que necesita lo que se va a comprar con argumentos sólidos e imaginativos, y se monta películas en su cabeza solucionando sus problemas. Y casi todos los berengenales en los que se mete le salen bien, aunque no lo parezca en al principio, al final todas esas locuras le sirven para solucionar los temas. A pesar de todo, me ha llenado de recuerdos nostálgicos, de cuando no podía con mi barriga y estaba deseando que naciera mi niña para librarme de pies hinchados y noches sin dormir… (Ilusa de mi…)

En realidad creo que todas las mujeres tenemos algo de Becky dentro, aunque no sea la moda, casi todas tenemos una pasión por la que perdemos la cabeza, sea relacionado con las compras o no. (En mi caso son los libros). Quizás sea esto lo que hace que sea una lectura tan fácil, porque nos sentimos identificadas con el todo o con algunas partes de las locuras de Becky.

Esta entrega de la saga de Becky Brandon (Bloomwood de soltera), es quizás algo más floja que las anteriores que he leído, pero aún así es una serie de aventuras muy divertidas, pese a que a veces la situación no es para reir. He empatizado mucho con Becky, quizás porque mi embarazo está (relativamente) reciente, e incluso en algunos puntos he tenido que contener una lagrimita, y en otros he reído abiertamente. Al final, he recibido lo que esperaba, pasar un rato entretenida sin comeduras de cabeza.



Becky espera un bebé
Sophie Kinsella
Editorial Salamandra
352 páginas
Lectura digital










lunes, 11 de julio de 2011

El tiempo entre costuras, María Dueñas

Sira es una jovencita, aprendiz de modista, que en el Madrid del 34 tiene su vida encauzada. Trabaja junto a su madre en el taller de costura de doña Manuelita, y va a casarse con Ignacio, su novio formal. Pero la crisis atenaza Madrid, y doña Manuelita se ve obligada a cerrar el taller. Su novio la convence para que se presente a las pruebas para ser funcionaria, como él, pero para eso tiene que aprender a escribir a máquina. Y debido a eso su vida da un vuelco de 180 grados. En la tienda de máquinas de escribir conoce a Ramiro, y se ve arrastrada hacia él irremediablemente. Se enamoran, ella deja a su novio y la casa de su madre y se pierde en fiestas y jaranas junto a Ramiro. Y juntos deciden irse a Tánger, donde, al final, Ramiro abandona a Sira. Y ella se encuentra allí, atrapada por los delitos que Ramiro le ha dejado de recuerdo, y por la guerra civil que ha estallado en la península. Tendrá que empezar de cero, recomponerse y hacer lo único que sabe hacer: coser.



Esta novela se me hace un poco compleja para resumir. El resumen simple es el que ya he dejado anotado. Pero la verdad es que la trama se va complicando, enredando, hasta hacer del libro algo que no te esperabas. Esto me ha sorprendido y me ha encantado. Ahora entiendo por qué esta novela está en boca de todo el mundo y por qué hablan tan bien de ella.

Para empezar, es una historia de personajes. Es Sira quien te cuenta la historia de su vida, en una narración sencilla, donde secuencia los acontecimientos según tuvieron lugar en el tiempo. Y el tiempo que le tocó vivir a Sira fue el de la guerra civil, tiempos difíciles donde los haya, y el de la posguerra, quizás aún más complicado. Pero está situado en este marco histórico de una manera muy sutil, muy natural. No hay largas explicaciones acerca de cómo se fraguó esa guerra entre hermanos, ni de cómo se luchó. De manera que te encuentras realmente en Tánger en el 36, con una guerra de fondo, pero de la que te enteras a través de la radio, de los periódicos y de los comentarios de la gente.

Alrededor de Sira giran unos cuantos personajes principales, con los que la protagonista se reencuentra a lo largo del libro. Incluso, al final del libro, te cuenta qué fue de ellos. Esto hace que la historia no quede inconclusa, que todos los hilos que ha ido pespunteando a lo largo de la novela queden zanjados.

A mi parecer, tiene un gran trabajo documental detrás. Se hace notar en toda la novela, aunque, como ya he dicho antes, de una forma muy sutil. El enmarque de la novela es la guerra y la posterior posguerra, pero hace especial hincapié en el primer ministro de exteriores de Franco, Juan Luis Beigbeder, y en su amante, Rosalinda Fox. De esta manera intercala personajes inventados con algunos reales, haciendo de la trama algo adictivo.

En general las impresiones de este libro son todas positivas. Lo principal, una buena historia con personajes sólidos. También está bien narrada, aunque en este punto le pondría un par de pegas. Da la impresión (o al menos a mi me la da), de que va como a acelerones. Pasan muchas cosas muy rápido, (durante la primera parte yo creía que habían pasado años y sólo habían sido ocho meses), y luego se para. Y ese parón te lo hacen saber mediante sólo un párrafo en el que te dice: el tiempo pasaba entre costuras, hilos y demás. (No es textual). Y luego otra vez pasan un montón de cosas, para de nuevo pararse en el tiempo entre costuras. También me ha chocado la intención que la autora ha tenido algunas veces de crear tensión omitiendo el nombre del personaje que iba a entrar en escena en ese momento, cuando para mi era algo obvio. Esto me cortaba el ritmo de lectura, por otro lado muy apacible, muy sosegado, y me hacía salir del libro durante un momento. Y, durante un momento en la lectura, hizo que me perdiera al pasar la voz narradora a otro de los personajes para hacernos saber así de su vida en Madrid. Para mi fue un desconcierto, porque no explica el pase de testigo al principio de esa narración, sino al final, donde dice: “todo esto me lo hizo saber...”.

Pero salvando esos tres pequeños escollos, ha sido una lectura muy satisfactoria. Del tipo de libros que además más me gustan, donde se mezcla realidad histórica con ficción pura y dura, y con una sorpresa argumental, de la que, gracias a dios, yo no sabía nada porque no había leído ninguna reseña del libro anteriormente. Omito esa sorpresa tanto en mi reseña como en el resumen, porque creo que es mejor acercarse a este libro sabiendo que es un gran libro, pero sin más información.

El tiempo entre costuras
María Dueñas
Editorial Temas de Hoy
638 páginas

lunes, 4 de julio de 2011

Rock and Kindle Dreams...

Hace poco, y gracias al dinero que recibí por mi cumpleaños (previamente había dejado claro que quería precisamente dinero y no otra cosa), me he comprado un lector digital. Es un Kindle, de Amazon, y lo pedí por internet. En apenas dos días lo tuve en casa. 
Pero hasta llegar a ese momento en el que, sentada frente al ordenador, le di a la tecla de “enviar” con la misma ilusión de una niña pequeña cuando recibe un juguete, pasé por muchas fases. Y una de ellas (la primera), fue la de rechazo hacia los libros electrónicos. (Cosa que mi marido aún me echa en cara cuando me ve leyendo en el kindle).
Y es que en mi siempre ha existido una dicotomía un tanto extraña, entre la lectora voraz que soy, amante de los libros, de su textura y de su olor, y la loca de la tecnología que llevo dentro. Me encanta todo lo electrónico. Desde bien chiquitita ya me llamaban esos cacharros: un radio casette, un walkman, una consola de videojuegos de cartuchos… A los 15 tuve mi primer ordenador, compartido con mis hermanas, que nos cargamos varias veces a fuerza de tocar y deshacer lo tocado. Cuando salieron los móviles fue ya la locura: de pasar a uno naranja con el que solo podía llamar y mandar mensajes a que la posibilidad de poder llamar sea lo de menos mientras tenga reproductor de música, cámara de fotos y acceso a internet. Entre medias, la nintendo ds, a pesar que casi no juego, un ordenador de mesa y otro portátil, y un ipod. Me encanta lo tecnológico, pero tampoco me vuelvo loca, y dado que una no es rica, pues me voy comprando lo que puedo, sin excederme en pasta.
Pero cuando salieron los libros electrónicos me negué a comprarme uno. Eso de leer en la pantalla no me iba, ya lo había probado con la nintendo, y no era muy cómodo. Es que los libros deben ser en papel. Es que la pantalla te hace daño a los ojos… Todo eran excusas, de una parte de mi cerebro, mientras la otra babeaba como Homer cuando ve una rosquilla. Luego me informé bien. Pantalla de papel electrónico, sin retroiluminación. Nada de daño en los ojos, es como leer una hoja de papel. Tinta electrónica, que cuando se coloca ya no gasta energía. Capacidades varias, dependiendo del modelo. Y un catálogo de libros inmenso a tu disposición. Y cuando mi hermana se compró el suyo, y me lo enseñó y pude probar lo que era un libro electrónico en realidad, ganó mi parte tecnológica de una vez por todas.
Después de un exhaustivo exámen de los dispositivos del mercado, me decanté por el de Amazon, gracias a su calidad-precio. El Kindle es un e-libro barato y con unas prestaciones muy buenas. Es pequeño, pero no escaso de pantalla. Ligero, y con capacidad de 3 gigas. Sin posibilidad de meterle tarjeta de memoria, pero creo que tiene capacidad de sobra. Llevo más de cien libros en él y todavía no he llenado ni un giga. Reproduce mp3 (aunque para eso tengo el ipod) y tiene conexión wifi. También trae 3g gratuito, pero todavía está en pruebas y no funciona muy bien.
Ya he leído tres libros en él, y me estoy leyendo el cuarto. Y he de decir que es comodísimo. Pensé que iba a ser una lectura más artificial, como cuando lees en la pantalla del ordenador, que está bien para cosas cortas, pero que no te vale para una novela (por lo menos para mi). Sin embargo, es como leer la página de un libro, con la ventaja de que no hago ruido al pasar de hoja. Esto me viene muy bien para no despertar a mi peque y continuar con mi vicio de leer en la cama.
Me esperan muchas lecturas más con mi kindle, aunque eso no significa que deje de leer, o de comprar, libros en papel. Pero con el e-libro ahorro mucho espacio, y me haré más selectiva con las compras en papel.