viernes, 21 de octubre de 2011

Rock and Literature Dreams: La Resistencia #1

Lo primero de todo es explicar: este relato está basado en mi vida. Es real. Pero no todo. Cuando escribo tomo la realidad y la exprimo, convirtiéndola en ficción. Por lo que, aunque hay algunas situaciones que son reales, los personajes no lo son del todo. Es decir: cualquier parecido con la realidad es pura mala leche.

LA RESISTENCIA: CAPÍTULO 1. EL RETORNO

Tengo un nudo en el estómago, y solo soy capaz de mirar la hora del reloj del coche. Metida en un atasco importante, y en el primer día de trabajo. Avanzo unos metros. Miro por el retrovisor. De nuevo el reloj. Menos mal que siempre he sido muy nerviosa, y para no llegar tarde he salido con mucho tiempo de antelación. Pero de pronto vamos a hacer tarde como esto no avance. Malditas obras de la nacional.
Miro de nuevo el reloj, suspiro, y toco el paquete de tabaco. Como esto no vaya un poco más deprisa no me va a dar tiempo a fumarme uno antes de entrar. Y lo necesito. No me gusta fumar en el coche, pero... Antes de darme cuenta, y tras otro vistazo al retrovisor, ya he cogido un cigarro y lo estoy encendiendo nerviosa.
Ocho meses sin trabajar. Entre la baja en el embarazo y el tiempo de maternidad. Y justo después de lo que en mi mente llamo “el incidente”. Lo denomino así porque aún no soy capaz de analizarlo. Ni las causas, ni qué pasó en realidad. Si fui tan mala como dicen o fue un cúmulo de circunstancias creado por manos ajenas a mi. Pero de pensarlo se me encoge algo dentro, y no quiero más nervios de los que ya tengo. Avanzamos aún más, ya casi estoy en la intersección que tengo que coger.
Tiro la ceniza por la ventanilla y sigo dándole vueltas a la cabeza. No sé cómo me van a recibir. No sé qué tarea me van a mandar hacer. Tengo una ligera, bueno, más que ligera en realidad, sospecha, pero en el fondo no quiero pensar que vaya a ser así. Supongo que se reunirán conmigo, me contarán qué es lo que va a ser de mi a partir de ahora, el puesto que voy a ocupar y las labores que voy a desempeñar. Tiro el cigarro justo en el stop donde tengo que girar y enfilo ya sin atascos hacia la nave donde está la empresa. Al final sí que me va a dar tiempo a fumar otro cigarro después de todo.
Cuando cruzo la puerta de la empresa una sonrisa se pone en mi cara. Es falsa, por supuesto, provocada por los nervios, pero nadie parece darse cuenta. No hay mucha gente en recepción, sólo el guarda de seguridad (segurata para los amigos), y Mentxu, la recepcionista. Ambos me saludan con efusividad, me preguntan por mi pequeña, y por mi. Tras las mentiras habituales (todo bien, todo estupendo, genial, me alegro de verte, estás más delgada), me apunto la hora de entrada y me dispongo a cruzar la puerta hacia el infierno. Casi puedo ver las llamas saliendo por debajo de la puerta.
Antes de que pueda cruzarla, y de que en mi mente me convenza de que no es el infierno, que tan solo es un almacén más como otros tantos, baja por las escaleras Leticia, de Recursos Humanos. O Recursos Inhumanos, como a mi me gusta llamar al departamento que lleva ella. Departamento por llamarlo algo, porque están ella y su ordenador. Me sonríe, mostrando mucho los dientes. Casi me hace creer que se alegra de verme y todo.

- ¡Valen! ¡Qué alegría! ¿Cómo va todo? ¿Qué tal tu peque?
- Bien, gracias – creo que mi sonrisa también consigue colar. - Está enorme ya.
- ¿Ya empiezas? Qué pronto se ha pasado... ¡Bienvenida!
- Gracias.

Y tras la breve conversación, ella se mete al despacho y yo al infier..., digo, al almacén.
Es curioso, la última vez que hablé con Leticia, las dos sentadas una a cada lado de una mesa, ella me amenazó sutilmente con una “carta” que llevaba mi nombre. Sería genial como actriz, casi me trago que se alegraba de verme y todo.
Dentro del almacén veo más caras conocidas. Todas se sorprenden de verme. Y algunas hasta se alegran, pero esta vez de verdad. Saludo con la mano a algunas, y voy directamente hacia Geli (absurdo diminutivo de Ángeles), que ahora es mi jefa intermedia.

- Hombre, Valen, ¿qué tal? ¿Preparada?
- No. - ¿Para qué voy a mentir?
- Geli se ríe. 
- Bueno, mujer, no será para tanto. No sé si lo sabrás, pero vas a preparar pedidos. Hoy te voy a poner con África, que te va a hacer un pequeño recuerdo de cómo va ésto, y luego ya tú sola. Si necesitas algo, puedes contar conmigo.
Su mirada era intensa, como evaluándome. Y como queriendo decir más de lo que decía con las palabras. Era lo que me temía, pero no esperaba que me lo dijera Geli. Esperaba a Leticia, que ha tenido la oportunidad en la recepción. O a José Miguel, el actual jefe de almacén, al que aún no he visto.

- Espera aquí mientras llamamos a África. Y dime, ¿sorprendida?
- Si te digo la verdad, no. Me lo esperaba. Pero nadie me ha dicho nada.

Mientras espero, aparece José Miguel, que me saluda. Otro falso que parece que se alegra.

- Luego hablamos – Me dice, y se va con prisas.

Pero la realidad es que no hablamos. El día transcurre rápido. Casi ni me entero de los minutos. Mucho menos de las horas, y son sólo cinco las que tengo que hacer. África me recuerda cómo se hace el trabajo, y me mira con cara de circunstancias.

- No puedo evitar sentirme extraña enseñándote – me dice.

Y no es raro. Hace un año era su jefa intermedia y ahora ella me enseña a hacer lo que yo dirigía. Mientras, las compañeras se acercan a saludar y hacen la pregunta de rigor. “¿Cómo es que estás preparando? Qué fuerte...”
Yo sonrío como si no me importara. Aunque la verdad es que sí me importa. Cuando por fín llega la hora de irme no puedo evitar una lágrima. Eso sí, en el coche, donde nadie me ve. Me fumo un cigarro con la mano temblorosa y reprimo más lágrimas.
De momento tengo que aguantar. Me digo a mi misma que tengo que aguantar, hasta que salga otra cosa al menos. Tiro el cigarro, y cuando me voy a sentar en el coche advierto que hay un papel enganchado en el limpiaparabrisas. Es una nota, lleva mi nombre. Abro el papel y leo:

“Ha sido un día difícil para tí, lo sabemos. Pero también sabemos que eres fuerte. Y no estás sola. La resistencia está contigo.” 

Está escrito a mano, con una caligrafía cuidada. Debajo de esas pocas palabras, en letras de imprenta dice lo siguiente:

“El mundo ha cambiado. Lo estamos viviendo, o sufriendo más bien. Todos los avances que la humanidad había conseguido en los ámbitos de igualdad social, de bienestar social y de estabilidad se desmoronan poco a poco. Unos pocos provocan el cambio y otros muchos lo consentimos. Porque se aprovechan. Se aprovechan de la debilidad, de la necesidad de sacar adelante a nuestras familias, de la necesidad que supone un techo para vivir. Se aprovechan de la ignorancia, en algunos casos, de la apatía que nos entra al sentirnos oprimidos. Se aprovechan y sacan partido, y así, mientras la gran mayoría nos empobrecemos, nos vemos obligados a endeudarnos hasta límites casi de ciencia ficción, ellos, ese gran ente simbólico que son los empresarios, salen beneficiados y se enriquecen. De este modo, pisándonos a los demás consiguen más dinero, y mucho más poder.
Este es el engranaje que mueve nuestra sociedad actual. Los de arriba pisan a los que tienen inmediatamente debajo. Y éstos a su vez pisan a los que tienen debajo. Y así sigue la cadena. Lo importante es tener a alguien a quien pisar. Y si miras hacia abajo y descubres que no hay nadie, entonces estás bien jodido. Tienes que agachar la cabeza, y decir que sí a todo. Sí a un sueldo miserable. Sí a aceptar horas extras sin pagar. Sí a unas condiciones de trabajo infrahumanas. Sí a barrer el suelo con la lengua si hace falta si con eso consigo llevar un mendrugo de pan a mi casa.
Pero ya está bien. Hasta aquí hemos llegado. Algunas voces se alzan en el silencio para protestar. Aunque inmediatamente son acalladas con amenazas de despidos, o incluso despidos improcedentes. Por eso hay que tomar otros caminos.
Somos los que vemos la situación y queremos denunciarla. Somos los que estamos hartos de mentiras, de filosofías de empresa tan utópicas como irreales. Somos los que, ante los gritos injustos de nuestros superiores, levantamos la barbilla y defendemos nuestra inocencia. Somos los que decimos “hasta mañana” justo a nuestra hora de salida. Somos los que todavía pedimos que nuestros derechos como trabajadores, y como personas, sean reconocidos. Somos el cambio silencioso.
Somos la resistencia.”

Casi por inercia guardé el papel en el bolso y me fui a casa. Cuando llegué, a mi bebé se le iluminó la cara al verme. En ese instante se me olvidó todo lo del día, y comenzó mi verdadera vida.

11 comentarios:

  1. Enhorabuena, escribes de miedo, enganchas muchísimo. Qué ganas de saber más de la resistencia. Muchos besos.

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  2. Me ha gustado mucho este relato, mucho mejor que el primero que publicaste, se nota el paso del tiempo (je je ya leí el comentario de tu hermana de que el otro era de tu adolescencia) y cómo has ido evolucionando a la hora de escribir. Como dice Goizeder, consigues enganchar con la historia. Bsos

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  3. Como ha dicho Carol, se nota mucho el paso del tiempo, la evolución, pero para bien. Los relatos de adolescente cabreada están bien, y sabes que me encantan, pero estos muchísimo más.

    Ya te dije, sin saber que había más partes, que esperaba que hubiese una continuación...

    ¡No nos falles la semana que viene!

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  4. Hola Trescatorce;

    No me voy sin dejarte un comentario. El relato me ha gustado, y también el blog. Si aceptas una crítica constructiva, creo que la fuente elegida dificulta un poco la lectura, al menos a mí me ha costado un poco (quizá estoy un poco cegato)

    Nunca dejes de perseguir tus sueños, suena tópico, pero es algo que quería decirte.

    Te invito a ti y a los lectores a que echéis un ojo a mis relatos y me déis vuestra opinión!

    Saludos desde el otro lado del espejo.

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  5. GOIZEDER: Muchísimas gracias!! No tienes ni idea de lo feliz que me has hecho. (Luego te mando el jamón a la dirección acordada... ;-)). La semana que viene el capítulo 2. Muchos besos!!
    CAROL: Sep, el otro era de cuando escribía más. También estaba más cabreada con el mundo en general. Fíjate que yo no soy capaz de apreciar la evolución, quizás sea como cuando engordas o adelgazas, que tú misma no te das mucha cuenta... Muchísimas gracias!! Besazos!
    LADY: Señora editora, jeje. Está pensado para ser una pequeña serie. Espero que más cortos que éste, que al final se me fue de las manos... Mil gracias por la publicidad!! Besos!!
    VÍCTOR: Bienvenido a mi blog, gracias por tu opinión. Acepto la crítica, y en cuanto tenga un momento cambio la letra. Aunque suene a tópico, en estos momentos es algo que necesito oír, no creas, que he estado a puntito de tirar la toalla... Ya he visitado tu blog, y me encanta! Besos!!

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  6. ¡No había visto que habías publicado otro texto! Lo añado a favoritos para leerlo luego. ¡Un abrazo!

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  7. ¡Hola!
    He llegado hasta aquí gracias a Lady Boheme. Sólo quería decir que me gusta mucho la manera que tienes de escribir, que se me ha hecho un nudo en la garganta y que comprendo perfectamente tu situación, porque muchos nos estamos encontrando en los trabajos con situaciones así. ¡Mucho ánimo y a luchar!

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  8. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  9. ¡Hola!
    He llegado hasta aquí gracias a Lady Boheme. Sólo quería decir que me gusta mucho cómo escribes, que se me ha hecho un nudo en la garganta y que somos muchos los que estamos sufriendo cosas así en los trabajos. ¡Mucho ánimo y a luchar, compañera! :)

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  10. LADY: Tus exigencias han sido escuchadas y serán tenidas en cuenta en un futuro (espero que no muy lejano). Material tengo de sobra, por eso no te preocupes.
    LA BELLE DAME: Muchas, muchas gracias. Siempre me pongo tontica cuando alguien me dice que le gusta como escribo. Y la situación sé que no es única en mi trabajo, sé perfectamente que es general, pero quería darle voz a los que nos enfrentamos día a día con esos malos humos, y que optamos por decir lo que pensamos sin miedo a las consecuencias. Ánimo tú también, que me imagino que estarás en una situación parecida. Por cierto, te he borrado un comentario porque era exactamente igual al anterior.
    Cuando publique la continuación ya te avisaré (o lo hará Lady, que es mi gran publicista). Besos!!

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