martes, 29 de octubre de 2013

El 19 de marzo y el 2 de mayo, de Benito Pérez Galdós


No había leído nada de Don Benito Pérez Galdós, aunque recordaba de mis tiempos de estudiante que fue un gran cronista de la historia de España gracias a sus Episodios Nacionales. Y aunque no lo había leído, ya había prejuzgado que sería denso e insufrible. Un petardo, vaya. Por eso cuando vi el éxito que tuvieron las dos lecturas anteriores que organizó Isi en su blog me quedé tan sorprendida que le tuve que preguntar a mi hermana en varias ocasiones si de verdad era tan bueno y entretenido, o si lo decían en plan irónico.Me afirmó en todas las ocasiones que sí, que era genial. Y me animó a unirme a la conjunta de la tercera entrega de los episodios.
Así que sin haber leído los dos primeros (no suelo hacer las cosas en orden), me sumergí, con algo de miedo (porque no había leído los dos primeros, y sabía que había una línea argumental que unía los libros) en la lectura de los Episodios Nacionales. Y después de haberlo leído, y disfrutado, digo lo que siempre digo cuando leo clásicos: ¿por qué leches no lo he leído antes? Me estaba perdiendo una joya.
Comienza la historia con Gabriel trabajando en la imprenta de un periódico, colocando los tipos móviles para imprimir el periódico. Y enseguida te cuenta algunos antecedentes y lo que le motiva a él en la vida, que no es otra que su amada, Inés, que vive en Aranjuez y a la que va a visitar todos los fines de semana. En una de esas visitas será testigo de excepción de El Motín de Aranjuez, levantamiento del pueblo que acabó con el mandato de Godoy. De vuelta en Madrid, también presenciará en primera persona el levantamiento del pueblo de Madrid contra los franceses. Entrelazada, la historia de Gabriel e Inesilla, que será huesped de unos tíos que la quieren mucho...
Lo primero que debo decir es que me ha encantado leer a Don Benito. Me he hecho fan suya. Hasta le sigo en twitter (sí, tiene twitter...). Según comencé el libro me engancharon sus líneas.
La historia la cuenta el mismo Gabriel, un chaval de 17 años con mucho desparpajo. Intuyo que tiene mucha historia detrás, aunque no la conozco toda, y él algo te cuenta, pero nada demasiado pesado. Pues de sus labios iremos conociendo los hechos, a pie de calle, que acontecieron en Aranjuez el 19 de marzo de 1808, cuando el pueblo, sabiamente manipulado por algunos nobles, se levantó contra el valido Godoy. Aquí ya estoy tan sumergida en la lectura que estoy junto a Gabriel y ese pueblo enfurecido y bruto. Tan bruto, que realmente muchos no sabían muy bien por qué no querían a Godoy en el puesto.
El lenguaje, de la época, es genial. Nada demasiado rebuscado, pero sí con giros interesantes. Y, lo mejor, la manera de hablar del pueblo ignorante está muy bien representada.
Esta parte me ha hecho reflexionar mucho. Aunque me ha parecido un tanto partidista (como me dijo Isi, y qué no lo es), porque parece que defiende a Godoy en contra de la voluntad del pueblo, veo en realidad un pueblo manipulado por intereses más altos de lo que nadie se espera. Y veo también reflejada una realidad que bien podría haber ocurrido ayer. Yo también opino que la masa es un animal sin cerebro, como bien expone Don Benito, y que es maleable como el papel, sabiendo tocar las teclas adecuadas.
Luego viene la parte más ficticia, la historia de Gabriel e Inés, que no por ser inventada me ha gustado menos ni está peor escrita. De hecho aquí Don Benito destila un humor muy peculiar, que adereza toda la historia de manera impecable.
Los Fusilamientos del 2 de mayo, por el maestro Goya

Antes de hablar de la tercera parte, la del levantamiento, me gustaría hablar de los personajes. Todos ellos son, sencillamente, geniales. Aunque hay dos en particular, los Requejos, los tíos de Inés, que quizás estén un poco estererotipados o llevados al extremo para mi gusto, la verdad es que dan tanto juego que entiendo el por qué son así. Y la pobre Inesilla, que parece un poco simple, aunque tiene momentos grandiosos. Hasta los más secundarios, los protagonistas de la batalla del 2 de mayo, son enormes, de carne y hueso.
Y la parte final. El levantamiento del pueblo de Madrid contra los franceses. El 2 de mayo, fiesta en mi Comunidad (y víspera de mi cumpleaños). Lo he dicho ya como un millón de veces, pero lo repito: no volveré a vivir un dos de mayo con indiferencia. Tendré en cuenta que esta fiesta celebra el valor y el coraje de un pueblo que se enfrentó a un ejército con cuchillos, palos y piedras. Y es que está tan bien narrado que me ha parecido que yo también estaba allí, defendiendo mi tierra junto con Gabriel, la Primorosa y los demás. Destacable también es que destaque Don Benito el protagonismo que tuvieron las mujeres en la refriega, que no fue poco además. Lucharon y jalearon tanto o más que los hombres, y eso en un libro de finales de 1800 es de agradecer.
Lo único malo de este libro es su final. Y no porque no me gustara, que sí, me encantó de hecho, pero que te deja en un momento de la historia que hubiera cogido a don Benito de la pechera para gritarle en la cara: ¿y ahora qué pasa? ¡No me puedes dejar asi!
Pasado el momento de furia, reflexiono y me quedo con la duda del destino de los personajes. Hay que leer el siguiente, es imposible no seguir con la serie.
Desde luego Don Benito ha sido para mi el descubrimiento del año. Seguiré con la conjunta que organiza Isi (aunque no sé si podré aguantar hasta entonces), y me leeré los dos primeros, por supuesto. Y animo a todo el mundo a leer los Episodios Nacionales, no sólo instruyen, sino que entretienen, y mucho.

martes, 22 de octubre de 2013

Wilt, de Tom Sharpe


Para la tertulia del Café Gijón, de la que os hablé aquí, se eligió la lectura conjunta de Wilt. Era corto y era de humor. Y fue una elección muy acertada, porque si leyendo no me reí a carcajada limpia (entre otras cosas porque estaba en la sala de espera en el médico), comentando sí que lo hicimos.
Investigando por google leí que esta novela es la precursora del llamado "humor inglés", que más tarde haría más famoso los Monty Pyton. Sé que es un tipo de humor peculiar, cuanto menos, y que no a todo el mundo le hace gracia. A mi sí. Y por eso disfruté como una enana de esta novela, porque una de mis películas favoritas es "La vida de Brian" y aún me río con la escena del gordo que explota en "El sentido de la vida". Puedo parecer simple, pero así soy feliz.
Wilt es un triste hombre (que no un hombre triste) que da clases en una escuela de oficios. Da clase de literatura a chavales que se están formando para carniceros, torneros o secretarias. Es decir, como si habla con las paredes. De nuevo no le han dado el ascenso que lleva diez años esperando. Y eso su mujer, Eva, no se lo perdona. Porque Eva es de armas tomar. Se lanza en picado sobre la filosofía de moda y la exprime hasta que no da más de sí, y entonces busca otra filosofía que exprimir. Le pasa con el yoga y ahora está centrada en la cerámica. Ahí conoce a Sally, una americana que le parece el colmo de la modernidad, y que les meterá, tanto a Wilt como a Eva en apuros.
Si tuviera que resumir esta novela en una sola palabra, sin duda sería esperpéntica. Toda ella, en conjunto y por partes es esperpéntica. Los personajes, las situaciones, hasta la narración. Todo.
Los personajes son geniales. Desde los protagonistas hasta los secundarios. Y todos ellos sacados de quicio. Son como muestras irónicas de lo que representan cada uno: un marido, una esposa, un profesor, un cura. Quizás en ellos he encontrado la única pega (que siempre tengo que encontrar alguna), y es que tiene un punto machista que no me ha terminado de gustar. Sólo hay dos mujeres en la novela (si obviamos una clase entera de secretarias, que además dan mucho juego), y ninguna de las dos es normal. Una es tonta de remate, y la otra una lesbiana reprimida con complejo de pene. Pero claro, si nos fijamos en los varones, no hay tampoco ninguno normal. Y ya no digo el protagonista, pero nos podemos fijar en los inspectores, cada cual más lerdo, o en los profesores, cada uno preocupado por una cosa distinta que nada tiene que ver con lo que se les cae encima. Así que realmente hay empate. Por no decir ya que es un libro escrito en 1979 y que por aquel entonces la sociedad era un poquito distinta de lo que es ahora (y menos mal).
Pero lo mejor, lo mejor de todo, han sido las situaciones en las que se han visto metidos los personajes. Rocambolescas, locas, absurdas. En muchas ocasiones hasta me he tapado los ojos como con vergüenza ajena de la que habían liado.
Entiendo que el humor es algo muy personal (lo sé de primera mano, yo misma tengo un sentido del humor peculiar), pero si os gusta el humor inglés tenéis que leer Wilt, porque lo disfrutaréis y mucho. Y si luego podéis quedar con alguien para comentarlo mejor, porque os reiréis el doble. Y reirse es muy sano.



martes, 15 de octubre de 2013

Trono de Cristal, Sarah J. Maas


Sinopsis (contraportada): El Reino ha convocado a una asesina. Dos hombres la aman. Todo el reino la teme. Pero solo ella puede salvarse a sí misma.
El reino de Endovier ha perdido su esplendor sometido por un rey que gobierna desde su trono de cristal. La única esperanza del reino recae en una joven asesina que ha sido llamada a palacio. Pero la intención de la joven no es matar; la asesina más dura del reino ha acudido para conquistar su libertad.
Te presentamos a Celaena Sardothien.Bella. Letal. Destinada a la grandeza.


Cometí un error gravísimo al elegir este libro para leer justo después de Elantris. Puede que eso haya contribuido a desmejorar la opinión de esta novela, porque en comparación es de mucha peor calidad ésta que Elantris. Aunque intentaré ser lo más objetiva posible.
En general es una novela aceptable, pero bajo mi punto de vista nada más. El argumento es previsible, y un poco más de lo mismo. El príncipe de Endovier hace llamar a su presencia a Celaena, presa en la peor de las cárceles del reino: las minas. Le ofrece un trabajo a cambio de su libertad: ser la asesina del reino. Para ganarse ese puesto, Celaena tendrá que competir con otros candidatos en un duelo que al final sólo dejará a un ganador.
Detrás de esta trama inicial se van perfilando otras tantas, subtramas todas ellas previsibles y con pocas sorpresas. Los personajes son algo superficiales, y la historia de amor a tres bandas demasiado vista.
Pese a ello la lectura es ágil y amena, entretenida. Se lee rápido y es lo mejor que puedo decir del libro. Pero me cabreó llegar al final y darme cuenta de que es la primera parte de una saga. Si lo hubiera sabido antes no sé si lo habría leido, y es que estoy un poco cansada de que todas las historias sean sagas.
En fin, a mi no me ha dejado nada de impronta, es un libro que me ha entretenido mientras he estado con él, pero que tampoco estaba deseando cogerlo para ver qué tal iba. Pero ya digo que mi opinión está influenciada por la anterior (y sublime) lectura. De modo que os lo dejo a vuestra elección.
Gracias a la editorial Alfaguara por facilitarme el ejemplar.

martes, 8 de octubre de 2013

Nuestra Especie, Marvin Harris


Un día no sabía muy bien qué leer, esas cosas que me pasan de vez en cuando, pero con la necesidad urgente de leer algo, que no puedo estar ni siquiera unas horas sin un libro abierto. Como tenía mucho pendiente de reseñar no me apetecía algo corto ni ligero. Y ahí lo vi. El pequeño (porque es edición de bolsillo) tocho (porque tiene como un millón de páginas) ensayo de Harris, que lleva conmigo desde mis tiempos de instituto, que fue cuando me lo mandaron leer. (Y no lo hice).
Y, sorprendentemente, me lo leí entero. Me costó un poco, no lo voy a negar, sobre todo al final. Pero Harris lo ha estructurado de un modo que se hace muy amena su lectura, y conseguí acabarlo y, además, creo que ha sido una lectura de provecho.
En Nuestra Especie  Marvin Harris hace un repaso a la evolución humana, desde el principio de nuestra aparición, cuando nos diferenciamos del resto de los animales por los dedos de los pies. Analiza la evolución natural y la evolución cultural de nuestra especie, y lo hace en capítulos muy cortos que ayudan a seguir la narración, y que mantiene el interés del lector.
Me ha parecido una lectura muy interesante que me ha abierto la mente para algunas cosas, y que me hace plantearme mi existencia quizás de otra manera. Más consciente del por qué de las cosas, el por qué de algunas reminiscencias de épocas pasadas, como el machismo, por ejemplo.
Por supuesto, muchas de las teorías expuestas son eso, teorías. Quizás si es otro antropólogo habría interpretado de otra manera los signos que nos dejaron nuestros antepasados, pero a mi me ha gustado mucho cómo los expone y los justifica Harris. Nada es porque sí, todo tiene su explicación.
Reconozco que no es una lectura para cualquiera. En ocasiones se hace denso (casi todo hacia el final). A mi me costó cerca de un mes leerlo, y lo compaginé con otro libro porque al acostarme no era capaz de leer más de dos líneas sin que se me cerraran los ojos, pero no me arrepiento en absoluto de haberlo leído. Me ha dejado el cerebro con información más que interesante, y con más curiosidad, si cabe, por lo que me rodea.
Sólo apto para mentes curiosas e inquietas.

sábado, 5 de octubre de 2013

Tertulia literaria I: Café Gijón

Cartel promocional de la Tertulia, realizado por Srta.Rottenmeier

Como muchas cosas en la vida de hoy día, todo empezó con un tuit. Mi hermana Lady Boheme comunicó en Twitter su deseo de ir al Café Gijón aunque fuera sola a leer un libro. Inmediatamente le dije que sola no, que yo iba con ella. Y casi al mismo tiempo María, de Maríaysumundo, se ofreció también a acompañarla.
Una cosa llevó a la otra y de repente ya habíamos organizado una tertulia literaria con lectura conjunta. El libro escogido fue Wilt, que resultó ser un gran acierto.
Quedamos un domingo, y a primeros de semana estaba yo con fiebre, agonizando en el sofá de casa y con el libro a medio leer. Menos mal que la medicina hizo su efecto y el domingo por la tarde pude quedar con mi hermana para ir juntas al Café Gijón.
La elección del sitio no fue al azar. Fundado en 1888,  el Café Gijón se convirtió en lugar de reunión para tertulias literarias, según wikipedia, tras la guerra civil española, durante el régimen de Franco y en la transición. Hoy en día se celebra allí cada año el premio literario que lleva su nombre. Vamos, que un lugar que ha visto sentarse a Don Benito Pérez Galdós (del que estoy leyendo su obra ahora mismo) y a Valle-Inclán, entre otras personalidades, tenía que ser objeto de visita obligada.
Foto de grupo que nos hizo un camarero (y menos mal que es camarero, como fotógrafo no es muy bueno, la verdad)
 Y allí llegamos, pensando que seríamos tres, Lady, María y yo, para hablar de Wilt. Pero no, enseguida llegó Konichiwa, para unirse a la tertulia. Y un poquito más tarde apareció Clara, una muchacha silenciosa que no obstante aportó mucho al grupo. Y allí pasamos la tarde las cinco, riéndonos de Wilt y diseccionando las partes más truculentas del libro. Y diciendo "¡nene pene!" cada vez que había un silencio incómodo. (Si no lo habéis leído no sabréis por qué). Los demás ocupantes del café nos miraban de tanto en tanto, sorprendidos de tanta sonora risa que emanaba de nuestro grupo.
También disertamos de otros temas, humanos y divinos (para qué nos vamos a engañar, humanos todos), creamos debate y contrastamos opiniones mientras tomábamos nuestro nada barato café.
Porque, no nos vamos a engañar, el Café Gijón tiene precios caros. Es el peaje que hay que pagar para que te contemplen las mismas paredes que ya contemplaron a otros más ilustres que nosotros.
Me gustó tanto el collage que hizo Lady que me he copiado (y las fotos las hice yo, así que es legal)
 Fue una tarde divertida y cultural. Estuvimos de acuerdo en que había que repetir, aunque también estuvimos de acuerdo en que sería en otro local más económico, para ayudar a nuestros maltrechos bolsillos. La lectura y la fecha de la próxima tertulia están todavía por determinar, pero prometo manteneros informados.
¡Nos vemos en los cafés!

martes, 1 de octubre de 2013

Alta Fidelidad, Nick Hornby


Contraportada: Como tratamiento sociológico puede que Alta Fidelidad quiera ser exponente de la condición masculina de los noventa. De ese despiste sangrante que produce un mundo acelerado en que luego pasan pocas cosas. No esttá claro que a estas alturas pueda generalizarse. Y no porque el número de tiendas de discos sea cada vez menos, ni tampoco porque el mundillo musical cotice a la baja. Nick Hornby escribió una novela divertida, una depresiva comedia con uno cuantos personajes excelentemente retratados. En música, como en todo en el arte, la pasión se vuelve síndrome, soberbio disfrute y canalla pelea por ver las cosas de otra forma más intensa. (Tomás Fernando Flores)

Como me ha pasado en tantas ocasiones, ya vi la película antes de leer el libro. Por suerte, hace tanto tiempo que la vi que sólo recuerdo que me gustó mucho y que tanto Jhon Cusak como Jack Black estaban enormes en sus respectivos papeles. Y ahora, después de haber leído el libro, aprecio aún más la labor interpretativa de Cusak.
El protagonista es Jack, a quien le acaba de dejar su novia, Laura. Y para demostrarle a ella y a sí mismo lo poco que le importa, comienza el libro haciendo una lista de las cinco veces que más ha sufrido por una ruptura. Y, por supuesto, Laura no está entre ellas.
En primera persona vamos conociendo la vida de Jack, un hombre de 35 años con tendencia a la depresión y que regenta una tienda de vinilos. (Y no me refiero a las pegatinas, sino a los discos, que hoy por hoy casi hemos olvidado). Es un tipo gris con una vida gris que ahora se ha vuelto aún más gris por la ruptura.
La narración es muy curiosa. Aparentemente sencilla, pero creo que es muy difícil escribir de esta manera. El libro entero es en primera persona, y no se hace ni pesado ni obvio. Es entretenido y con un humor negro inquietante.
Los personajes son muy realistas. Hay pocos, pero no hacen falta más, son tan especiales cada uno de ellos que completan una historia de andar por casa pero con un transfondo existencialista y con factura inmensa. De hecho son tan realistas que Jack, el protagonista, me creó sentimientos encontrados. Por un lado, le he entendido perfectamente, pero por otro me entraban ganas de darle dos leches bien dadas para que espabilara y creciera de una vez, que la vida es esto y solo pasa una vez.
Entiendo perfectamente que algunos cataloguen esta novela como un clásico moderno. La genialidad de Hornby radica en hacer de una historia sencilla algo enorme. Y el lector apenas se da cuenta de que en realidad tiene un transfondo que te llega y te conmueve.
Recomendable, sin duda. Y la película, también.