martes, 26 de noviembre de 2013

Aquamarine, de Vera Parkhutik


Sinopsis: Gabriel Cherny es el mejor concertista de orchestrón, un instrumento musical electrónico muy especial, que transmite las emociones de su intérprete al público que lo escucha. Pero una historia oscura rodea a Cherny y a su instrumento. Treinta años atrás, el empresario Stiven Ramis, creador del orchestrón, se vio envuelto en un escándalo a causa de una serie de suicidios que tuvieron lugar en la sede de su empresa, Emociones Líquidas. El propio Cherny arrastra un pasado solitario y lleno de secretos. Cody Weil, periodista de Hoy y Mañana, será el encargado de desenmarañar todo este entramado de mentiras y secretos. Mientras la pequeña Fally, hija adoptiva de Ramis y poseedora, si cabe, de un talento mayor que el del propio Cherny, parece ser la clave para desvelar la verdadera historia que rodea al orchestrón.

Esta fue la primera novela escogida por Random para aligerar la carga de mi pobre Kindle. En Aquamarine nos presentan un futuro no muy lejano, y para nada ajeno. Hay muchos avances técnicos, en materia de telefonía e internet, por ejemplo, aunque no son los únicos. En la realidad de Aquamarine no hay teléfonos, sino implantes cloqueares que dan cabida a todo un mundo de noticias, accesos telefónicos y hasta a ambientes musicales que prometen hacerte más feliz. Precisamente investigando esta noticia, la de los ambientes musicales, es como Cody Well se mete de narices en una historia oscura, medio familiar, medio sensacionalista, que le consume y causa consecuencias directas sobre su vida.
¿Puede la música modificar los sentimientos de una persona? ¿Puede una canción desesperante meterse hasta el alma de quien la escucha, provocándole que se suicide? De eso, y de los sentimientos de una pareja de hermanos, trata este libro.
La historia en sí, la verdad sea dicha, me ha gustado. Es una historia original, con un grado de futurismo real que me ha gustado mucho. De hecho creo que es lo que más me ha gustado de la novela, el futuro realista que nos dibujan, con tantos avances tecnológicos pero pocos de sociedad.
Sin embargo, en general, es un libro que me ha entretenido pero poco más. No estaba deseando cogerlo, ni me costaba dejar de leerlo cuando tenía que irme o me interrumpían. Y no ha tenido nada que ver con la historia, que sí me ha gustado. Como ya he dicho, es original y te proporciona un suspense, te hace plantearte unas interrogaciones que son lo que en realidad ha hecho que siguiera leyendo. Los personajes están bien, trazados correctamente y con un intento de tridimensionalidad que se queda en intento por cómo está contado.
Y es lo que no me ha convencido, la narración. Es un narrador semi omnsiciente el que te lo cuenta. Es decir, narrador omnisciente pero desde el punto de vista del protagonista. Y te cuenta la historia todo el tiempo, no te muestra reacciones, o no te muestra las suficientes. Esto hace que no te involucres en la historia, que no profundices, con lo que no empatizas con ningún personaje, ni con la historia.
Aparte de eso, algún punto predecible, un personaje en concreto poco logrado (una niña demasiado infantil para la edad que tiene), y un final un tanto precipitado son los otros puntos negativos de la lectura.
Una lectura fácilmente olvidable, la verdad. Pero cada uno que decida por sí mismo. No sería la primera vez que voy en contra de una mayoría.
¡Felices dreams y rock and roll!

viernes, 22 de noviembre de 2013

Mamá en apuros #1: La reserva de gasolina


Las mamás lo sabemos todo. Tenemos la cabeza en mil sitios distintos, pero controlamos los mil sin problemas. Somos perfectas, o casi, y atendemos el teléfono mientras jugamos con nuestros peques y hacemos mentalmente la lista de la compra.

Pero yo no. Yo soy una mamá en apuros y a veces mi cerebro sale a pasear sin mi permiso. Aunque me autoengañe, como hoy, que me he levantado pensando que lo tenía todo bajo control y orgullosa de mi misma por cómo administro mi escaso tiempo. Pero empecemos por el principio.

Tal día como ayer, por decir algo, al ir a recoger a mi peque después del trabajo se me encendió la reserva. No me gusta echar gasolina con MiniP, la tengo que sacar del coche (jamás de los jamases la dejo sola dentro, es un miedo de madre, por si me roban el coche con la niña dentro) y me supone un engorro tanto desabrochar y abrochar cinturones, de modo que hice cálculos mentales. Unos 7 km hasta casa y otros 15 hasta el trabajo mañana. Apuro un poco pero sin problemas. De modo que quito el aire acondicionado (para gastar menos), bajo las ventanillas (con lo que gasto más, pero si no me achicharro) y decido recoger a la peque, aparcar en casa y echar gasoil al día siguiente (tal día como hoy).

Mi tarde transcurre normal. Siesta pasada por agua del sudor. Y paseo por el parque. Me bajo la mochila de la peque, con sus cosas, y traslado parte de las mías temporalmente, porque además hay que comprar. Compra, toboganes, cochecitos de feria y para casa. Ropa de deporte y a correr. Luego subir, acostar a la peque (que ya está cenada), ducha, cenar y dormir. Milagrosamente me acuerdo de cambiar la hora en el despertador, cinco minutos antes. Lo tengo todo controlado.

Por la mañana suena el despertador y lo apago. Aún lo tengo todo controlado. Para autoengañarme programo dos horas distintas, con 10 minutos de diferencia, para poder dormir los diez minutos de prórroga. Suena el segundo. Ufff, me cuesta un mundo levantarme, pero hago el esfuerzo.

Me siento en la cama y hago mis ejercicios de cuello. Me levanto y me estiro. Ahora viene el baile del que me siento tan orgullosa: cómo sacarle partido al tiempo por la mañana para poder dormir más. En el baño me limpio la cara (la rutina es nueva, forma parte de mi yo súper-mamá), me echo el tónico y la crema. También me peino. En el comedor (para no despertar a nadie) me visto y voy a la cocina para preparar el café y la tostada. Mierda, hoy me toca preparme la comida de media mañana, parece que no lo tenía todo controlado al final. Que no cunda el pánico. Un plátano y jamón serrano con dos tostas de pan. Ahora sí, al comedor a hacer el yoga matutino (sí, rutina nueva también, de súper mamá). Saludo al sol (versión wii). Miro el reloj. Aún estoy en hora.

Cocina y termino de preparar el café. Lo llevo al comedor y mientras desayuno voy leyendo. Tengo diez minutos. Cuando va a llegar la hora de irme, recojo la taza y me lavo los dientes antes de salir de casa.

Sonrío orgullosa. He conseguido hacer toda la rutina en el mismo tiempo y salir de casa con 5 minutos extras para parar en la gasolinera. Arranco y pongo la música. Soy una súper mamá rockera y voy cantando alegre. Ya en la carretera, fuera del pueblo, me doy cuenta.

Mierda. Mierda.

Mierdamierdamierdamierda.

Echo mano al bolso. Mierda. Mierdamierdamierda.

Un detalle pequeño pero importante. Ayer cuando bajé al parque metí mi monedero en la mochila de MiniP. Y ahora soy mamá en apuros: sigue en la mochila de la peque.

Maldigo mi suerte y aporreo el volante. En la cuesta abajo quito la marcha al motor para que gaste menos. ¿Y ahora qué hago? Sopeso mis posibilidades:

Darme la vuelta. Descartado. Primero porque llegaría tarde y segundo porque no sé si llegaría después a la gasolinera.

Llamar a mi madre para que me de dinero. Descartado. Está el hecho de que si la llamo a las seis y media de la mañana la voy a asustar. Y tampoco sé si ella tiene dinero en casa. Y, por supuesto, llegaría tarde.

Echarme a llorar. Uff, esta casi me convence.

Tirar para delante y que sea lo que dios quiera. Una opción extraña para una atea, pero es la que escojo. No sé si después de parar el motor y arrancar de nuevo tendré gasolina suficiente para llegar al surtidor, pero confío en que sí. Igual que confío en la generosidad de mis compañeras, a las que tendré que pedir prestado al menos 10 euros para el gasoil.

Llego al trabajo con un ánimo extraño, pero con tiempo de sobra. Yo que creía que estaba todo bajo control, y he perdido cinco valiosos minutos de sueño para luego nada. Y paso la mañana huraña, contando mi triste historia pero nadie parece entenderla en su profundidad. Y, lo peor de todo, nadie hoy parece tener dinero. Mierda. Mierdamierda.

Por fin las once, y yo con un hambre canina. Subo a la taquilla, y al coger el móvil un mensaje de P. "Estoy junto a tu coche". ¿Qué? Los ojos me hacen chiribitas como en el icono ( *o*), y corro a su encuentro. (Aunque tampoco es tan fácil: hay que bajar un piso y salir a la calle por un torno, cojo el plátano para el camino). Mi corazón va a cien, seguro que ha visto el monedero y ha venido a dármelo.

Pues no. No había visto el monedero. Pero había visitado a un cliente cerca de allí, y como era la hora de mi pausa, ha venido a verme. Como un príncipe azul, el día que más le necesitaba, ha acudido a mi rescate con diez euros en su cartera.

No me importa ser una mamá en apuros siempre que tenga a mi lado a papá en apuros.

jueves, 21 de noviembre de 2013

¡Cambios! ¡Cambios!

Esta semana no traigo reseña, entre otras cosas porque me ha pillado el toro. Tengo dos libros a medio terminar, uno de ellos casi lo he terminado, con el otro estoy atascada, pero al final no me dio tiempo, así que semana en blanco. (Aunque a juzgar por el éxito de la última reseña no creo que importe mucho...)
Como no quería que me olvidaráis he querido hacer una entrada introductoria a los cambios que tengo previstos para mi rinconcito cibernético. Últimamente ando muy liada, tengo muchísimos frentes abiertos, entre ellos un curso de egiptología que me está fascinando (al que me presenté por mi hermana y María, y que finalmente estoy haciendo yo sola, ejém, ejém), pero esto, lejos de ser un obstáculo se está convirtiendo en acicate. Estoy activa casi todo el día y casi todos los días, y esto me hace llenar mi cabeza de planes. Algunos los voy completando, y otros los he de postergar, pero, y esto es una novedad, estoy tomando notas para que no se me olviden.
Y después de darle como un millón de vueltas a la cabeza, he decido lanzarme a la piscina. Hoy os vengo a presentar una nueva sección en el blog. Se llamará Mamá en apuros.
Será los viernes, probablemente alternos, y os contaré algunas de mis peripecias causadas por mi rol como madre. No tengo mucho escrito, y es posible que no lleve un orden cronológico, pero sé que si tomo el compromiso iré escribiendo más cosas que ahora no hago por un poco de pereza.
Comenzaré este viernes, con uno que escribí este verano. Como digo no irá en orden, el siguiente es probable que sea del año pasado, luego algunos de cuando era bebé (si los encuentro), y finalmente nuevas aportaciones...
Y, para que no haya muchos líos, he aprendido a crear pestañitas que contendrán las diferentes secciones que iré introduciendo. Porque habrá más... (¡Es una amenaza!)
Lo que pretendo es que este blog sea un reflejo de mi vida. Y mi vida son libros, sí, pero también son muchísimas más cosas. Hay un caos en equilibrio que abarca desde mi tiempo de lectura hasta mi tiempo de ejercicio (Let´s run!), pasando por las muchísimas horas que disfruto con mi hija. Y quería reflejarlo.
Espero que lo disfrutéis tanto como lo disfruto yo compartiéndolo.
¡Felices dreams y rock and roll!

viernes, 15 de noviembre de 2013

Rock and MUSIC Dreams... #1

 Por más que haya querido cambiarle el título, esta sección es un Miércoles Musical, pero publicado en viernes. Tenía un par de canciones en mente, pero como las reseñas las saco los martes no me apetecía publicar dos días seguidos, así que le he cambiado el nombre para poder cambiarle de día.
Hoy quería traer lo nuevo de Bunbury. Soy gran seguidora de los Héroes del Silencio (el lema del blog, la ficción es y será mi única realidad es de una canción suya), y de los primeros discos del cantante en solitario. Luego empezó a desvariar demasiado, para mi gusto, y le dejé un poco de lado, aunque siempre le he seguido un poco como de reojo.
Y ahora ha presentado su nuevo disco, Palosanto, cuyo primer single, Despierta, me ha gustado mucho. A falta de escuchar el disco entero me parece un Bunbury más reivindicativo, más cercano a la realidad. Y en las entrevistas que he visto de esta promoción le he notado más cambiado. Quizás es que se nos hace mayor, o será el acento tan cerrado que tenía, que lo ha perdido. El caso es que ha vuelto a despertar mi curiosidad.
Os dejo con el vídeo, a ver qué os parece.

martes, 12 de noviembre de 2013

Tengo tu número, de Sophie Kinsella


Poppy ha perdido su anillo de compromiso. Es horrible. Está a la puerta del hotel donde ha celebrado su despedida de soltera, angustiada haciendo llamadas a diestro y siniestro. Agita el móvil para conseguir más cobertura y... ¡horror! Un tipo en bici se lo ha robado. Está tan desesperada que vuelve al mostrador del hotel para llamar a la policía, pero ve un móvil tirado en una papelera. Y lo coge. Estaba en la basura y ella lo necesita urgentemente. No es robar. Se lo ha encontrado.
Así comienza la gran aventura de Poppy, una joven a punto de casarse que ha perdido su anillo de compromiso.
Conozco las letras de Sophie Kinsella gracias a su serie de Becky, que me encanta (Loca por las compras, podéis comprobarlo aquí y aquí), y no tenia muy claro qué esperar de este nuevo libro cuya protagonista no es Becky. Temía que fuera una copia de la anterior serie, y no. Las protagonistas se parecen en que ambas están un poco locas, y son impulsivas, pero nada más. Poppy es un personaje propio, que no tiene nada que envidiarle a Becky, y que también se ha ganado su puesto en mi corazón.
Y es que está loca, loquísima. Pero a la vez es tan normal que asusta. Llega a coger un móvil que se encuentra en una papelera y comienza un intercambio de mensajes con el dueño del móvil, por pura desesperación. Sin embargo no puedo decir que no hiciera yo lo mismo si me encontrara en su situación. Es tan real que da un poquito de vergüenza ajena en algunos puntos (no sé cómo se atreve a hacer ciertas cosas), y con tan buen corazón que en seguida te enamoras de ella.
Los demás personajes son geniales también. No hay ninguno manco o cojo. Crean atmósfera y consiguen dar un toque de color a esta historia tan divertida.
Porque la historia es muy entretenida, un no parar de emociones que desemboca en un final muy peliculero pero que disfruté muchísimo.
Me encanta el papel que representa el móvil, y las tecnologías, en la historia. Hay mucha parte del argumento que se desarrolla entre mensajes de móvil, como una conversación, y tienen tanta credibilidad que parece que la autora ha copiado el whatsapp de cualquiera. Lo imagino como un diálogo, tan complicado que resulte natural, y que chirría si no se consigue bien. Pues aquí Kinsella lo ha bordado.
Por lo demás, chick-lit: narración sencilla, en primera persona y en tono de humor (aunque a veces se ponga la cosa seria). Algo para disfrutar (muchísimo) en un rato, que distrae y despeja. Que te posee y hasta que no das por terminada la lectura no te suelta.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Random dice... #1

El otro día vi esta entrada en el blog de mi hermana, donde nos cuenta su nuevo sistema para elegir lecturas. En principio no lo tomé como idea a implementar, porque no tengo yo tiempo para hacer papelitos y meterlos en un bote, pero cuando me puse a mirar todos los libros que tenía en el kindle, decidí darle una vuelta...
Tengo mi kindle (no tiene nombre), desde hace un par de años. Y al principio, ya sabeis, con la novedad y la emoción comencé a cargarle libros. Y comenzaron a pasarme libros. Y empecé a ver ofertas en la tienda kindle de Amazon. Y los Kindle Flash... Una locura consumista total. Porque hay libros que compré hace dos años y ahí están, los pobres, en la parte final de la lista. Así que he decidido ponerle remedio. ¿Cómo? Copiando la idea de mi hermana (ya lo sé que no es suya original, pero bueno), pero tecnologidizada. He hecho una lista con los libros que tengo en el kindle (la podéis ver aquí), y cada vez que quiera una lectura digital iré a Random.org a que me diga cuál debo leer. Estaba muy orgullosa de que se me hubiera ocurrido la idea, pero mi hermana me dijo que eso ya estaba inventado y se llamaba Random dice... y me desinfló el orgullo. Que digo yo, ¿no podría haber sido un poco más piadosa? Si la neurona no me da para más, pues no da...
Como me conozco, he puesto reglas (que, como me conozco, pueden variar):
1.- No agobiarme. No es un deber, es una ayuda.
2.- Si no me gusta lo que toca puedo cambiar. Pero una sola vez. Y si la segunda lectura no me apetece, elegiré la primera. (O un libro en papel).
3.- Me reservo el derecho a variar las normas (aunque nunca con carácter retroactivo).

No será una entrada regular, porque no llevo un ritmo de lectura regular, y además compagino con lectura en papel (y lecturas conjuntas o cosas que puedan surgir), pero intentaré contar aquí cada vez que elija libro para el kindle. Y si me gusta la experiencia no descarto hacerlo con la lectura en papel también.

Y os dejo con mi primera elección:

No se ve muy bien porque en mi ignorancia hice un print screen y es de calidad muy pobre. Ha tocado Aquamarine, de Vera Parkhutik. No sé muy bien de qué trata, os dejo el enlace a su ficha en La Casa del Libro.
Os animo a ver mi lista (quien quiera cotillear) y a hacerme alguna recomendación, si os place.
Y ahora, como despedida, copio una que me han dejado en un comentario y que me ha gustado mucho. Espero que al padre de Isi no le importe.
¡Felices dreams y rock and roll!

martes, 5 de noviembre de 2013

La huella de un beso, de Daniel Glattauer


Kurt es el braco alemán más perezoso que ha existido jamás.
Max quiere escapar de la rutina, los traumas, la navidad y volar a Las Maldivas, pero ¿quién cuidará de Kurt mientras él esté de vacaciones?
Katrin busca un pretexto para no pasar su 30 cumpleaños con sus padres, que no entienden cómo es posible que la hija perfecta siga soltera y sin compromiso. Su padre odia a los perros así que Kurt es la excusa perfecta.
Kurt, Max y Katrin entrecruzan sus vidas en una refrescante comedia que Daniel Glattauer, de forma ágil e ingeniosa, cimienta con altas dosis de humor y romanticismo.

Elegí este libro porque era corto. Acababa de leer un tochazo bastante infructuoso, además, y me apetecía algo ligero y fácil de leer. El libro venía recomendado por mi hermana, que suele acertar bastante, de modo que me decidí. Y acerté.
He tardado 5 días en leerlo, pero ha sido por falta de tiempo. Es de los típicos libros que te comes en un sólo día, y te dejan con la sensación de satisfecho.
El argumento es bastante sencillo. Max quiere irse de vacaciones, pero alguien tiene que cuidar a su perro, por lo que pone un anuncio en internet. A ese anuncio responde Katrin. Y eso les cambiará la vida a ambos. Pero la forma de narrarlo no es nada sencilla. El autor tiene un estilo propio de narración, divertido y original, que parece fácil pero no lo es, que engancha desde la primera letra y no te suelta hasta el final. Da igual que sea previsible, que no lo es, o que tenga poca intriga, o que falten besos, da igual. Te tiene enganchada desde el principio y no lo soltarás hasta que venga una bicha de tres años reclamando tu atención.
El narrador es omnisciente, pero son dos voces las que le dan música a este libro, las de Max y Katrin. Y será su forma original de ver las cosas, de presentar a los demás personajes, poco perfilados pero geniales todos ellos, la que remate una genial lectura.
Es una lectura breve, pero que deja muy buen sabor de boca. Y tiene un punto final, con Kurt, el braco alemán de pelo duro, que es sencillamente genial. Recomendado.