martes, 8 de julio de 2014

Cómo no ser una drama mamá, de Amaya Ascunce



Cómo no ser una drama mamá comenzó siendo un blog, en el que Amaya empezó a volcar todos los consejos que le daba su madre cuando era pequeña, y no tan pequeña. Porque hay muchos de ellos que se los daba incluso de adulta.

Mezcla de realidad y de hipérbole humorística, cada capítulo es un consejo, un resumen de cuándo se lo daba y por qué. Y es que algunos la nena, como la llamaba su madre, se los merecía. Porque sí, realmente era toda una fenómena, y se metía en un lío tras otro. Lo que viene siendo una niña un tanto trasto, pero sin maldad.

Entiendo el éxito del libro. Y antes que del libro, del blog. Para la gente de mi generación, que crecimos en los ochenta, todos esos consejos nos son familiares. Yo también he tenido mi drama mamá, y mi no drama papá. Y me daban todos esos consejos. Cada uno de ellos me ha evocado mi infancia, mis buenos momentos, y los malos también de cuando era niña. Cuando me tragaba un chicle y me decían que se me pegaría a las tripas, que yo creía que me tendrían que llevar al hospital. Cuando teníamos que esperar tres horas para hacer la digestión antes de meternos en el agua, en lo que era una tortura inmensa. Veías el agua a pocos pasos pero no podías ni acercarte, y ningún juego era capaz de entretenerte. Mi propia drama mamá, supongo que harta de aguantar a tres niñas petardas preguntando si ya habían pasado las tres horas cada cinco minutos, se sacó de la manga un truco. Si nos metíamos en el agua justo después de comer ya no había peligro.

Lo peor de todo, de los consejos, no del libro, es que ahora que soy madre, me descubro en momentos drama parecidos. Aunque pensándolo bien eso no es lo peor, lo peor es que, siendo madre y ya adulta, tu madre te siga dando esos drama consejos. (Que sí, mi madre también lo hace).

Además de hacerte rememorar tiempos pasados, el libro es divertido. Y se lee muy rápido. Escrito desde la primera persona, la autora no sólo se ríe de su madre, de sus consejos, se ríe también de sí misma de una manera desenfadada y natural. El libro es perfecto para pasar un rato divertido, para sacarte una sonrisa (y en ocasiones hasta una carcajada), y, en un punto del libro, hasta una lagrimita. A mi me costó no llorar, quizás porque empaticé mucho debido a mi propia experiencia personal de haber perdido a mi padre.

Lo recomiendo para personas de mi generación, y para las que no lo sean también. Creo que cualquier persona de cualquier edad podrá disfrutarlo: los mayores porque se verán identificados en la drama mamá, los de mi generación porque se verán identificados con la hija, y los más pequeños porque alucinarán de cómo crecimos esta generación de padres que de vez en cuando también tenemos ramalazos drama.

2 comentarios:

  1. Hola,

    yo lo leí el año pasado y sí que me sentí identificada con algunos de los consejos de las dramas mamá (la digestión, el chicle, el zumo y alguno que otro más), e incluso algunos los repito yo ahora :), pero otros se me hicieron extraños y el libro me pareció muy repetitivo en su estructura. Yo recomendaría leerlo a cachitos, porque a mí se me hizo muy pesado todo del tirón por eso de la repitición.

    ¡Feliz día!

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  2. No me importaría leer este libro. Seguro que me identifico en algunos momentos...
    Besotes!!!

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