martes, 1 de diciembre de 2015

Matemos al tío, de Rohan O´Grady



Sinopsis: (web de Impedimenta): Barnaby Gaunt tiene diez años y acaba de quedarse huérfano. Solo y desamparado en la vida, ha de vivir con su tío, por lo que viaja a una preciosa isla remota de la costa de Canadá, llena de amables ancianitos y donde hay hasta un policía montado. A primera vista, todo indica que le espera un verano perfecto. Salvo por un pequeño problema: su tío está tratando de matarlo. Heredero de una fortuna de diez millones de dólares, Barnaby se cansa de decirle a todo el mundo que su tío, un hombre misterioso y aterrador, anda detrás de su herencia, pero nadie le cree. Nadie salvo Christie, una niña rara y de poco comer, que llega a la conclusión de que Barnaby solo puede detener a su demoniaco tío de una manera: matándolo primero a él. Y así, con la ayuda de Una Oreja, un puma salvaje a quien los isleños atormentan desde hace años, Christie y Barnaby traman un plan infalible.

Cada visita a la biblioteca es un peligro para mi lista de lectura. Hasta cuando solo voy con intención de dejar libros, o para que coja la peque. Porque curioseo, miro las estanterías de vez en cuando, atraída por los cantos de sirena de miles y miles (en mi imaginación miles de millones) que me atrapan en sus redes.

Este le vi en la estantería de novedades, y me acordé que lo tenía apuntado en la lista infinita gracias a Mónica Serendipia, que lo reseñó con gran acierto en su blog. Antes de que pudiera pensar siquiera ya me encontraba en el mostrador con el libro y el carné en la mano.

Lo primero a destacar es la edición. Había oído hablar de la cuidada edición de Impedimenta, pero aún no había tenido el placer de tener uno de sus libros entre las manos. Hasta el tacto es placentero. Los márgenes, las ilustraciones, el tipo de letra, todo juega a favor para que el lector se sienta cómodo con sus páginas, lo que puede parecer una tontería pero que ayuda mucho en la lectura.

La verdad es que por lo poco que recordaba de la reseña creía que era un clásico más antiguo, pero me he encontrado con una historia ambientada en el siglo XX, después de la II Guerra Mundial, en la que dos niños llegan a una isla en la que hace mucho tiempo que ya no hay niños. Enviaron a todos los jóvenes a la guerra y tan solo volvió uno. Desde entonces ya no hubo ninguno.

La historia es terriblemente deliciosa. Sí, he escrito eso. Terriblemente deliciosa (lo que me hace imaginarme una boca con dientes de vampiro relamiéndose unas gotas de sangre). Porque es tierna pero cruel a la vez. Porque los personajes están tan bien estructurados que todos son perfectos en su imperfección. Los niños son los protagonistas de esta historia (aunque no son los únicos), y es muy complicado escribir desde la perspectiva infantil. No me he sentido defraudada en este aspecto.

La narración es muy acertada, en tercera persona cambiando el punto de vista, lo que nos da una visión más global de la historia, y le añade agilidad a su lectura.


Para mí ha sido todo un descubrimiento, una de las mejores lecturas de este año, con la que he disfrutado y sufrido a partes iguales. Una apuesta segura de lectura.

4 comentarios:

  1. Escribir desde la perspectiva infantil, con esta frase me has picado. Me parece muy interesante. Voy a hacerme con él estas navidades.
    Gracias, guapa ;)
    Besos

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  2. Ya Serendipia me picó con su reseña y la tuya me confirma que tengo que leer este libro.
    Besotes!!

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  3. Hola: tomo nota de tu recomendación. Seguimos en contacto

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  4. Suena interesante, como todo lo que trae esta editorial =)

    Besotes

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