viernes, 30 de enero de 2015

Mamá en apuros: Los médicos me vacilan



Tengo la sensación de que me han estado vacilando en la seguridad social. Nunca me había sentido más un número de expediente, un trazo de tinta sobre un papel, como estas dos últimas semanas.

Fui a la consulta del traumatólogo, dos semanas después de que me quitaran la escayola, y en una consulta que duró menos de cinco minutos, pero para la que tuve que esperar más de hora y media, me dijeron que el hueso estaba muy bien, pero que tenía una leve osteoporosis. Debí poner cara rara, porque se animó a explicarme que era normal (a mi me suena a persona mayor), por la inmovilización. Que me darían rehabilitación para ayudar a fortalecer el hueso y que me veían en tres meses con otra radiografía para comprobar que la osteoporosis se había ido. Fenomenal. Cogí mi abrigo, di las gracias y salí de la consulta.

Al ir al mostrador a pedir las citas me dieron las de la consulta y la radiografía, pero la señorita comprobó en el ordenador que la de rehabilitación no estaba pedida. Me miró (hasta el momento no lo había hecho), me sonrió un poco (cosa que agradecí) y me dijo que no me preocupara, que en esa misma semana me llamarían para darme la cita. Me fui a casa e hice lo que me dijo: no me preocupé y esperé la llamada.

Pero pasó la semana y la llamada no se produjo. Esperé pacientemente a que me llamaran, pero ese mismo viernes ya no aguanté y llamé yo. Me dijeron que no estaba pedida la interconsulta por el médico. Y ahí empezó mi calvario.

La verdad es que la primera llamada que hice al hospital fue la más productiva. Me notificaron en Citas que no estaba pedida la rehabilitación, y al insistir yo en que la doctora me lo había dicho me pasaron con Atención al Paciente. Allí una señorita muy amable me dijo que, efectivamente, en mi informe aparece que necesito rehabilitación, pero que en el ordenador no estaba reflejado, y hasta que la doctora no le de a la tecla y lo formalice por el sistema no me podían dar la cita. Intentaron localizar a la doctora, sin éxito, de modo que me dejaron cogida nota.

Dejé el lunes para dar un pequeño espacio, y el martes volví a llamar. Y aquello sí que fue una odisea y no la de Homero. En Citas, la única extensión correcta con la que pude hablar, me confirmaron que no había notificación, es decir, que la doctora no le había dado a la tecla. Me dijeron que tenía que llamar a Atención al Paciente. Y me colgaron. ¡Me colgaron! Sin compasión, no sé en qué clase de mundo vivimos.

Volví a llamar, y esta vez intenté que me pasaran con Atención al Paciente por las extensiones, pero no tuve suerte. Hablé con Ingresos, luego con Información y allí les rogué que me pasaran con la extensión que pedía. Me dijeron que sí, sin problemas. Pero cuando cogieron el teléfono me dijeron: «Pediatría, dígame». Ahogué un grito de frustración, le dije a la señorita que se suponía que me iban a pasar con Atención al Paciente, y me contestó: «pues esto es pediatría». «Ya, me he dado cuenta, gracias. Hasta luego». Y colgué. He tenido que comprar un teléfono nuevo.

Lo dejé para otro día. Ya me había frustrado bastante.

Al día siguiente, miércoles, llamé de nuevo. Esta vez me atendió un chico, que muy amablemente me dijo que sería mejor que yo, o algún familiar con mis datos, fueramos hasta el hospital, porque en Atención al Paciente no solían atender por teléfono. La primera vez debí tener la suerte del principiante. Bueno, pues allá que me fui, con la esperanza de conseguir algo, ilusa de mi.

Conseguí lo mismo que en mi primera llamada, sólo que con la chica cara a cara. La doctora que me atendió no estaba y era ella misma quien tenía que solicitar la cita.

No lo entiendo. Por más que me lo expliquen no lo entiendo. Cada vez que voy a un especialista, en cada cita me atiende un médico distinto. Con el brazo han sido cuatro veces las que he ido, y han sido cuatro traumatólogos distintos los que me han visto. Cuando el embarazo fue igual, nunca vi una misma cara. Pero para pedir una puñetera cita que está especificada en mi informe tiene que ser la misma persona que la solicitó. Sigo sin entenderlo. Cuestión burocrática, vale, pero está escrito: "NECESITA REHABILITACIÓN", ¿por qué tiene que ser ella quien de la orden? Si me hiciera el control el mismo médico no lo cuestionaría, pero si yo voy y no me quejo porque no me vea el mismo especialista... En fin, es un círculo vicioso que no me lleva a ninguna parte, pero no lo entiendo...

El martes de la otra semana (ya estamos hablando de la tercera semana después de la primera consulta) fui al hospital, ya pasando de llamar, y, casualidades de la vida, cuando me atendieron en la oficina, hacía veinte minutos que la doctora (por fín) se había dignado a pedirme la cita. Pensé en subir a las consultas para aplaudirle en persona, pero no quería salir escoltada del hospital, que al fin y al cabo es donde tengo que ir a los especialistas. Instantáneamente me dieron la cita, para dentro de tres meses y eso que es con carácter prioritario. Otro aplauso.

La fecha era la menor de mis preocupaciones. La mutua de la empresa me adelanta la rehabilitación, pero para eso necesita el papel con la fecha de la seguridad social. Cogí mi cita, y me fui a la mutua, en dos pueblos más para allá de dónde estaba. De tour por Madrid Este, qué divertido...

Cuando llegué, a las diez de la mañana, me informaron con cara de no saber nada de nada que el médico, que es quien se tiene que encargar de estas cosas, no entraba hasta las doce. Que volviera entonces. Conteniendo las ganas de darme de cabezazos contra la pared, me fui. Pensaba volver a casa, pero está a unos dieciséis kilómetros, la zona es malísima para aparcar y necesitaba un baño con extremada urgencia (en mi huida olvidé entrar en los baños de la mutua). Decidí tomar un café y dar una vuelta para hacer tiempo. A las doce volví.

Por fin entré en la consulta con el médico, y le di el papel con la cita. Las siguientes palabras del médico me terminaron de hundir en la miseria:

- ¿Dónde está el volante de la cita?

No me lo podía creer. Tenía la cita pero no el volante, el papel donde el médico dice que necesito rehabilitación. Me toca más peregrinaje al hospital para pedir otro dichoso papel. Conteniendo (a duras penas) las ganas de llorar, me fui de allí, alzando una mano al cielo y poniendo a dios por testigo que volvería con todos los papeles en regla a que me dieran mi rehabilitación.

Continuará...

martes, 27 de enero de 2015

Espejismo, de Hugh Howey



Me encantan las distopías. Esta palabra no aparece en la RAE, pero es como se denominan a las obras de ficción que retratan una sociedad que es indeseable en sí misma (definición de la wiki), o lo que viene siendo lo mismo, lo contrario a una utopía, que esta sí que aparece en la RAE.

Pues bien, me encantan. Las distopías puras y las impuras, a mi me da igual, que me echen de todo. Por eso cuando Sara, de greenpeeptoes, declaró enero como el mes distópico, y nos invitó a participar leyendo algún libro que ella misma recomendaba, o viendo alguna peli (también se preocupó por darnos opciones en el tema cine), ni me lo pensé.

Me tiré de cabeza. Como los toros a los trapos rojos. Yo vi distopía y allí que fui. De los cinco imprescindibles que recomendaba Sara como lecturas ya había leído cuatro, de modo que me decanté por el único que me quedaba: Espejismo, de Hugh Howey.

El primero estaba gratis en Amazon, y los cuatro restantes a euro con ochenta, así que en un arrebato de locura descargué el primero y compré el segundo. Aún no había terminado de leer el primero (Holston) cuando leí los otros tres. Me extrañó que fueran tan cortos, y luego indagando por ahí vi que había sido autopublicado y que cuando la historia dio el pelotazo (no me extraña que lo diera), publicaron los cinco libros en un solo tomo, bajo el mismo nombre, y además se convirtió en el primero de una trilogía

La primera sorpresa viene al saber que es un autopublicado. Esto lo asocio a principiante, y la calidad narrativa de Hugh Howey no tiene nada de principiante. Tiene una narración muy limpia, preciosa, sin aderezos innecesarios. Después de esto ya no me sorprendió nada más que la historia, cada una de ellas mejor que la anterior.

He querido hacer una reseña conjunta por la cosa de que se ha publicado como un solo libro, porque lo que pueda hablar con respecto a narrativa y personajes es muy similar por no decir idéntico, y porque me bebí los cinco libros, uno detrás de otro casi, casi sin respirar. Y como llevan una continuidad, pues es como si hablara de un solo libro.
Hugh Howey

Había pensado hacer un pequeño análisis de cada uno de ellos, en esta reseña, por separado, pero si me pongo a resumir puedo estar destripando parte de alguna de la trama. Con el primero y el segundo no habría problemas, pero en los restantes la historia es consecuencia de las decisiones y los actos cometidos en el segundo, por lo que podría adelantar algo. Y es una historia que merece la pena leerla sin saber nada al respecto.

Ya digo que la narración me ha parecido magistral. Desde la primera página del primer libro. Los personajes están todos muy bien trabajados, los secundarios perfilados lo suficiente para hacerlos profundo, pero sin destacarlos más de lo necesario. Luego, cuando pasan a ser principales, tenemos un personaje profundo que sale a primera plana, es el mismo que cuando era secundario, solo que ahora sabemos algo más de él. Me han encantado todos.

Y el hilo conductor, la historia, es sencillamente genial. Creíble, firme, consecuente. Tiene una cosa que la hace sencillamente genial, y es que no te cuenta todos los detalles desde el principio. Poco a poco te vas viendo en el silo, vas tomando conciencia de qué es y por qué están allí metidos, y así la información se va ampliando libro a libro hasta que tienes un mapa completo. No me gustan las historias que de primeras te quieren meter en situación y te cuentan (no te muestran) el lugar donde están y los motivos, así como las circunstancias que les han llevado hasta allí. Aquí no ocurre así, la información te llega de forma totalmente natural. Por ejemplo, el tema de la lotería. En el primer libro sabes que a Holston (el protagonista), y a su esposa, muerta tres años antes, les tocó la lotería para tener un hijo. La información es esa: tienen un billete de lotería para poder procrear, que caduca al año. No es hasta un libro o dos más adelante que no tienes la información completa acerca de esa lotería, en un primer momento no te hace falta saber más, y cuando completas la información un trocito del mapa se despeja en tu cabeza.

Me ha gustado tanto, y me ha impactado tanto, que hasta soñaba con el Silo. De tan real que me parecía, y la historia, que a cada libro mejora.

Creo que es una distopía genial, y que puede gustar a quien ame las distopías, como yo, y a quien no le gusten también. Porque es una historia llena de suspense, de incógnitas que se van resolviendo y que te dejan más incógnitas por el camino, y de personajes inolvidables, a los que adorarás (y soñarás con ellos) u odiarás (y hay alguno muy odiable).

Gracias Sara por organizar el #RetoDistópico y por descubrirme este título tan fascinante. Ya tengo el segundo volumen de la trilogía (Desolación) esperando en el kindle, no creo que tarde mucho en hincarle el diente.
 

viernes, 23 de enero de 2015

Mamá en apuros: MADRES PSICÓPATAS



Sí, madres psicópatas, a ver si os creéis que solo tienen hijos las que están bien de la cabeza... Como veis, no me incluyo en el grupo, porque yo psicópata aún no, pero tengo otras cualidades igual de aceptables. Soy asocial, neurótica y muy, muy patosa. Probablemente no sea el mejor ejemplo para mi hija, pero como la pobre no tiene otro tendrá que acostumbrarse. Y pagarse un psicólogo cuando crezca, que yo no tengo ni para el que obviamente necesito.

Pero no iba a hablar de mi, sino de otra madre. Una madre, que cada día que pasa, me sorprende aún más. Es la mamá psicópata.

Tiene una hija de la edad de la mía, y se llevan bien. Yo la he visto muchas veces por el parque, hace ya un par de años que coincidimos, y de lejos parece una chica normal. Aunque desentona un poco con el entorno. Vivimos en un pueblo pequeño, y de mayoría obrera, al menos el centro del pueblo. Los alrededores son chalets, algunos habitados y otros desahuciados, pero en general, un tanto por ciento muy elevado somos gente normal, sencilla, que viste en vaqueros y camisetas. También hay mucho barriobajero, todo hay que decirlo, poligoneros y poligoneras que pasan las horas muertas bebiendo litronas en bancos del barrio, mientras los niños de diferentes edades corretean por los alrededores, cometiendo gamberradas y soportando los gritos histéricos de sus madres, pero sin sufrir las consecuencias de las amenazas. Así, a rasgos generales, es el pueblo donde vivimos, que además de un tiempo a esta parte está muy abandonado por la gente en general y por el ayuntamiento en particular, dándole un aspecto como de Gotham en sus peores tiempos.

Retomo a la mamá psicópata, después de la parrafada sobre el pueblo que no parecía venir a cuento, pero es que es como si a ella la hubieran recortado del barrio de Salamanca y la hubieran pegado con celo en un barrio del extrarradio. Es una chica que no sabe lo que es un vaquero, y que suele llevar zapatos con rosas y borlas. Para quien no lo sepa, a mi modo de ver las borlas son el súmun del pijerío, y que conste que, de primeras, no tengo nada en contra de un pijo, siempre y cuando sea igual de tolerante que yo.

A su hija la viste con vestidos cargados de lazos y más borlas, a juego con ella misma, y para rematar le pone lazos en la cabeza también. Pero hablas con ella, y parece una chica normal. Una chica con una mente muy sencilla (por expresarme de alguna manera), pero con la que poder gastar diez minutos de tu tiempo.

Pero en mis carnes comprobé que no más de diez minutos. Porque se convierte en un vampiro y te intenta absorber entera hacia su vida.

Pasaba una cosa curiosa, siempre la veía con la misma mamá. Durante mucho tiempo. En el parque, comprando, arriba y abajo, las dos mamás, con sus respectivas retoñas, juntas a todas partes. Después de un tiempo, dejaron de hablarse, y la mamá psicópata se buscó a otra mamá.

Se repitió el patrón. Se la veía con la nueva mamá a todas horas. A comprar, en la piscina, en el parque. A todas horas, juntas. Hasta que dejaron de hablarse. Y otra vez se buscó otra mamá a la que absorber.

Está ahora en el proceso de regurgitación de la cuarta mamá que la conozco. Porque eso es lo que hace, se las come y luego las escupe, cuando ya no cumplen sus expectativas. Me parecería hasta gracioso si no involucrara a su hija, y a las hijas o hijos de las otras mamás, en el proceso.

Porque cuando he hablado con ella, no ha tenido ningún problema en contarme, con voz de niña inocente, que aquella mamá con la que antes era uña y carne era una envidiosa, que la miraba mal y que su hija pegaba a la suya. Y me ha contado algunas de las cosas que supuestamente hacía, como espiarla y decirle a la gente con la que hablaba que era una mala persona y que no se hablaran con ella.

Particularmente yo superé esa etapa en el instituto, esa en la que si alguien no está conmigo está contra mi, y es más que probable que ni la tuviera. Pero parece que hay personas, que por más que pasen los años, jamás crecen emocionalmente y lo único que hacen es repetir patrones malsanos una y otra vez.

Ahora me cuenta la mamá a la que está regurgitando que se siente acosada, porque tiene que estar siempre disponible para cuando ella quiera, y no acepta un no por respuesta. Como no acepta que hable con otras mamás, porque la quiere mucho, pero la quiere solo para ella. Esto dicho literalmente de la boca de la mamá psicópata, según la versión de la regurgitada.

La última noticia que sé es que no lleva a su hija al colegio hasta que la profesora no la cambie de mesa. Ahora la comparte con la hija de la mamá regurgitada, y ya no quiere que compartan más pupitre. Como si fuera ella la que tuviera derecho a decidir con quién debe juntarse su hija y con quién no.

La realidad es que estos últimos datos los sé por la mamá regurgitada, por lo que son declaraciones de terceros. No suelo ser persona de fiarme de lo que me diga la gente para juzgar a los demás, por eso me fio de mi instinto, y de lo que he visto.

Y yo, lo que he visto y vivido es que me invitó un día a su casa a que jugaran las niñas, y me fui de allí con una bolsa con regalos, como si me quisiera comprar. Me mandaba mensajes continuamente y me decía de quedar para ir a algún sitio, pero no volví a aceptar. Primero porque no me gustó sentirme comprada, y segundo porque soy asocial. Ya lo sabéis todos.

Ahora me pregunto, cuando termine de regurgitar a la última, ¿quién será su próxima víctima?

martes, 20 de enero de 2015

CHOQUE DE REYES, CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO II, GEORGE R.R. MARTIN



Antes incluso de poner la sinopsis, una advertencia: no continúes si no has leído la primera parte, puede contener spoilers incluso en la contraportada.

Sinopsis (Casa del Libro): Un cometa del color de la sangre hiende el cielo cargado de malos augurios. Y hay razones sobradas para pensar así: los Siete Reinos se ven sacudidos por las luchas intestinas entre los nob les por la sucesión al Trono de Hierro. En la otra orilla del océano, la princesa Daenerys Targaryen conduce a su pueblo de jinetes salvajes a través del desierto. Y en los páramos helados del Norte, más allá del Muro, un ejército implacable avanza impune hacia un territorio asolado por el caos y las guerras fraticidas. George R.R. Martin, con pulso firme y enérgico, nos deleita con un brillante despliegue de personajes, engranando una trama rica, densa y sorprendente. Nos vuelve testigos de luchas fraticidas, intrigas y traiciones palaciegas en una tierra maldita por la guerra, donde fuerzas ocultas se alzan de nuevo y acechan para reinar en las noches del largo invierno que se avecina.

Ésta fue mi penúltima lectura del año 2014, lo acabé el día 30, aunque quería haberlo alargado hasta el 31, pero el porcentaje de mi libro electrónico me engañó. Me decía que iba por el 92%, y era así, pero el restante 8% eran el desglose de personajes por casas, para que os hagáis una idea.

Continué con la saga después de haber tragado tanta paja del primero porque la historia me parece brutal. Hablando en una de las reuniones familiares de navidad con mi hermana me dijo que estaba basado en la guerra de las dos rosas, de Inglaterra, donde el enfrentamiento de dos familias, los York y los Lancaster dieron como resultado una familia nueva: los Tudor. Pero inspirado, claro, porque por aquel entonces sí que había tabernas, putas, caballeros y damas, pero no dragones ni magia.

En Choque de Reyes la historia continúa más o menos donde lo dejó con Juego de Tronos. No hay salto en el tiempo tremendo, ni adelante ni hacia atrás. La guerra está en auge y hay cinco reyes disputando un mismo trono, incluida Daenerys Tangaryen, de la que nadie sabe que está dispuesta a ir a la guerra, pues sigue en oriente, buscando ejército.

De la narrativa poco puedo añadir a mi otra reseña. Es el mismo tipo: capítulos alternando los personajes, descripciones exageradamente fieles y mucha paja. Aunque tiene una ventaja con respecto al anterior, y es que como hay más guerra y no tanto juego político, es mucho más rápido de leer que su antecesor.

Me encanta como han evolucionado los personajes. Todos ellos. Y lo fuertes que son todas las mujeres, hasta las que en el libro anterior eran débiles. Me encanta Arya, que en este libro tiene mucho más protagonismo, pero lo que hace lo esperaba. Sin embargo Sansa se desenvuelve lo mejor que puede en una situación que no es nada fácil, y para la que no la habían preparado nunca. Y Melisandre, la sacerdotisa roja, me parece que da mucho repelús.

Pero los masculinos también tienen poder y fuerza. Mis favoritos son Jon Nieve, que a ver qué hace ahora, donde le han dejado, y Tyrion, el gnomo, que parecía un enano putero y borracho y lo es, pero además sabe lo que se hace.

Seguiré con la Canción de Hielo y Fuego, con esta novela río, aunque a dosis controladas. Me gusta la historia y los personajes, pero tanta paja junta me hace difícil decidirme para meterme en otro tochazo de casi mil páginas. Necesito descanso entre entrega y entrega.

Mientras, veo la serie. Me gusta y es bastante fiel, aunque tiene algunas sutiles diferencias que me llaman mucho la atención. Será porque tengo la lectura reciente y aún no me ha dado tiempo a olvidar lo que he leído... 
 
Aquí os dejo la presentación de la segunda temporada de la serie, para los curiosos...
 

lunes, 19 de enero de 2015

I CICLO DE LECTURA EMILIA PARDO BAZÁN



Jesús, de La Caverna Literaria, nos hizo una propuesta para leer a Pardo Bazán. Le surgió la idea después de la última conjunta de Galdós (con la que sigo, por supuesto), para ampliar autores de la época.

Ni que decir tiene que me encantó la idea, primero por dar protagonismo a una mujer, que también las hubo y las hay en la historia de la literatura, y muy buenas, y segundo porque no la había leído nunca y creo que ya va siendo hora de deshacerme de viejos prejuicios que me vienen de cuando la EGB. Seguiré sin entender por qué nos obligaban a leer autores para los que no estábamos preparados. Yo, que siempre he sido una gran lectora, no conseguía terminarme las lecturas obligadas. Precisamente porque eran obligadas.

Cada participante puede escoger una obra de la autora, la que más le apetezca o más rabia le de, motivo por el cual no es una lectura conjunta (suele ser un mismo título), sino un Ciclo de Lectura. Yo aún no he escogido, porque la verdad es que no tengo ni idea de la obra escrita de esta mujer. Acepto sugerencias. Y el plazo es amplísimo, para que nos de tiempo a todos. Comienza hoy 19 de enero y finaliza el 19 de marzo. Pero, eso sí, nos comprometemos a reseñas. De todos modos, Jesús lo explica mucho mejor que yo aquí.

Para seguir los avances, para los que tengamos cuenta en Twitter, se utilizará el hangstag #CicloPardoBazán.

Espero divertirme tanto como con las lecturas conjuntas de los Episodios Nacionales, y, sobre todo, descubrir otra grande de la literatura que me estaba perdiendo.

¡Nos vemos en las letras!

domingo, 18 de enero de 2015

RETO KEEP CALM... AND READ IN ENGLISH BY ISI



Otro año más Isi, desde su blog, nos propone que leamos más en inglés, y para eso lanza su reto. Keep Calm and read 10 books in english. Hay una versión de 20 libros, pero todavía no me veo ni con las ganas ni con el nivel de leer tanto en el idioma anglosajón, de modo que he optado, como el año pasado, por la versión corta.

Para el reto vale cualquier libro original, libros de nivel o cómics, siempre y cuando estén escritos en inglés. Si queréis saber bien cuáles son las bases podéis pasaros por aquí. Isi lo pone facilito y además lo explica muy bien.

El reto del año pasado no lo superé. Completé ocho de las diez lecturas que me había propuesto, y no las reseñé todas. Tampoco estuvo mal, me quedé a dos de la meta, y de cualquier modo ya son ocho libros más en inglés que en cualquier otro año.

Lo que sí me di cuenta que para mi los libros de nivel se me han quedado pequeños. Pero todavía no ando suelta como para meterme en un novelón, porque leo muy lento y me cuesta mucho meterme en la historia. De modo que para este año me he propuesto algunas "normas":
  • Leeré siempre en el kindle. Me resulta mucho más cómodo por la opción del diccionario incorporado y hay muchos títulos disponibles, gratis o muy baratos, en amazon.
  • Me limitaré a libros cortos o novellas. No quiero meterme en berengenales de los que luego salgo frustrada.
  • Haré los readathones que Isi tenga a bien convocar, incluso haré el esfuerzo de desayunar algo delicioso aunque sea una bomba de calorías (Ah, ¿pero eso no es esfuerzo?)
  • Para poder completar el reto intentaré leer un libro en inglés al mes, o cada tres lecturas.
Iré editando esta entrada para colgar los enlaces de las reseñas, de cara a finalizar el reto tenerlas todas juntitas y sentirme orgullosa por los logros (o no).

¡Que comiencen los juegos del hambre! Ay, no...

¡Buenas lecturas in english!



viernes, 16 de enero de 2015

Mamá en apuros: ¡Proyecto terminado!



Empiezo 2015 de manera muy esperanzadora, pues en las dos primeras semanas del año pude terminar un proyecto que empezó en enero de 2014.

Ya lo sabéis porque lo he dicho en varias ocasiones, pero uno de mis propósitos de 2014 fue volver a escribir, y hacerlo todos los días. No fue fácil coger la rutina, pero poco a poco lo conseguí. No me paró ni una escayola en el brazo derecho, como pude seguí escribiendo. Y ahora viene la recompensa: tengo terminado y encuadernado el primer borrador de lo que ya puedo llamar mi primera novela.

Tengo una opresión en el pecho un tanto extraña. Que nadie se asuste, tan solo es emoción. Creo que es la primera vez en mi vida que termino un proyecto tan grande (al final me han salido 165 páginas), y que consigo un propósito que me planteo a largo plazo. No sé si será porque me hago mayor (snif, snif), o porque al final simplemente me he dado cuenta de qué es lo que me motiva en la vida y me he decidido ir a por ello.

Estoy tan emocionada que quería compartirlo con todo el mundo. Sé que aún es pronto, pero he escogido a unas pocas personas para que lean el original, sin corregir ni nada. Así que me puse manos a la obra y me decidí a imprimir mi obra.

Pero soy mamá en apuros, y las cosas no pueden ser fáciles para mi. Me puse con toda mi ilusión a darle un poco de forma al archivo, a quitarle las fechas intermedias (siempre marco el día que escribo), y a cambiar los guiones cortos por los largos en los diálogos, y busqué mis folios. Le di a imprimir, con la opción doble cara activada, y ahí que le di. Empezaron a salir folios y folios impresos, con mi historia, y yo los fui colocando con cuidado y amor para luego darles la vuelta. Hasta ahí fue bien la cosa, pero cuando tocó imprimir por la otra cara se complicó la historia.

Las primeras 34 páginas bien. Pero a partir de ahí se me fueron colando folios que estaban más atrás, con lo que ya descuadraban las páginas. Paré, rompí, tiré y lo volví a intentar, pero por más que colocaba y le daba a imprimir, salía mal. Al final tiré todos los folios a la basura, por no tirar la impresora, y copié el archivo en un pendrive para llevarlo a una copistería.

El primer intento mal. No pudo abrir el archivo y la dependienta me recomendó que lo llevara en un pdf. Me volví a casa aún más frustrada. ¿Sería una señal del universo para que no lo imprimiera? Cuando estoy cansada o frustrada me da por ver señales en todas partes (hasta en la carretera, jaja, chiste malo), y a cuestionarme cosas que de otro modo no haría... En fin, no le quise dar más vueltas y convertí el maldito archivo a pdf. Antes de recoger a MiniP del cole fui a que me lo imprimeran.


Había una chica jovencita, con su bebé de apenas un mes, y su abuela esperando primero. Ellas estaban imprimiendo unas fotos del bebé (preciosa, con un melenón negro impresionante y mofletes rellenos de algodón), y la dependienta se peleaba con el programa. Le di el pendrive y le dije:

- Un archivo que se llama Valentina.

Y escuché a la chica cuchichear con su abuela, repitiendo el nombre de mi protagonista. Cuando la muchacha decidía con la dependienta qué más fotos iba a imprimir, su abuela me dijo:

- Es que la niña se llama Valentina.

No me lo pude creer. Eso sí que era una señal, pero de las gordas y de las buenas. Una nueva vida, una oportunidad para mi proyecto, para mi Valentina, a la que dejaré ver mundo cuando esté lista. Sin titubeos, sin excusas. Sin autoboicot.

Cuando me dio la dependienta la copia, encuadernada ya con cuadernillo, eché de menos algo de música celestial y un rayo de luz iluminando los folios, porque el momento era tan especial para mi que quedaba soso sin nada especial.

Lo guardé en el bolso, y al llegar a casa en el cajón. Dentro de unos meses lo desenterraré para enfrentarme, por primera vez en mi vida, al trabajo de corrección de una novela propia. Creo que eso me costará más que escribirla, pero es trabajo inevitable.

Aunque, de momento, brindo con una copa de vino por los proyectos terminados con éxito. Y por los que estén por venir.

martes, 13 de enero de 2015

La chica de Los Planetas, de Holden Centeno




Contraportada: Yo odiaba el café y ella lo tomaba a todas horas; ella era zurda y yo diestro; ella era la persona más especial que había conocido y yo solo un jodido gilipollas. Sin embargo, la chica de Los Planetas decidió enamorarse de mi. Y desenamorarse depués, o no.

Pero cuando se ha conocido la magia no es fácil volver a conformarse con una vida de asfalto y ascensores. Por eso decidí jugármela y demostrarle que nuestra historia no era un historia de amor común, que nuestra historia era Literatura.

La chica de Los Planetas es un libro que recopila nuestros momentos, un realto de amor y música junto con otros muchos relatos que surgieron después y que, antes de este libro, fueron publicados en mi blog. También recoge una carta inédita del ya famoso Páez y otra de puño y letra de la chica de Los Planetas.


Este libro me lo envió la editorial, Suma de Letras, a la que le estoy muy agradecida. La sinopsis me llamó la atención y en cuanto llegué me puse a leerlo. La verdad es que me duró poco. Es un libro que se lee muy rápido, que te incluye en su universo como espectador con butaca especial en primera fila, y que se disfruta y se sufre a partes iguales.

Se está haciendo viral en las redes, y la verdad es que no me extraña. Si yo tuviera veinte años y me gustara la música indie, sin duda sería mi libro fetiche. Pero me ha pillado con treinta y seis primaveras a mi espalda, y a mi me va más el rock, de modo que no ha terminado de ser mi libro.

La primera mitad me gustó mucho. Las historias inverosímiles, la narrativa sencilla pero agresiva, cargada de palabrotas, transgresiva. Me recordaba vagamente a Ray Loriga, aunque con un toque mucho más romántico, y sin la fuerza primitiva de los primeros libros de Loriga. O tal vez sea mi visión distorsionada con la edad. Estoy convencida que es el Ray Loriga de los de la generación de ahora, los que disfrutan de la veintena en estos momentos.

Pero de mitad para el final me cansó. La historia da vueltas sin parar sobre el mismo eje, la chica de Los Planetas parece no tener muy claras las cosas, y él, Centeno, se empecina en perseguir humo. No dudo que para un blog, para leerlo semanalmente, no sea entretenido, pero para leerlo todo junto en un libro se me hace cansino.

También es verdad que me hubiera apetecido darle un par de sacudidas a Centeno, para intentar hacerle ver que las cosas han de ser más fáciles, que cuando una historia se complica tanto es porque algo no funciona, y que la vida debe ser más sencilla. Lo malo es que da igual quién o cómo se lo diga, es algo que no aprenderá hasta que no pasen los años y lo vea todo en retrospectiva.

Quizá lo mejor del libro es cómo conjuga la música con la literatura. Aunque ya digo que yo no soy muy indie, sí que me apasiona la música, y eso es algo que he disfrutado mucho con la lectura. Aunque soy de las que piensan que Los Planetas en un grupo infumable, cuando lo escucho me parecen todas las canciones iguales y solo pensar en escuchar un disco entero me entra depresión (también me pasa con Lana del Rey, por ejemplo, ya digo que no es mi música). Aunque esto ya lo advierte Centeno en su libro, que Los Planetas es un grupo al que adoras o al que odias, sin término medio.

Aunque no sea un libro para mi, me alegro mucho que esté teniendo éxito, porque es un autor que escribe con personalidad. Solo espero que su historia acabe bien.

viernes, 9 de enero de 2015

¡Mamá en apuros se divierte!



Tengo una red de mamás que nos conocemos más o menos desde que nuestros peques tenían un año. La cosa empezó poco a poco, viendo a los mismos en el mismo parque los mismos días, jugando con los peques y hablando con los papás. Luego alguno de ellos dio el paso de invitar al cumpleaños del retoño (la celebración de los dos años), y a partir de ahí ya lo demás fue rodado. Intercambio de teléfonos, la llegada del whatsapp y nuestra predisposición para charlar hizo lo demás.

Para enraizar aún más fue con una de esas mamás con la que me inicié en el running, y la red se fue ampliando. Se unió a correr otra mamá con retoño de la misma edad que el nuestro, que no solía ir al mismo parque pero nos dio igual. De la mano de esa mamá vino su vecina, con un niño también del mismo año, y así fueron pasando los años y lo que eran meras conocidas del parque se convirtieron en amigas.

Pues este año fuimos un paso más allá. Con la excusa de las navidades, una de ellas propuso (en el grupo de WhatsApp, que a veces sirve para algo) organizar una cena con la consiguiente copichuela después. A todas nos hizo ilusión y gracia, y nos apuntamos. La mayoría de nosotras, como a mi me pasa, habíamos olvidado la última vez que salimos. En mi caso particular hacía un año que no me iba de fiesta propiamente dicha. Porque para mi ir de fiesta significa bailar hasta reventar, con borrachera opcional, y eso con Papá en Apuros no lo tengo. Salir sí, pero él no es muy bailongo, y me siento un poco idiota bailando sola. Y que, admitámoslo, no es lo mismo salir en pareja que en grupo.

La organización fue un poco desastrosa. Ninguna sabíamos dónde ir, por el motivo que ya he explicado antes. Los garitos que estaban de moda cuando teníamos por costumbre salir a quemar la ciudad ya no están, y, en mi caso, no conocía ninguno porque a mi me ha ido siempre más el rock, y no tanto la música comercial. Además, discotecas no conocía ninguna porque yo he sido siempre más de bares... Si no llega a ser por una de las mamás, que se preocupó de ofrecer lugares y buscar menús habríamos acabado comiéndonos una hamburguesa en el aparcamiento, medio muertas de frío...

En el proceso algunas de las mamás estaban indecisas, con otros compromisos, de modo que nos quedamos seis para celebrar la reunión. Finalmente teníamos reserva, en una localidad cercana a donde vivimos (que no es un pueblo muy grande, con muy poco ambiente), y cerca de la zona de garitos para bajar después la comida bailando. Llegó el día, y fuimos cinco. Una de nosotras, B. tuvo que quedarse en casa porque su hija le había pegado la bronquitis.

Las demás nos emperifollamos cada una en nuestro estilo y medida y nos fuimos dispuestas a pasar una buena noche. Y vaya si lo fue.

El local donde cenamos era pequeño, un bar normalito, pero donde nos trataron como a reinas. El menú fue tremendo, de cantidad de comida y de lo rica que estaba, y lo regamos todo con un vino tinto que nos supo a gloria. Hablamos de todo, sobre todo de los hijos, pero también de otras muchas cosas. Nos reimos muchísimo, y según corría el vino más nos reíamos.

Luego nos fuimos a bailar. Resultó que el lugar de marcha no estaba tan cerca como parecía, y tuvimos un pequeño paseo donde nos pudimos despejar un poco, y nos reímos aún más. Los temas de conversación iban y venían, a veces nos quedábamos a medias con uno porque de repente salía otro más jugoso, y cada una de nosotras ofrecíamos nuestro beodo punto de vista. No íbamos muy borrachas, al menos no la mayoría. A una de nosotras le afectó más el vino que a las demás, quizás por la masa corporal, quizás porque sin darse cuenta se encargó ella solita de botella y media. El caso es que la mujer debía andar agarrada a nuestro brazo, pero gracias a ella tuvimos aún más risas en lo que quedaba de noche.

Los locales de música estaban llenos. Había mucha gente de nuestra edad (a la mesa nos sentamos cinco mujeres de la misma generación, apenas había uno o dos años de diferencia entre nosotras), e incluso más mayores, lo que nos hizo sentirnos jóvenes (o muy bien conservadas, cualquiera de las dos opciones es válida). El caso es que el calor del vino animó nuestras venas y bailamos música de los ochenta, de la actualidad y también porquería que algunos llaman música y yo llamo tortura. Tomamos más copas y movimos el cuerpo, nos dio igual si bien o mal.

Nuestra amiga, la que llevaba una destilería en lugar de venas, nos hizo deprimirnos mucho aquella noche. Es una chica guapa, muy delgada a pesar de haber tenido dos hijos (hecho por el que la odio un poco), con el pelo larguísimo y una sonrisa casi perenne en los labios. El caso es que la chica llamaba la atención, y se le acercaron un montón de chavales para decirle hola. Ella, en lugar de espantarlos como hicimos las demás con los pocos que se atrevieron siquiera a mirarnos, hablaba con ellos. Les daba conversación, y supongo que, aunque les decía que estaba felizmente casada, también esperanza. A ciertas horas tan solo el hecho de que te contesten da esperanzas a cualquiera. Las demás bailábamos y nos reíamos de la colección de chicos que estaba reuniendo en una sola noche. Y, secretamente, la odiábamos un poco. No hay peor cosa que en un grupo de chicas solo una ligue. Da igual que ninguno tenga esperanza de prosperar, lo que queremos a estas alturas tan solo es un poco de autoestima.

Debo decir que nuestra amiga no llego a casa. Sufrió un pequeño "accidente" por el camino. Las demás hicimos un pacto de silencio que jamás romperemos... ¡Que no! ¡Es broma! La pobre llegó, aunque no puedo responder por las condiciones...

Casi amanecía cuando me metí en la cama. Cansada pero contenta. Una noche así puede salir bien o puede salir muy mal. No hay nada peor que aburrirse en una cena grupal, a mi me ha pasado varias veces. Pero nuestra primera cena navideña de mamis no pudo salir mejor. Incluso nos quedaron ganas de repetir más veces.

Eso sí, a la mañana siguiente, cuando con dolor de cabeza y pocas horas de sueño tuvimos que hacernos cargo de nuestros pequeños ya no nos pareció tan divertido...

jueves, 1 de enero de 2015

¡Feliz año 2015!



Ya acabamos el año, y la verdad es que en estas fechas parece que me ha invadido el espíritu del grinch. No sé si será cosa de la edad o qué, pero antes me lo pasaba muy bien en navidades, me encantaba especialmente nochevieja, el momento de tránsito de un año a otro siempre ha tenido mucha simbología para mi. Y fiesta. Simbología y fiesta, pero eso era antes.

Cierto es que desde hace tres años hay una ausencia que marca cada fiesta que pasamos, pero se marca mucho más en estas fechas, ya que son más familiares que otras. Aunque a mi me da igual, en todas ellas hay una presencia invisible que recuerda a todos quién falta. Y eso, aunque ya haya pasado el tiempo, aún entristece un poco las celebraciones.

Me salva MiniP, que con sus cuatro años empieza a disfrutar de la navidad. Canta villancicos, se emociona con las luces, espera ansiosa la cabalgata de reyes... Si no fuera por ella creo que, exceptuando los días señalados en los que no queda más remedio que compartir mesa con la familia, me pasaría las navidades en una burbuja insonorizada.

Como digo, un grinch. O como le gusta decirme Papá En Apuros, soy Mr. Scrooche, una versión del siglo XXI en femenino. Y por lo gruñona, no por lo agarrada...

Pero acaba el año, y siempre que llega el día 31 de diciembre me gusta hacer repaso, y establecer objetivos para el año que llega. Este año, aunque el sentimiento es menos intenso, ahí está, y con respecto a algunas cosas estoy muy contenta con los datos del 2014.

Acabo el año lesionada, pero dentro de lo malo, saliendo ya de la lesión. No me hubiera gustado cruzar el año con la escayola, por una tonta superstición, aunque, como es lógico, no me la habría quitado si se hubiera dado el caso. Pero el hecho de estar en las últimas semanas de la recuperación me da esperanzas para tener un 2015 fuerte. Espero que en el tema salud y lesiones sea mejor que el que dejo.

Pero donde he estado fuerte este año ha sido en mi pasión: leer y escribir. Con el blog estoy a tope, cumpliendo con mis reseñas semanales, y añadiendo los Mamá en Apuros de los viernes. Sigue siendo un blog modesto, pero los pocos comentarios que recibo me bastan para darme fuerzas y continuar.

2014 en cifras
En cuestión lecturas he superado con creces al año anterior. Este año he llegado a la cifra redonda de 50 libros leídos, lo que me ha sorprendido gratamente. Ha ayudado un poco que MiniP se haya vuelto miedosa y haya que quedarse con ella hasta que se duerme. Algo que al principio me parecía negativo, una marcha atrás, la he convertido en casi mi mejor parte del día: me siento junto a su cama, con una lucecita de lectura, y aprovecho para leer hasta que se duerme (a veces incluso un rato más).

No todas las lecturas las he reseñado, de hecho sólo he publicado 40 reseñas en el blog, pero he conseguido superar el ir escribiendo las reseñas para colgarlas. Antes solía escribirlas el lunes para colgarlas el martes, pero ahora las voy escribiendo con una semana de antelación. Mi objetivo es ir escribiéndolas según termine el libro, cosa que hasta ahora había sido imposible. Lo he hecho posible gracias a un cambio en mis rutinas.

Porque ahora escribo todos los días. Nulla dies sinne linea se ha convertido en mi lema, y lo estoy cumpliendo casi a rajatabla. Es donde más contenta estoy. Porque empecé 2014 con un propósito: volver a escribir. Todos los días. Y al final lo he cumplido.

Comencé enero escribiendo cuatro mil palabras, y un proyecto literario a comenzar, y terminamos diciembre con quince mil (¡¡quince mil!!) palabras, y el proyecto, con nombre propio, ya casi terminado. Y, lo que es casi mejor, una rutina creada. Todas las tardes me siento frente a mi netbook (Nettie) a darle a la tecla. Algunos días escribo una reseña, otros un Mamá en Apuros o avanzo en el proyecto. De esta manera he desengrasado mis dedos, mi mente, y las palabras fluyen.

Objetivos 2015
Para el año que entra tengo un objetivo claro: seguir escribiendo. Ya estoy jugueteando con un proyecto nuevo, para cuando termine el que tengo ahora entre manos, y subir mi objetivo mensual de palabras.

Tengo también alguna idea para hacer secciones nuevas en el blog, pero está tan en pañales que no quiero adelantar nada.

Y en cuestión deportiva, me estoy poniendo ya las pilas para volver a encontrar mi estado de forma, y correr una media maratón, veinte kilómetros en el año que entra.

Por lo demás, seguir como hasta ahora, leer mucho, visitar los blogs amigos, y disfrutar de mis dificultades de ser madre para contarlo con sentido del humor. O por lo menos intentarlo. Seguir soñando. Y seguir encontrándome aquí, con los más fieles, cada semana.

¡Feliz año nuevo!