viernes, 12 de febrero de 2016

Mamá en apuros: día infernal de reuniones



Implicarse es una acción que no admite partes. Empiezas sí, con poca cosa, pero cuando te quieres dar cuenta algo dentro de ti se ha soltado, un resorte que antes tenías activado de repente salta por los aires y ya no eres capaz de ver el mundo a tu alrededor como si no fueras parte de él.

Yo empecé en la empresa. Tras muchas dudas, de sí, de no, de pros y de contras, finalmente decidí presentarme al comité. Los pros han resultado ser muy gratificantes, aunque hay más contras que al principio y mentiría si dijera que no me he arrepentido en alguna que otra ocasión (lo noto cuando las ansias asesinas aparecen). Si no fuera por (algunos) compañeros y compañeras, con los que he conseguido hacer un gran grupo de trabajo, hacía ya tiempo que habría tirado la toalla (o que definitivamente habría optado por el asesinato).

Debido a mi posición como delegada de personal, en representación de mis compañeros y compañeras tengo que asistir a muchas reuniones. Algunas son más importantes que otras, y las hay en las que estoy muy a gusto y hablo con libertad (para bien o para mal, pero con libertad), y otras en las que no me atrevo a decir ni mu, por si las moscas. 

A mitad de enero, más o menos, me habían programado una reunión en la capital. Esa era una de las fáciles, tan solo era para firmar un acuerdo que habíamos estado negociando con la empresa. La cosa se me complicó un poco cuando en el cole, a falta de una semana, nos convocaron la reunión del trimestre el mismo día que tenía la de Madrid. Como tardo una hora y pico en llegar en transporte público, decidí llevarme el coche, por si se alargaba la cosa tener más margen de maniobra. 

A falta de cuatro días nos mandan información de que el mismo día, apenas quince minutos más tarde que la primera, hay otra reunión con la empresa. Me echo las manos a la cabeza. ¿Es el día x el día internacional de las reuniones y yo no me había enterado? A juzgar por cómo acabó mi agenda yo diría que sí.

Bueno, sin agobios. La primera estaba hecha, la segunda era más que probable que se aplazara y para la reunión del cole llevaría palomitas porque este año habría chicha. Me estaba quejando yo de que las mamás del cole este año estaban muy tranquilitas, y lo que pasaba era que las cosas sucedían subversivamente. Hasta que no ha saltado la liebre entera no nos hemos enterado, y en la reunión nos podríamos informar mejor.
Me he ganado uno de éstos...


A dos días de la fecha señalada nos echan al buzón la información relativa a la reunión de vecinos anual. La misma tarde del día x. ¿Otra más? Pues otra más. Agendada quedó. Y ya la apunté con alivio. Era imposible que me pusieran más reuniones el mismo día. Pero imposible es una palabra que el destino, irónico él, no entiende, y MiniP sacó del cole, a falta de un día, un papel con una invitación a una reunión urgente del AMPA.

A esa ya no, me dije. No puedo con más…

Llegó el día. Conseguí llegar al centro sin perderme, y sin perder los nervios por el atasco. Me había olvidado de lo que era un atasco, desde que empecé a trabajar a horas intempestivas en las que no están puestas ni las calles. Tanto coche yendo hacia el mismo sitio no me parece normal, pero tendrá que ser… Las dos primeras reuniones transcurrieron sin problemas, tal como las habíamos previsto. Antes de lo que creía ya estaba fuera. Tras un montón de papeleos, conseguí llegar a casa sana y salva, y sin haberme perdido tampoco de vuelta.

Por desgracia, la reunión del cole no fue tan divertida como había esperado. Nos limitamos a aguantar la charleta de unas más que enfadadas profesoras y nadie dijo ni mú. Yo aún me estoy preguntando quién puede quejarse de que les den galletas a los niños en las excursiones. Que no son sanas, parece ser. Y me pregunto yo: ¿qué come ese niño (porque luego me enteré de que era cierto niño) en su casa? ¿Todo sano y natural? ¿Cultivan una huerta en la terraza?

En la reunión estuvo el director del colegio pidiendo por favor asistencia a la reunión del AMPA. Entre eso, y mis MAA, que me estuvieron comiendo un poco el tarro, al final decidí ir porque la cosa parecía más grave de lo que yo creía.

El caso es que sí era grave. Muy grave. El AMPA había estado abandonado durante todo este curso escolar, y la única persona que quedaba no quería encargarse más de lo que buenamente podía hacer (que a mi modo de ver era poco). Tras un pequeño debate, al final fuimos bastantes madres y (dos) padres comprometidos los que dimos un paso al frente y decidimos hacernos cargo de la situación. Yo entre ellos. 

En qué hora. 

Mi cabeza empezó a bullir. Demasiada información. Demasiadas reuniones ya. Me iba a estallar de pura presión. ¿Por qué me tuve que ofrecer para el puesto de secretaria? Si es que debo ser masoca o algo…

Tras una ducha, mi cabeza pareció calmarse un poco. Tenía los ojos cansadísimos, como si no hubiera dormido en un mes, pero gracias a la acción del agua (hirviendo) caliente en la ducha, me relajé. 

A las ocho y media bajé al portal para la que con seguridad sería la última reunión del día. La de vecinos transcurrió sin contratiempos, lo mismo de siempre: el piso que debe y hay que denunciar al dueño; el que debía y ahora limpia el portal para pagar la comunidad (con lo cual ya no debe); el otro que debe este año y al que se le ha dado el jardín, para que no deba tampoco. Y que no hay dinero ni para arreglar nada, mucho menos vamos a pensar en poner un ascensor. 

Aunque casi lo agradezco, el deporte me ayuda a despejar la cabeza, y hay días, como aquel, en el que no encuentro ni el mínimo hueco para ir a correr, en el que al menos me queda el consuelo de subir los tres pisos a patita. Por un rato dejo de pensar en reuniones y me acuerdo muy bien de la familia del arquitecto que diseñó el edificio…



3 comentarios:

  1. Te faltaba ese día que tu hija hubiera tenido un cumpleaños! Para rematarlo! Pero puedes estar orgullosa, que pudiste ir a todas. Campeona!!!
    Besotes!!!

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  2. A mí me pasa igual pero sin reuniones, lo mío es el estrés del autónomo. Y al igual que tú voy a correr y cuando no, subo andando los tres pisos y voy y vengo andando al trabajo: Vivimos en un mundo de locos.
    Besos, guapa.

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  3. Muy bien explicado todo. La verdad es que es un estrés intentar organizarte para tener tiempo para todo.
    Un beso!

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