viernes, 21 de octubre de 2016

Presentación La cabeza del Rinoceronte



Adoro la biblioteca del pueblo. De hecho, actualmente, es lo que más me gusta. No está hecha una ruina como el resto del pueblo, aunque el presupuesto es el mismo. Pero el ánimo y el tesón de las bibliotecarias hacen el resto.

Cada mes tienen su programación, y es habitual que haya un cuenta cuentos infantil. Este octubre estamos de suerte, y debido a la celebración del día de las bibliotecas, hay dos: una para adultos (a la que asistiré si puedo), y una infantil (ídem). Y, además, había un extra: la presentación de una editorial y de sus dos primeros libros.

Siempre me estoy quejando de que la vida cultural de Madrid se me escapa, debido a los horarios (suelen acabar muy tarde, y en transporte público se me va la vida para llegar), por ello me dije, que para algo que tengo sin salir de casa, como quien dice, cómo no iba a asistir.

Debo decir, en honor a la verdad, que no es la primera presentación que preparan. A algunas no he podido ir, pero sí que recuerdo haber ido a otra. 

Me anoté el evento en mi bullet journal, y el día señalado allí me presenté, con MiniP junto a mí para ver qué era esa editorial y cuáles eran sus dos primeros libros. Esta vez la pobre MiniP, que se ve arrastrada a casi todo lo que hago, estaba de suerte, porque como eran libros infantiles luego había un taller de dibujo.

Desconocía totalmente la editorial. El nombre me gustó mucho: La Cabeza del Rinoceronte, y el dibujo que lo acompañaba me gustó e intrigó a partes iguales. Pronto descubrí la magia tras todo ello: la diversidad.

Si reflexionamos, como sociedad en general hemos avanzado mucho en materia de diversidad. Hay personas que son diferentes en algunos aspectos que llaman más la atención que otros, pero tal y como dijo el padre de Raúl Aguirre, el ilustrador, todos somos diversos. Hay personas que llevan gafas, otras que hablan mucho, otras que poco, las hay que son más altas, bajas, delgadas o más gordas. Pero todas las personas somos diversas. Y por ello no hay que tratar de apartar a los que parece ser que se salen de la normalidad, tratándolos con condescendencia y paternalismo.


Lo primero que nos pusieron fue un vídeo de un experimento. En las imágenes, invitaron a niños y niñas con sus padres o madres a mirar una pantalla, pero con un tabique por medio para que no se pudieran ver. Y les pusieron imágenes de distintas personas poniendo caras raras que debían imitar. Cuando alguna de las personas que aparecían en la imagen eran de capacidades diversas, en sillas de ruedas, con signos de alguna discapacidad mental, ocurría algo curioso: los padres y las madres no repetían la cara grotesca. Sin embargo los niños y las niñas, sí. ¿Qué es lo que sucede entre la infancia y la adultez para que organicemos la vida en etiquetas? En la infancia toda la visión está limpia, nítida. No ven un agravio en hacer la misma mueca que hacen en la pantalla. Los adultos sí.

Después del vídeo, y de unas palabras de presentación y análisis, fueron ya David Sánchez y Raúl Aguirre quienes presentaron La niña de algodón, el cuento con el que realmente arranca La cabeza del Rinoceronte. Raúl Aguirre es el ilustrador, su diversidad consiste en discapacidad intelectual, y nos contó, entre nervioso y emocionado, que David llegó a su casa, le propuso trabajar con él, de profesional a profesional, y se pusieron a ello. Se ve que para él era importante que fuera “de profesional a profesional”, no fue una relación en la que él fuera inferior, sino al mismo nivel. 

Cuando terminaron el libro pidieron ayuda a los amigos y familiares para financiar su edición. Consiguieron que les avalaran doscientas personas, y quisieron buscar un regalo muy personal para agradecerles el gesto. Conocieron a Cristina Paños, que fue diseñadora de bolsos, y todo encajó. Ahora tienen toda una colección de bolsos, mochilas y neceseres inspirados en los dibujos de Raúl. En cosa de un mes tendrán una tienda online donde se podrán comprar todos los productos. Y merecen la pena, además de ser preciosos son de una calidad impresionante.


Tuve la suerte de poder hablar con la madre de Raúl, que me habló un poco de cómo empezó este proyecto tan bonito e ilusionante. Raúl, al no poder expresar todo lo que tenía dentro con palabras, empezó a hacerlo dibujando. Y tras veinte años de dibujos acumulados, los padres decidieron publicarlos en un libro precioso: La cabeza del Rinoceronte, donde se puede ver la evolución del dibujo de Raúl. Y ahora quieren llevar la cultura a todo el mundo, que no haya persona que no pueda acceder a ella.

Es por ello que en el cuento de La niña de algodón hay un código BIDI que te da acceso a la lectura del libro en pictogramas y en audiolibro, para que todas las personas, sea cual sea su capacidad, puedan acceder a la historia.

Tras la presentación los niños y niñas que acudieron, MiniP entre ellos, se pusieron en una mesa a dibujar. Raúl se sentó con ellos, y se le veía muy a gusto. Definitivamente, el dibujo es su elemento.

Por suerte y por desgracia, ambos a la par, llevaba poco dinero encima. Por suerte porque pude comprar el cuento de La niña algodón, que lo pidió MiniP. También cogí una lámina con uno de los dibujos de Raúl, y otra que le regalaron a MiniP. Por desgracia no llevaba más para haber cogido un neceser o una mochila. Por suerte porque si hubiera llevado más me habría arruinado… 

Podéis saber más del proyecto en su página web. Os animo encarecidamente a que le echéis un ojo, porque son proyectos como este los que promueven los cambios en el mundo.

5 comentarios:

  1. Qué curioso el experimento! Y cuánto tenemos que aprender de los niños. Gran labor la de esta editorial. Me paso por la web!
    Besotes!!!

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    1. Sí que es interesante, MARGARI. A mi me pareció muy curioso cómo estropeamos la mente infantil con los corsés sociales. Ya me contarás qué te parece.
      ¡Besotes!

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  3. Algo inenarrable,cada día nace alguien que maravilla al mundo!!!

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    1. ¡Gracias por pasarte y comentar, MA! Ya no puedo decir que no me lee ni mi madre... No te imaginas la ilusión que me hace (aunque no siempre lo demuestre).
      ¡Besotes!

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