viernes, 16 de diciembre de 2016

Mamá en apuros: De cenas y de medias





Lo primero que piensas cuando llega diciembre es en la Navidad. Es impepinable, porque nos machacan con ello desde que termina Halloween. Pero yo no. Para mí el cambio del mes supone una pesadilla, porque llegan las cenas.

Y no es que no me guste cenar. Me encanta cenar. Y a pesar de que soy asocial, con un par de cubatas me vuelvo algo más tolerante con el resto de la gente. Pero el problema es que todas las cenas llegan juntas, tienes que hacer encaje de bolillos para ir de cena con las amigas, con las mamás, con los de correr, con los que te juntas dos veces y que ya hacemos cena, y, por supuesto, con la cena del trabajo. Que, de todas, quizás es la que más me guste porque esa me la pagan.

Y luego está otro tema. Como ya he dicho me gusta cenar. Quizás demasiado. Y si juntamos mi amor a la comida con que he estado más vaga de lo habitual en el apartado correr, nos encontramos con cinco kilos de más distribuidos de forma arbitraria por los alrededores de mi cuerpo. La mitad de la ropa de mi armario no me vale, y lo que me vale me queda justo no, lo siguiente. Esta situación ha llegado poco a poco, como sin querer. Han ido llegando los michelines en silencio y de puntillas, de a poco a poco, para aposentarse alrededor de mi barriga; la grasa de las piernas ha ido escurriendo desde el estómago, gota a gota, y cuando me he querido dar cuenta ya era tarde. Yo pensando que los vaqueros habían encogido en la lavadora y he sido yo que he aumentado en el espejo.

Pero ya me he sentado, frente a frente, con mi grasa y le he hablado claro. Les he dicho a esos cinco kilos que no se acomoden mucho porque se van a ir. Y de paso, que se vayan preparando los cinco anteriores porque tampoco se van a quedar, por muy a gusto que estén. No estoy dispuesta a comprarme ropa nueva, de más talla, solo por lo a gusto que esté en mi cuerpo. Faltaría más, no le consiento a mi hija (mentiraaaa), le voy a consentir a mi grasa…

Sin embargo, de cara a las cenas ya no me daba tiempo a perder. Soy realista, y si te metes a uno de diciembre con esos cinco kilos no te los vas a quitar a tiempo para que te valga tu vestido favorito. Por si acaso (y ya por el tema prevención, para que esos kilos no llamen a más amigos), he vuelto a correr, al menos media hora casi todos días, pero eso como mucho lo que conseguirá es que me quede como estoy. De modo que decidí tomar medidas drásticas.

Primero pensé en comprarme un vestido, pero como me da tanta pereza ir de tiendas, y cada vez que me miro en el espejo los michelines me hacen burla y me sacan la lengua, lo descarté. Para ser sincera no lo descarté del todo, lo que pasa es que lo pospuse y cuando me quise dar cuenta ya era el día de la cena y no me daba tiempo.

No pasa nada. Plan B. No lo quiero ni decir…

Me puse una faja.

Hala, ya lo he dicho. Y del tirón.

Efectivamente, recurrí a esconder las lorzas y estirar ondulaciones con una camiseta faja que me compré hace un tiempo. Claro, me la compré para ponérmela con un vestido de noche que me marcaba hasta las venas, pero cuando pesaba quince kilos menos. La camiseta, que es tipo faja y de tela firme, en aquel entonces me quedaba bien, pero ahora me embute como si fuera una morcilla. Apenas pude cenar, pero me puse mi súper vestido de Pesadilla antes de Navidad, que merece la pena. 



Eso fue para la primera cena. Pero mi periplo no termina aquí.

Para otra cena que tuve con las mamás (ya me fui con ellas hace dos años, os lo conté aquí), decidí ponerme otro vestido, de corte cruzado, y opté por comprarme unas medias reductoras. Fui a la mercería y pregunté:

-- Perdone, quería unas medias reductoras.

-- ¿Las quiere 3D?

-- Sí, la verdad es que prefiero que me envuelvan el cuerpo, si son 2D no me van a tapar el culo…

-- No, se llaman 3D porque llevan una sujeción extrafuerte que cubre tanto la zona del trasero como la tripa…

-- Extrafuertes, extrafuertes, déme las 3D. Y las gafas también.

-- ¿Qué gafas?

-- …



Como soy tan previsora esto tuvo lugar la misma tarde de la cena, por lo que me lleve las medias a mi casa, para ducharme y ponérmelas.

Por suerte estaba sola en casa, Papá en Apuros había recogido a MiniP y se habían marchado a cenar con los abuelos. Mejor, porque los espectáculos prefiero darlos a solas…

Salí de la ducha, me sequé a base de bien y me fui a la habitación a vestirme. La música a tope, yo ya bailando y cantando a tope, y comencé a vestirme. Abrí la caja de las medias, las saqué de su bolsa y las desplegué. Me encantan las medias que vienen en caja, plegaditas como sabes que no volverán a estar nunca, tan tiesitas… Continué con el ritual de siempre: enrollar una pernera con las mano, meter el pie y subir hasta media pantorrilla. Lo mismo con el otro pie. Luego ya procedo a ir subiendo, alternativamente, una pierna y otra, para finalmente terminar como si fuera un pantalón.

Llegué con dificultad hasta medio muslo. Y ahí dijeron las medias que no podían con tanto. Ofuscada, miré la caja para comprobar que me había dado la talla grande que le había pedido. Pues sí, no había confusión. Era talla grande. Suspiré profundamente, intentando por todos los medios no dejarme arrastrar por el pánico, aunque sin éxito… Me senté en la cama. Estaba atrapada por unas medias 3D, a lo mejor es que de verdad hacía falta gafas para ponerlas bien… O un calzador, porque lo que sí las medias eran más duras que el material de las garras de Lobezno. Le hinqué bien los dedos para tirar de ellas, si se rompían por lo menos me liberaría. De esta manera, tirando un poco de un lado, un poco de otro y sudando la gota gorda, conseguí subírmelas del todo.

Me tiré hacia atrás en la cama, exhausta ya. Cuando se me pasó el sofoco terminé de vestirme, y una vez en pie, y con toda la ropa puesta comprobé dos cosas: el 3D cumplía su función de manera extraordinaria y además una vez puestas no me sentía oprimida por ningún lado. Eso sí, procuraría beber poco porque no podría ir al baño en toda la noche.

Posdata: Al final no pude cumplir lo de no beber… Y no tuve problemas en el baño, parece ser que una vez puestas ya cogieron la forma de mi culo. Eso, o que manejo mejor las medias cuando he ingerido alcohol….

2 comentarios:

  1. Ays, es que estas fechas son muy malas para perder kilos. Ya en la cuesta de enero los perderemos. Pero lo que me he reído con tus medias 3D. Por cierto, ni sabía que existían...
    Besotes!!!

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    1. Si no quiero perder kilos ahora, MARGARI, me conformo con no coger más, que si no seguro que tengo que renovar todo el armario... Desde luego de cara a enero tengo un plan de ejercicios intensivos y un plan de comidas sanas a ver si consigo entrar en mis shorts vaqueros en verano...
      Yo tuve un momento con las medias que no me hizo ni pizca de gracia, pero como lo superé y me liberé de ellas ya si les vi la gracia... Yo tampoco sabía que existían hasta el otro día...
      ¡Gracias por pasarte!
      ¡Besotes! 😘😘

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