viernes, 22 de septiembre de 2017

Mamá en apuros: La parte divertida




Ahora que ya pasó lo peor, ahora que ya no siento el cerebro como envuelto en una niebla espesa y no me duelen zonas del cuerpo que no sabía ni que tenía, ahora veo las cosas desde otra perspectiva.

Y, oye, que hay cosas que me ha traído el cáncer que no me esperaba.

Por un lado, está el aprendizaje del que todo el mundo habla. Lo de ver las cosas buenas de la vida, y quitarte de encima lo malo. A esto lo llamo yo «la limpieza».

Porque el cáncer me ha permitido hacer limpieza en mi vida. Había obligaciones autoimpuestas que me estaban resultando pesadas, que me quitaban tiempo para otras obligaciones, o para hacer otras tareas que me apetecían más. He simplificado y ahora mi vida se compone de lo que yo quiero que se componga. Como obligación, tan solo el trabajo. Como devoción, mi hija, mi marido, y escribir. Son tres devociones que me llevan todo mi tiempo.

Por desgracia, también he hecho limpieza de personas. Quizá es la parte que menos me ha gustado, pero también es parte de la vida. Ha habido personas que no se han acordado de mí en dos meses ni para mandarme un mensaje preguntando cómo estoy. Eso me ha demostrado que no les importo (si no preguntan cómo estoy pasando un cáncer, qué puedo esperar por algo menor), y si no les importo entonces no sé qué pintan en mi vida. Cada cual es dueño de sus actos, de sus decisiones, de por quién se preocupan y de por quién no. No voy a hacer un drama de esto, aunque en algunos casos me he sorprendido. 

Pero también está el lado contrario. Ha habido personas que conocía de poca cosa, de vista, de por las tardes un rato, de saludos, que cada cierto tiempo en estos dos meses que no nos hemos visto me han preguntado qué tal. Un mensajito. Una llamada. Un: «qué tal vas, te mando toda mi fuerza». Puede parecer poco, pero que se acuerden de una gusta. Y que se acuerden cuando estás por los suelos y te mandan una energía que tú no tienes, gusta aún más. Lo agradecí mucho.

Luego están dos personas, mis malas madres, que han hecho por mí más de lo que yo podré pagarles nunca. No solo han estado a mi lado, sino que se han hecho cargo de lo más preciado que tengo, mi hija, cuando yo no he podido hacerlo. Os quiero, chicas, ya sé que lo sabéis, pero me gusta recordároslo.
Esta soy yo después de la radioterapia. Irradiando luz...


Pero no todo es místico. De hecho lo último que piensas cuando te están chutando o te están achicharrando es en el misticismo. No piensas en lo que aprendes, o en lo que valoras de la vida. Piensas en que se acabe ya esa puta mierda que te deja para el arrastre. También he pensado alguna vez que como no funcione me arranco yo misma el útero y le dan por saco a Voldemort de una vez. Pero eso ha sido en algún momento desesperado, no siempre, claro. Y apenas un destello. No estoy tan loca (ejém, ejém, *huye haciendo la croqueta*).

Y al terminar todo, llegó la parte divertida. Más que divertida, casi pornográfica. Esto sí que no me lo esperaba yo tras un tratamiento tan agresivo…

A ver cómo lo cuento que este blog lo lee mi madre y me da vergüencita…

¡Aviso! ¡Aviso! ¡Tres rombos! ¡A la cama!


En la tercera sesión de braquiterapia, estaba yo sufriendo lo indecible con el culo sobre una tabla de metal, con unos cables que salían de mi vagina (aún sin enchufar), y tumbada boca arriba sin poder moverme, cuando llegaron dos enfermeras. La más mayor, no solo de edad si no también de rango, llevaba algo en las manos. La más joven, la morena, me miraba con curiosidad.

La mayor empezó a hablar mostrando lo que tenía en las manos.

—Esto es un dilatador. Cuando termines todo el tratamiento tendrás que usarlo para evitar que se te atrofien los músculos de la vagina.

Miré fijamente lo que tenía en la mano. Era un palo blanco de silicona, largo y algo grueso. Parecía un falo… Un momento… ¡Era un falo!

Paseé la vista entre la enfermera más joven y la que me lo estaba explicando. Debí poner una expresión cómica porque a la enfermera joven se le escapó la risa. No continuó porque la mayor la miró de soslayo, por lo que bajó la cabeza mordiéndose la boca por dentro.

—¿En serio?

—Sí, es el tratamiento estándar para después de la braquiterapia… Tienes que usarlo dos veces al día la primera semana —continuó con tono serio y profesional—. Te lo metes, lo mueves un poco, a los lados, arriba, abajo y lo dejas dentro diez minutos.

Tosí un poco, y evité mirar a la enfermera más joven. Si la miraba seguro que tendríamos un ataque de risa y como empezara a reírme no sabía cuándo terminaría… 

—Claro —contesté a la enfermera mayor, que me miraba como esperando algo de mí.

—También puedes… —la enfermera dudó—. Estás casada, ¿verdad?

—Sí.

—Bueno, también puedes convalidarlo con las relaciones sexuales —. Ahora era ella la que parecía azorada—. Pero para que valga tendrá que ser por lo menos dos veces a la semana.

—Verás que contento se va a poner mi marido —. Ambas enfermeras rieron—. Uy, ¿lo he dicho en alto?

Reímos las tres.

Al finalizar la sesión me lo dio para que lo llevara a casa. Aún tendría que esperar para usarlo, porque debía empezar un par de semanas después de la última sesión.

Pero las dos semanas pasaron y a mí se me olvidó que tenía que usar el dilatador. Vale, no se me olvidó, pero es una cosa complicada de agendar. Sobre todo cuando tienes una niña de siete años suelta por casa y que te pregunta esto qué es para cada cosa que ve que no conoce. Me imagino teniendo que explicar para qué sirve el dilatador y me da la risa tonta…

¿Lo veis? ¡Existen! 


Aunque no hay mal que por bien no venga. Como olvido el dilatador, me voy a la opción B. Es un win-win para el matrimonio Apuros, un matrimonio como otro cualquiera. Aunque yo gano por partida doble. Guiño, guiño, codazo, codazo.

De modo que no diré que todo lo que me ha venido ha sido malo. No. Lo he pasado mal, pero la recompensa estaba al final del túnel, en forma de falo de silicona.

Lo siento, eso que habéis escuchado son mis risas.



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3 comentarios:

  1. Sabes?? En muchas ocasiones , pensé en preguntarte , de hecho , lo hice,no como hubiera querido , por que había algo , que no sabia si metería la pata, si sería buen momento , si pensarías. ... en fin .
    Me ha gustado leer esto ! Yo en ocasiones he pensado escribir un blogspot , pero la tecnología me supera en algunas ocasiones!!
    Te seguiré! !! Creo que escribir emociones es muy buena terapia de vida!!! 😉😊💪💪👏👏👏👍

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  2. La limpieza de personas también la hice en su momento. Sí, me llevé más de una decepción. Pero se fueron algunas y se quedaron las que se tenían que quedar. Y alguna que se sumó y que aún sigue a mi lado.

    Y me he imaginado la escena y me ha dado el ataque de risa... Ays, qué bueno! No te costó tomarte la medicina, ¿verdad? jajaja, ays, qué bueno...
    Besotes!!!

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  3. Siempre está bien hacer limpieza de vez en cuando.
    Menos mal que yo me limpio sola así me aseguro estar siempre a tu lado.
    Y como ya sabes formas y formaras siempre parte de mi.
    Me as tatuado de por vida...

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