viernes, 22 de diciembre de 2017
¡Feliz Navidad!
viernes, 15 de diciembre de 2017
Mamá en Apuros: Encuentro con Amaral
Mi hermana y yo quedando en un sitio concreto. |
viernes, 1 de diciembre de 2017
Mamá en apuros es feminista
El pasado sábado se conmemoró el día contra la violencia de género. No digo se celebró de forma consciente, porque creo que un día así no es para celebrarse. Es para que nos demos cuenta de que este problema existe y del calado que tiene.
Quien me conoce sabe que soy feminista. De hecho me suelen decir que soy demasiado feminista. Pero creo que se equivocan. Aquí o lo eres o no lo eres, pero no eres demasiado feminista al igual que no eres demasiado ser humano. De hecho creo que si no eres feminista entonces eres machista, porque sí que se trata una guerra de bandos, porque se trata de posicionarse y si no piensas que todas las personas somos iguales, entonces lo que estás pensando es que algunas son inferiores a otras.
Últimamente he visto muchos movimientos por las Twitter y Facebook, que son las dos RRSS que yo más utilizo, reivindicando este tema. Poniendo sobre la mesa aspectos que parecían estar escondidos para algunas personas, mujeres dando testimonios de los agravios que sufrimos a veces cada día. Uno de ellos fue a raíz del caso de Hollywood, en el que una actriz pidió a las mujeres que contáramos nuestros casos particulares de acoso bajo el hagstag #metoo. Es abrumador la cantidad de post que salieron sobre el tema. Y los que no salieron, porque nos cuesta contarlo. Nos cuesta sacar a la luz temas delicados en los que nos sentimos atacadas, indefensas, y hasta pudimos temer por nuestra vida. Pero, ¿por qué no podemos ir solas por la noche? Llevaba mi coche, el camino a casa no lo haría andando sola, y el aparcamiento quedaba bien cerca del portal. ¿Acaso no puedo caminar cien metros solas sin que pueda sentirme atacada?
En Twitter hace poco colgaron las 31 cosas que hace una mujer que vuelve sola a casa. Si lo queréis ver está aquí. Ha sido un éxito de tuit, porque todas nos sentimos reflejadas en esas 31 cosas. Y esto me indigna. Nosotras hemos aprendido a defendernos. Pero, ¿por qué ellos no han aprendido a respetarnos? Nos educan en la desigualdad: nosotras somos, siempre, el bando perdedor. Porque ellos se arropan entre sí, si no nos pueden atacar individualmente lo hacen en manada. Y sí, he escogido esa palabra conscientemente.
Como madre lo veo. Y no lo veo solo en mi hija. Yo la intento educar en el feminismo, apoyada incondicionalmente por Papá en Apuros, que intenta despojarse de los machismos que a todos nos quedan dentro. A mi incluida. Es verdad, no es fácil ser feminista, porque a veces te descubres en frases, en comportamientos, que esconden machismo disfrazado de «es que esto ha sido así toda la vida». Pero lo bueno es intentarlo, y a MiniP inculcarle desde bien pequeña que es perfectamente válida para todo. Válida como puede serlo un chico. Me preocupa, porque está entrando en la edad en las que las niñas dejan de verse igual que los chicos, y se sienten inferiores, por ejemplo, en matemáticas. A veces creo que me paso, porque se indigna mucho cuando le dicen que no puede jugar a algo porque es niña, o que la manden a jugar con muñecas. O cuando ve un anuncio de muñecas en el que tan solo salen niñas. Me dice: «Mamá, pero es que eso está mal, porque los niños también pueden jugar con muñecas». Me la comería a veces.
Y ahí es donde yo quería ir a parar. Ponemos el foco feminista en las niñas. Y está bien, o lo estaría, si también lo pusiéramos en los niños. Está más o menos aceptado que las niñas jueguen con coches, o con pistolas, pero seguimos sin ver bien que los niños jueguen con muñecas, carritos, o a maquillarse. Y me alucina que padres y madres de mi generación, con mi edad o incluso aún más jóvenes, fomenten la diferencia, que sigamos inculcándoles a nuestra prole los roles de género.
No me sirve de mucho que yo en casa le diga a MiniP que no existen diferencias entre niños y niñas, y que los juguetes no tienen género si luego en el colegio los niños (masculino) le dicen que no se creen que ella tenga coches de juguete porque es una niña y las niñas solo tienen muñecas. Tampoco sirve si ven que un niño (siete años) se ha dedicado a tocarles el culo a las niñas durante el recreo, y lo que hacen es reírle la gracia. Esto lo he visto yo con mis ojos, y de hecho tuve que llamarle la atención a un niño en la piscina el verano pasado. Le pregunté: «¿Es tu culo? Si no es tuyo no tienes por qué tocar». El niño en cuestión me miró como si yo fuera el demonio, con miedo. Era la primera vez que le regañaban por ese tema, parece ser. Porque, claro, él, como niño que era, tenía derecho a tocarle el culo a quien quisiera. Eso, con siete años. Cuando crecemos con esa convicción, luego un no no es suficiente.
Al menos hemos avanzado algo. La lucha ya es visible, y además se ha generalizado. Ya la palabra feminista no es solo un insulto, sino una forma de vida. Debemos todas y todos hacer introspección y pensar en qué futuro queremos construir, si uno en el que podamos convivir mujeres y hombres como iguales, o seguir como hasta ahora…
Recomiendo ver esta charla de la escritora Chimamanda Adichie en la que explica, mucho mejor que yo, por qué todos (todos y todas) deberíamos ser feministas.