Este libro lo leí hace
como un millón de años. Tendría unos diecisiete, y en la cabeza se
repartía el espacio entre sueños, utopías y pájaros cantarines.
En su momento me gustó, porque recuerdo que me gustó, aunque no
recuerdo nada más. De hecho, tenía en la memoria que era un libro
de amor y ahora me ha parecido otra cosa.
Varias cosas, de hecho.
Es un libro romántico a su manera. Pero también es un tratado
filosófico, y uno político. Es eso y mucho más. Todo ello mezclado
en una mixtura de excelente calado y con mucho estilo.
Los protagonistas de la
novela son Tomás y Teresa. Arranca el narrador con la historia
porque está viendo a Tomás mirando por la ventana. Y así te lo
dice: estoy viendo a Tomás mirando por la ventana. Esta forma de
narración, en la que a veces la voz que cuenta la historia (narrador
omnisciente) salta al primer plano me sorprende y me encanta. Me
gusta por la sorpresa. La mayoría de los narradores ominiscientes se
mantienen en la sombra, engañándote para que te hagas la ilusión,
como lector, de que eres tú mismo quien ve a tiempo real lo que
sucede en la historia. Pero aquí de vez en cuando te salta y te
dice: “eh, no te confundas, que aquí quien cuenta la historia soy
yo”. Otra cosa de la narración que me ha gustado mucho es que no
respeta las líneas temporales. No es una historia lineal. Salta en
el tiempo dependiendo del protagonista al que estemos mirando, pero
como todos están interrelacionados, te cuenta cosas de los demás.
De tal modo que el final de la historia, linealmente hablando, no
coincide con el final del libro.
Los personajes, siendo
los protagonistas, no son lo más importante de la novela. Lo
importante es la historia, las reflexiones, los sucesos. Pero todo
ello de la mano de los personajes.
Todos están
relacionados. Quiero decir los cuatro importantes. Están Tomás y
Teresa, con quienes comenzamos la historia. Iniciamos con ellos su
extraña relación. Él es un mujeriego empedernido, tiene cientos de
amantes, y ella no soporta las infidelidades aunque sabe que en el
fondo no es para tanto. Sabine es artista y amante de Tomás. A su
vez Franz es amante de Sabine. Esta es la parte romántica de la
novela.
Cuatro personajes, cuatro
vidas, cuatro puntos de vista distintos para una misma conclusión:
“Einmal ist keinmal. Lo que sólo ocurre una vez es como si no
hubiera ocurrido”.
Toda la novela gira en
torno a esa idea. La vida humana solo acontece una vez, y por eso
nunca podremos saber si nuestras decisiones o nuestros actos son los
correctos, porque no los podemos comparar con nada. No tenemos la
otra opción disponible para saber cuál hubiera sido la acertada.
Esta es la parte filosófica de la novela.
También es muy política,
hace una crítica tremenda al régimen comunista, y a la invasión
rusa de Checoslovaquia. No de una manera aleccionadora, sino casi
como alguien cansado de escuchar las mismas ideas absurdas una y otra
vez. Critica al régimen, pero no ensalza ningún otro. De hecho
también critica al capitalismo, y al oportunismo de algunos. Me ha
gustado mucho esa mirada escéptica, que no se cree las mentiras de
nadie, ni de los suyos ni de los ajenos.
Creí que me había
equivocado al elegir esta novela. No es un momento propicio para
lecturas espesas, y al principio pensé que me iba a costar
terminarla. Luego seguí leyendo y vi que avanzaba más deprisa de
lo que parecía. Porque el libro engaña. Tiene un título espeso,
pero no es una lectura costosa, aunque sí profunda. Me ha hecho
pensar, reflexionar. He interiorizado muchas partes de la novela, y
no sé si me ha ayudado o no, pero lo cierto es que mal no me ha
hecho.
Aunque, como un pequeño
punto negativo, la narración tiene muchos puntos de vista machistas.
Soy consciente de la época en que fue escrita, e incluso influye la
nacionalidad del autor, pero es que eso de que una mujer piense que
su marido tiene derecho a ser infiel y que no es ninguna tragedia me
escama la piel.
Pero, concluyendo, es una
gran lectura. Yo lo pondría en los imprescindibles, en esa famosa
lista de libros que hay que leer antes de morir. Supongo que cada
uno, dependiendo de su propia experiencia personal, sacará una
conclusión distinta de este libro, pero desde luego que ninguna de
esas conclusiones tendrá desperdicio. Además, es de fácil lectura,
con lenguaje sencillo y narración extraordinaria.
Sencillamente, hay que
leerlo.
La insoportable levedad
del ser
Milan Kundera
Editorial TusQuest
328 páginas
Lectura digital