martes, 28 de mayo de 2013

La Carretera, de Cormac McCarthy



Sinopsis: (contraportada): En un mundo apocalíptico donde llueve ceniza, un hombre y un chico cruzan a pie el territorio norteamericano en dirección sur. El hambre es mucho más que una preocupación diaria: es la medida de todas las cosas, y las bandas de caníbales asolan el país convertido en un yermo donde solo la barbarie ha echado raíces. El amor de un padre por su hijo es, sin embargo, la única luz de una tierra que ha perdido a sus dioses. Quizá el fuego de la civilización no se haya apagado para siempre.

No me atrevía mucho a acercarme a este libro, porque cometí el error de ver primero la película y no me gustó mucho. No le vi mucho sentido, era una historia de un viaje, con un inicio, pero sin un final claro y con una atmósfera extraña y anodina. Por eso no sabía qué esperar de esta novela, aunque por otra parte, todo el mundo decía que era genial, de obligada lectura, un clásico. Ahora puedo decir que coincido con éstas últimas opiniones.
Lo primero que he de señalar es la narración. Es extraña. Es una narración en tercera persona que a veces se convierte en introspectiva del protagonista. Y con pocas explicaciones, pocas palabras. Pero las justas. Gracias a esta singular forma de narrar nos introduce en una atmósfera opresiva y depresiva. Un mundo gris del que apenas conocemos lo que ven los protagonistas, pero es suficiente. No sabemos qué ha pasado, pero tampoco nos hace falta. Conocemos las consecuencias y son aterradoras. Tiene una profundidad espectacular, y consigue introducirte tanto en esa atmósfera enrarecida, gris y tétrica que me sorprendía encontrar color cuando dejaba el libro. Me ha llegado tan hondo que hasta he soñado con él.
Apenas hay personajes. Es la historia de un padre y un hijo que hacen un viaje con el fin de sobrevivir. Son ellos dos contra el mundo, y el mundo que ha quedado es muy duro. Destacar, sobre todo, el personaje del niño. Es el contrapunto de toda la historia, la bondad en el infierno. La inocencia frente a la barbarie. La ternura frente al canibalismo extremo. Me ha encantado ese punto dulce que le da a la historia.
El padre carga sus propios traumas y sólo lucha por su hijo. Él representa el pragmatismo, pero también la lucha y, ante el niño, se pone la máscara de la esperanza.
Es un libro complicado, con una profundidad inusual y que deja una huella indeleble en el alma del lector. De obligada lectura, a mi parecer. No digo más.


La Carretera
Cormac McCarthy
Debolsillo editorial
210 páginas

jueves, 16 de mayo de 2013

Rock and RUNNERS dreams: #CHOTISRUN

Hace unos años, para mi, las palabras fiesta y deporte no podían ir en una misma frase. A no ser que fuera: ni loca voy a hacer deporte, prefiero ir de fiesta. Hoy por hoy esto ha cambiado radicalmente, y para mi ir a hacer deporte puede ser una fiesta.
Por eso me apunté al #chotisrun del día de San Isidro que organizaron las chicas de #mujeresquecorren, un movimiento social iniciado en Facebook y que une la pasión por el running con una causa solidaria: ayudar a recaudar fondos para investigar la leucemia infantil, con unoentrecienmil. Uno solo no puede hacer nada frente a la enfermedad, pero uno entre cien mil puede con todo.
Con mi dorsal solidario acudí a la cita en el Retiro. No iba sola, mi compi de carreras iba conmigo, y ella, que es más social que yo, arrastró a parte de su gente. Total, un grupo de ocho personas que iban dispuestas a pasárselo bien.

Todas mirábamos al cielo, que abrió sus compuertas y nos empapó la ropa, pero no la ilusión ni las ganas de pasarlo bien. Hay que correr, da igual que llueva o no. Para eso se inventaron los chubasqueros.
En la Rosaleda nos esperaban algo más de doscientas chicas, mujeres, de todas las edades, y una CristinaMitre, la impulsora del movimiento, visiblemente emocionada y nerviosa megáfono en mano. Nos explicó cómo comenzó la idea de mujeresquecorren, que todo surgió tras una conversación en WhatsApp con cuatro amigas y lo importante que era el dorsal solidario de unoentrecienmil. Hubo risas y aplausos, y más nervios mal disimulados. Nos anunció cómo se iba a dividir la gente: en tres grupos. El primero, capitaneado por ella misma, se llamaba “No he corrido nunca pero quiero intentarlo”. A éste se apuntarían las amigas (y prima) de Tammy, Nydia, Eva, María y Tatiana, ya que nosotras esa etapa la tenemos superada.
Las hermanas Sanfabio, Amaya y Tamara fueron unas guías de lujo para los grupos 2 y 3, llamados “corro 5 kilómetros y quiero más”, y “corro 10 kilómetros y soy una máquina”. Tammy y yo dudábamos entre el uno y el otro, porque basándonos en nuestro ritmo habitual estábamos a caballo entre ambos. Finalmente fuimos conservadoras y nos decidimos por el grupo 2, capitaneado por Amaya Sanfabio.
Antes de salir a trotar ya nos respetó la lluvia. Debió ver nuestras ganas y nuestra ilusión, y decidió darnos una tregua. Y qué verdad es que las mujeres nos tomamos esto de correr con otros matices que los hombres no saben ver. Eso de mirarte si te quedan bien las mallas antes de salir de casa es muy nuestro, y los hombres (o por lo menos mi marido, creo que es general, pero puede haber excepciones), no lo llegan a entender. O llamar a tu compañera de fatigas el día antes de una carrera para decidir qué os ponéis. Hay muchos factores a tener en cuenta: climatología, estado de ánimo, si ese día te sientes hinchada... Y somos las reinas de los complementos, nos encantan los colores, destacar que te cuidas por dentro y por fuera. Personalmente, me encantan las alas que muchas de estas #mujeresquecorren llevaban, pero no me tocaron en el sorteo...
El calentamiento fue de lo más divertido. Haciendo honor al día que era en Madrid, la fiesta de San Isidro, calentamos bailando un chotis. Por algo la quedada se llamaba #chotisrun. Nos divertimos mucho pese a los problemas técnicos que no nos dejaron disfrutar de la canción del chotis.
Tras entrar en calor de forma tan original, comenzamos el rodaje. No sabría explicar bien el recorrido, porque no conozco mucho el parque, solo sé que fuimos la mayor parte del trayecto bordeando la valla exterior, y que gran parte de ese recorrido fue cuesta arriba. Nos alegramos mucho de haber sido conservadoras, ya que, por ir de chulitas (por lo menos yo), nos costó subir algunos tramos. Pero superamos los obstáculos, seguimos tirando hacia arriba (braceando, que ayuda a subir las cuestas), y acabamos de las primeras del grupo. Gran entrenamiento, recorrimos unos 5 km en 29 minutos. Buen ritmo, y buenas sensaciones.
Al llegar, más sorpresas: hidratación (coca-cola o aquarius, lo que prefirieras), rosquillas del santo y barquillos. Más castizo, imposible.
Y para finalizar entregamos nuestros dorsales solidarios con nuestros datos escritos en el reverso para acceder al gran sorteo. Cristina Mitre, de nuevo megáfono en mano, procedió a rifar la inmensa cantidad de regalos que tenían. Tuve suerte y me tocó un curso de yoga/gimnasia facial (ya os contaré).
Y, tristemente, la jornada llegó a su fin. Hubo deporte, mantones, claveles y mucha, mucha diversión. Gracias a #mujeresquecorren por hacer de nexo de unión de muchas mujeres que quizás se sentían un poco solas al salir a correr. Gracias por la gran fiesta. ¡Nos vemos en la próxima!

jueves, 9 de mayo de 2013

La Evolución de Calpurnia Tate, de Jacqueline Kelly

Sinopsis (casa del libro): Calpurnia Virginia Tate, Callie Vee, es una niña que vive en un pueblo de Texas. A pesar de que su madre insiste en que aprenda a tocar el piano, coser y cocinar, ella está más interesada en lo que ocurre tras la puerta cerrada de la biblioteca, o en el laboratorio de su abuelo. Poco a poco irá ganándose a este señor un tanto huraño y empezará a colaborar con él en sus observaciones del medio natural, aprenderá quién es Darwin, qué son las especies y las subespecies y también lo idiotas que se vuelven los hermanos mayores cuando se enamoran.

Calpurnia Tate, alias Callie Vee, vive su desenfadada vida de niña de apenas doce años durante el verano de 1899. El cercano cambio de siglo es algo que ronda por la cabeza de todos, pensando en cómo han de cambiar sus vidas. Pero Callie no quiere que su vida cambie. Quiere jugar, quiere bañarse en el río y quiere seguir siendo una niña, no una mujer que es en lo que quiere convertirla su madre.
De naturaleza curiosa, su hermano le regalará un cuaderno para que apunte lo que observa. Será este cuaderno el que le acerque a la figura tan siniestra como interesante de su abuelo, siempre encerrado en su laboratorio, ya que se interesará por lo que escribe en el cuaderno y la aceptará como discípula. Es ahí cuando el pensamiento lógico y la vida científica se va abriendo paso por la mente de Callie, y su visión del mundo cambiará para siempre.
He de decir, lo primero, que el libro me ha encantado. Es una delicia. La narración es sencilla, en primera persona. Es la misma Callie la que cuenta su propia historia, lo que hace que sea muy divertida, ya que es una niña lista e irónica. El ser la mediana y única chica de siete hermanos hace que su vida esté llena de emociones, ya sean en forma de celos porque su hermano mayor filtree con señoritas o de rencillas con los pequeños, o en forma de ternura por el más pequeño de todos.
Los personajes están muy cuidados, Callie te da una visión muy particular de cada uno de ellos, pero eso no les resta profundidad, más bien al contrario.
Y la historia es entretenida, con infinidad de detalles que la hacen muy creíble, muy verosímil. Ignoro mucho acerca de esa época concreta en Estados Unidos, pero la imagen que te venía a la cabeza era la de la Casa de la Pradera, aunque Callie no se parece en nada a Laura Ingalls. Quizás únicamente en su rebeldía. Y es que Callie no entiende por qué ha de ser diferente su vida y sus obligaciones a las de sus hermanos. Es curiosa e inteligente, y se interesa por la naturaleza que le rodea. Durante el transcurso del año, junto a su abuelo, Callie crece y madura de una manera que jamás lo hubiera hecho si no hubiera descubierto a Darwin. Le encanta leer, como buena curiosa, y no se amilana por nada.
La verdad es que me he sentido identificada con ella, quizás por eso me haya gustado tanto el libro. Yo también era inquieta y curiosa. Quizás no tan inteligente, pero sí que me cuestionaba lo que Callie, el por qué, por el hecho de ser chica, no podía hacer lo mismo que un chico (crecí en los 80, y por aquel entonces esas diferencias estaban más marcadas que ahora). También me encantaba leer, y curiosear por ahí.
El libro es una mezcla de costumbrismo y estas dudas, que quedan sin resolver, para que el propio lector decida el rumbo que han de tomar las cosas pasada la nochevieja de 1899 y entrados ya en el nuevo siglo.
Lo recomiendo sin dudar, es corto, se lee enseguida y es una pura delicia.


La Evolución de Calpurnia Tate
Jacqueline Kelly
Roca Editorial
272 páginas