Sinopsis: (contraportada): En un mundo
apocalíptico donde llueve ceniza, un hombre y un chico cruzan a pie
el territorio norteamericano en dirección sur. El hambre es mucho
más que una preocupación diaria: es la medida de todas las cosas, y
las bandas de caníbales asolan el país convertido en un yermo donde
solo la barbarie ha echado raíces. El amor de un padre por su hijo
es, sin embargo, la única luz de una tierra que ha perdido a sus
dioses. Quizá el fuego de la civilización no se haya apagado para
siempre.
No me atrevía mucho a acercarme a este
libro, porque cometí el error de ver primero la película y no me
gustó mucho. No le vi mucho sentido, era una historia de un viaje,
con un inicio, pero sin un final claro y con una atmósfera extraña
y anodina. Por eso no sabía qué esperar de esta novela, aunque por
otra parte, todo el mundo decía que era genial, de obligada lectura,
un clásico. Ahora puedo decir que coincido con éstas últimas
opiniones.
Lo primero que he de señalar es la
narración. Es extraña. Es una narración en tercera persona que a
veces se convierte en introspectiva del protagonista. Y con pocas
explicaciones, pocas palabras. Pero las justas. Gracias a esta
singular forma de narrar nos introduce en una atmósfera opresiva y
depresiva. Un mundo gris del que apenas conocemos lo que ven los
protagonistas, pero es suficiente. No sabemos qué ha pasado, pero
tampoco nos hace falta. Conocemos las consecuencias y son
aterradoras. Tiene una profundidad espectacular, y consigue
introducirte tanto en esa atmósfera enrarecida, gris y tétrica que
me sorprendía encontrar color cuando dejaba el libro. Me ha llegado
tan hondo que hasta he soñado con él.
Apenas hay personajes. Es la historia
de un padre y un hijo que hacen un viaje con el fin de sobrevivir.
Son ellos dos contra el mundo, y el mundo que ha quedado es muy duro.
Destacar, sobre todo, el personaje del niño. Es el contrapunto de
toda la historia, la bondad en el infierno. La inocencia frente a la
barbarie. La ternura frente al canibalismo extremo. Me ha encantado
ese punto dulce que le da a la historia.
El padre carga sus propios traumas y
sólo lucha por su hijo. Él representa el pragmatismo, pero también
la lucha y, ante el niño, se pone la máscara de la esperanza.
Es un libro complicado, con una
profundidad inusual y que deja una huella indeleble en el alma del
lector. De obligada lectura, a mi parecer. No digo más.
La Carretera
Cormac McCarthy
Debolsillo editorial
210 páginas