Una chica comienza a escribir a un preso, que está esperando su ejecución en el corredor de la muerte, y en la primera carta le confiesa que le escribe porque ella también ha matado a alguien. Con esta confesión, dura pero nada fría comienza una novela que devoré en un par de días.
Y es que es adictiva. Es una novela epistolar, únicamente conocemos lo que Zoe (nombre ficticio) le confiesa en las cartas al preso. Los hechos, el mal que ella hizo, que sucedió casi un año atrás. El lenguaje, juvenil, está muy conseguido, nada de artificial ni artificioso. De los personajes conoces poco, tan sólo la visión parcial de Zoe, pero sólo con eso consigue crear una atmósfera de realismo, de personas que bien podrían ser reales.
Todo eso unido a la dosificación de información consigue hacer de esta novela una adicción. Esta novela trabaja muy bien este punto, en cada capítulo vas descubriendo un poquito más, una esquinita, un pequeño atisbo. Hasta que llegas al final no sabes bien a quién ha matado y qué es lo que ha pasado.
Y el final... Tan agridulce... No defrauda, de hecho he empatizado tanto que alguna lagrimilla sí que eché. Es triste, muy triste, aunque esperanzador. Pero sí me he quedado con las ganas de... bueno, de otra vertiente, que tampoco puedo decir nada para no reventarle el final a nadie.
He oído por ahí (y con eso quiero decir que me lo ha dicho mi hermana) que es mejor la primera obra de la autora, Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, pero como yo ése aún no me lo he leído no puedo comparar. Y quizás sea mejor. Porque así he podido disfrutar de esta novela, que me ha entretenido y me ha conmovido, ofreciendo ésto de una manera original.
Por supuesto, lo recomiendo.
Y es que es adictiva. Es una novela epistolar, únicamente conocemos lo que Zoe (nombre ficticio) le confiesa en las cartas al preso. Los hechos, el mal que ella hizo, que sucedió casi un año atrás. El lenguaje, juvenil, está muy conseguido, nada de artificial ni artificioso. De los personajes conoces poco, tan sólo la visión parcial de Zoe, pero sólo con eso consigue crear una atmósfera de realismo, de personas que bien podrían ser reales.
Todo eso unido a la dosificación de información consigue hacer de esta novela una adicción. Esta novela trabaja muy bien este punto, en cada capítulo vas descubriendo un poquito más, una esquinita, un pequeño atisbo. Hasta que llegas al final no sabes bien a quién ha matado y qué es lo que ha pasado.
Y el final... Tan agridulce... No defrauda, de hecho he empatizado tanto que alguna lagrimilla sí que eché. Es triste, muy triste, aunque esperanzador. Pero sí me he quedado con las ganas de... bueno, de otra vertiente, que tampoco puedo decir nada para no reventarle el final a nadie.
He oído por ahí (y con eso quiero decir que me lo ha dicho mi hermana) que es mejor la primera obra de la autora, Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea, pero como yo ése aún no me lo he leído no puedo comparar. Y quizás sea mejor. Porque así he podido disfrutar de esta novela, que me ha entretenido y me ha conmovido, ofreciendo ésto de una manera original.
Por supuesto, lo recomiendo.