Tenía que preguntarlo. Fue superior a sus fuerzas. Lo dijo, y con su palabras se inauguró mi semana de locos.
El jueves me vencía la itv del coche. Agradezco infinitamente las nuevas tecnologías, y las nuevas formas de trabajar, ya que me enteré mediante sms del día exacto. Conversación conyugal:
Yo: Tengo que ir a pasar la itv.
Papá en apuros: ¿Cuándo?
Yo: el jueves.
Papá en apuros: Hay tiempo. Si quieres me llevo yo el coche y la paso yo.
Yo: Genial.
Y ahí se tendría que haber terminado la conversación. Con ese acto de marido generoso que se ofrece a pasar la itv al coche, así no tendría que ir yo con niña incluida. Pero no, se le tuvo que iluminar la bombilla (muy bien traído) y añadió:
Papá en apuros: Funcionarán todas las luces, ¿no?
Yo: Claro.
Papá en apuros: ¿Seguro?
Yo: (levantando una ceja): a ver, lo que yo veo desde dentro del coche funciona, se me ilumina la carretera, y veo bien.
Papá en apuros: Vale.
Esta conversación ocurrió un domingo, y no volví a acordarme de ella hasta el martes. El lunes cogí el coche para ir a trabajar, encendí mis luces, y cogí la carretera. Veía perfectamente. Pero el martes... El martes arranqué, y de camino noté más oscuridad. No supe muy bien si era yo que seguía dormida (me levanto demasiado temprano), o quizás... No podía ser... ¡Se me había fundido un faro!
Llegué al trabajo enfadada. Con el faro por haberse fundido, pero sobre todo con Papá en apuros. La culpa era suya, sin duda. ¿Por qué tuvo que decirlo? ¡Me había gafado el coche!
Bueno, que no cunda el pánico, hablé con él y acordamos que llevaría el coche al taller. Así le pondríamos las matrículas nuevas y santas pascuas. Llamé al taller, pero esa tarde no podían.
Miércoles. El miércoles fue un día genial, con perdón por la ironía. Resulta que antes de salir de casa me percaté de que mi señor esposo me había cambiado los llaveros de las llaves del coche, porque decía que nos los íbamos a intercambiar. Yo busco las llaves por mis llaveros, es la manera que tengo de reconocerlos, por lo que me entretuve en cambiarlos de nuevo. Ese día me sobraba tiempo, al parecer. El caso es que soy un pelín simple, y si tengo una cosa en la mano y la sustituyo por otra cosa, inmediatamente olvido la primera. Así he perdido muchísimas cosas. Ese día, por circunstancias, salí tarde de trabajar, con el tiempo justo de cambiarme de ropa y salir escopetada al cole a por MiniP. Estaba llegando al portal cuando me di cuenta. No tenía las llaves.
Es algo que no me suele pasar nunca. Yo nunca, nunca, me dejo las llaves en casa. Salvo aquella mañana, que con el cambio de llaveros mis manos ya no supieron qué tenían, si unas llaves o un llavero y mi cerebro no prestó atención, bastante tenía con despertarse.
Suerte que tengo planes de emergencia para todo. Llamé a mi madre, pero se iba pronto a natación, y mi hermana pequeña se iba a comer con la mayor. Pues hablé con las dos, con la pequeña y con la mayor, con una para que me dejara ropa (¡no iba a ir todo el día con el uniforme de trabajo!) y con la otra para que echara dos platos más de comida. Y, no hay mal que por bien no venga, me dije, aprovecharía para ir al taller y luego pasar la itv. Todo organizado, todo resuelto.
Pero no, no podría salir todo bien a la primera. ¿Para qué? Es mucho más divertido cuando las cosas se retuercen.
Después de comer fui al taller, y me dijeron que me ponían las matrículas sin problemas, y que la bombilla la tenían que pedir al almacén pero que no tardaría. Muy bien, fui a dar una vuelta, a paso de tortuga con mi hermana pequeña, convaleciente de un esguince con fisura en el pie, y al rato volvimos. El mecánico, con cara impasible, me comunicó que las matrículas ya estaban puestas pero que no encontraban la bombilla. La estaban buscando, pero que hoy no la tendrían. Me tenía que llevar el coche y me llamaría cuando la tuviera. Pero me aseguró que al día siguiente estaría allí fijo, de modo que quedé en pasarme por la tarde.
Jueves. Los jueves MiniP tiene actividad extraescolar hasta las cinco y media. Cuando salió, y aunque no me habían llamado, fui directa al taller.
Una de las cosas que me daban más miedo, aparte de no pasar la itv, era que la otra bombilla decidiera fundirse también, con lo que tendría que ir a trabajar con las largas puestas. Así que pasé por el taller, con mi sonrisa de "espero tenerlo listo en cinco minutos", pero me desinflé cuando me dijo el chico que no habían encontrado la bombilla. Como la que íbamos a cambiar era de luz azul, le pregunté: "¿De las normales tampoco?" Me aseguró que tampoco.
Cogí el coche y me fui de allí. No sabía muy bien qué hacer, me pasaría por algún Norauto o Aurgi a comprar la bombilla, y a ver si me la ponían, pero me daba rabia pagar un pastón por nada que iban a hacer. En un acto de inspiración busqué las luces de recambio del coche, y allí estaba mi salvación: una bombilla de luz normal. Volví al otro taller con mi bombilla en la mano.
Yo: ¿Esta bombilla no sirve?
Mecánico: No, esta es de luz blanca, y las que tienes puestas son azules.
Yo: Ahhh. ¿Y no tenéis otra de luz blanca y me cambiáis las dos?
Mecánico: No, me han dicho que no hay nada en el almacén.
En ese momento fue cuando otro mecánico entró en la conversación, y me salvó la vida.
Mecánico2: ¿Cómo que no? De éstas sí que hay.
Mecánico 1: Y una mierda.
Después de un intercambio de opiniones en términos no aptos para MiniP, que atendía encantada, llamaron por teléfono para confirmar y tuve suerte: sí que las tenían.
Un rato más para que la cambiaran, y cuando quise salir de allí era tan tarde que no me dio tiempo de pasar por la itv.
Viernes. El viernes iba tensa, tengo que reconocerlo. Cogí el coche feliz, todo hay que decirlo, porque veía genial en la carretera, pero temía que me pararan y me pidieran los papeles del coche. Tenía que haber pasado la itv el día anterior. Nunca me paran, pero también me funcionaban las luces a falta de una semana para el exámen técnico, y mira lo que pasó.
Tuve suerte porque salí pronto. Para desestresar fui a correr nada más llegar, me duché y fui al cole a por MiniP. Los viernes toca ganchillear en casa de mi madre, así que allá fuimos, comimos, ganchilleamos y a una hora decente MiniP y yo pusimos rumbo a la itv.
Estas cosas ya no van como antiguamente, que tenías que esperar durante horas para que te atendieran. En un momento, cosa de media hora escasa, ya tenía una pegatina a cambio de cincuenta euros.
El estupor vino cuando vi la fecha. Si es que no se puede tener coches tan viejos. Ahora tan solo me queda un año para la siguiente itv.
PD: Y después de todo, el domingo, me rompí la muñeca, para rematar la semana.