¡Estamos de preuvas!
No sé muy bien dónde comenzó esta tradición, porque la verdad es que no me he puesto a investigar. Sé que suena poco riguroso, pero creo que no podría explicar lo suficientemente bien lo que suponen las vacaciones (en este caso de invierno, pero la verdad es que cualquiera del año) de la peque en mi día a día. Aparte, como si no tuviéramos poco que hacer con el trabajo, la casa, el blog y las actividades extraescolares (una de ellas continúa en vacaciones), voy y me meto en otro asunto que nos lleva mucho tiempo de preparación. Espero poder contarlo el próximo viernes (si sobrevivo).
El caso, que me pierdo, es que la primera vez que escuché hablar de las preuvas fue a los universitarios. Tenía amigas estudiando en Salamanca (allá por mis años mozos…), y me contaron que, como casi todos los que estudian en la universidad de Salamanca son de fuera, se juntaban el último día de clase y hacían el simulacro de las uvas, porque ya hasta el año siguiente ya no se veían.
También hay gente que aprovecha las pruebas del reloj de la Puerta de Sol para ir con uvas, con chuches o con lo que sea y tomarlas allí, como si fuera Nochevieja.
Y desde hace unos años, esta costumbre se ha extendido hasta el punto de que, desde hace por lo menos dos (puede que más, pero yo solo fui el año pasado) la han adoptado hasta en un pueblo de mier como este. Lo hacen en la plaza, les dan chuches a los peques y se hace un simulacro de doce campanadas a las siete de la tarde.
Españoles, así somos, de cualquier cosa sacamos una fiesta.
Por eso, digo que hoy, 30 de diciembre, son las preuvas. Lo de víspera de nochevieja es algo que también decía mi abuela, pero con menos ímpetu que en Nochebuena, supongo que porque le gustaba más una fiesta que la otra. Lo que sí era tradición en mi familia (sobre todo mi padre era muy dado a ello) era ya a estas alturas empezar a hacer chistes con lo que quedaba de año: hasta el año que viene no trabajo, hasta el año que viene no nos vemos, como sigamos así nos van a dar las uvas, y un repertorio inmenso que no se cansaba de repetir. Es curioso las cosas que echas de menos…
Lo que sí que es tradición a escasas 24-48 horas de finiquitar un año es hacer balance. Hay mucha gente que se rige por el calendario escolar, cuyo año empieza en septiembre y acaba en junio, pero aún para esas personas el cambio de año tiene un valor simbólico muy potente. Si has tenido un año terrible, tras las doce campanadas respiras con más tranquilidad. Lo has dejado atrás, por delante te quedan otros 365 días nuevos a estrenar con las mejores intenciones del mundo. Si ha sido bueno, lo dejas atrás con la leve promesa de encontrarte otro mejor. Cualquiera podría pensar que nos encontramos en una rueda de tiempo, y que también tienes 365 días por delante, nuevos a estrenar, un 1 de abril, por ejemplo. Pero no es lo mismo. Lo cargamos de significado, lo hacemos un símbolo de algo, y tan solo eso lo hace real.
Yo aprovecho mi ventana al mundo blogger el día de las preuvas para hacer balance de mi año. Espero en lo personal que 2017 se porte mejor que 2016, que dejemos atrás ciertas sombras que se han cernido sobre nosotros, y que la salud no nos abandone. Mi propósito principal es organizarme. Si consigo organizarme podré dar salida a ciertos proyectos que tengo pendientes. Y que, por lo demás, me deje mejores cifras que este año que nos deja.
Por ejemplo:
Este año he leído 32 libros. Casi todo novelas, y sobre todo el último medio año con poco acierto. Quiero que me vuelva el ansia lectora para que esta cifra se acerque más a la cincuentena, que era mi propósito.
De esos 32 libros apenas he reseñado unos pocos. Mi organización se fue al garete, y tan solo he publicado 17 reseñas. Esto es algo que estoy corrigiendo desde ya, porque ya tengo escritas un par de reseñas, que pienso empezar a publicar a partir de enero. De este modo, si escribo una a la semana siempre iré adelantada. A ver si lo consigo.
Mamá en apuros ha tenido más suerte este año. He sido algo más constante. Y me ha dado alguna alegría, la verdad. ¡Si lo lee hasta mi madre! Yo que creía que no me leía ni mi madre, y por lo menos sé que ella lo hace. Mis hermanas también se han aficionado, y si una semana no tengo post por algún motivo, me caen collejas virtuales por wasap. Han sido 25 entradas de Mamá en Apuros. A veces pido que me pasen cosas nada más que para contarlas.
El objetivo para 2017 será una reseña y un Mamá en Apuros por semana. Esto harían 52 entradas de cada uno. No creo que abarque tanto, de modo que pondré el listón en 45. Esto me deja hasta vacaciones. ¿Lo lograré? Tendremos que esperar otro año más para comprobarlo…
Espero que mis propósitos y mis intenciones no se queden en febrero abandonadas, como las del año pasado, que decía que el 2015 no había sido muy bueno y resulta que tengo mejores cifras en todo. Y mis propósitos para este 2016 eran los mismos que tengo ahora, con lo que parece ser que no he logrado mucho…
Señor, dame paciencia… O mejor, días de 27 horas por lo menos.
Espero que todos vuestros propósitos se cumplan.
PD: ¡Nos vemos/leemos el año que viene!