viernes, 8 de julio de 2016

Fin de semana de Sierra y Bicicletas. Segunda parte: Bicicletas.


(Si te has perdido la primera parte puedes leerla aquí)

A la mañana siguiente nos levantamos temprano. Papá en Apuros protestó, porque es verdad que por más que ajustemos, siempre se nos va el tiempo y acabamos llegando, según él, tarde. Según yo llegamos bien, pero es que para P. llegar puntual supone media hora de antelación.

Apenas había cuatro gatos cuando llegamos, pero ya había ambiente. Las metas hinchables, la música a toda pastilla (electro latino de ese tan malo, pero en fin), las niñas y niños con sus camisetas rosas de la organización… MiniP era un hatajo de nervios, quería saber por dónde íbamos a ir, y quería salir ya. Entretanto esperábamos a los sobrinos, que venían con TíoJ, pero no llegaron a tiempo. Nos llamaron a la línea de salida y ahí que nos plantamos los tres, MiniP sufriendo porque sus primos no habían llegado.


Dieron la salida, y de primeras tuvimos que subir una cuesta algo empinada. Papá en Apuros le plantó la mano en la espalda a MiniP y ahí que fueron subiendo. Pero yo… No, no es que me pesara el culo (posibilidad que cabía, de hecho), el problema fue otro. Yo que creía que las complicaciones se habían terminado el sábado… Pues no. Cuando arranqué con la bici me percaté de que el manillar estaba torcido con respecto a la rueda, no mucho, pero torcido al fin y al cabo. Se lo dije a Papá en Apuros que me aseguró que lo había dejado bien. Él siguió hacia arriba con MiniP y yo casi me caigo porque no solo estaba torcido, sino que no estaba apretada la tuerca, por lo que en una pequeña maniobra se torció del todo y yo casi voy al suelo. Pero no.

Papá en Apuros ni se percató de que me quedaba atrás, pero tuve la gran suerte de ser casi atropellada por mi cuñado. Afortunadamente él siempre lleva herramienta (lleva un Leroy Merlin dentro de la mochila) y me apretó el manillar en un pis pas.

Ahí pude ver el primer atisbo de la gran organización de la marcha: uno de los del Club nos esperó hasta que estuvimos listos para mostrarnos la ruta. Y por fin, con el manillar arreglado, iniciamos carrera mis sobrinos, su padre y yo misma. Por suerte cogimos a los demás enseguida.

La ruta era sencilla pero no llana. Plagada de cuestas, arriba o abajo, daba igual porque era lineal y las que cogías hacia abajo en la ida te tocaba subirlas a la vuelta. Enseguida llegamos al primer punto de avituallamiento, para los de la ruta corta, que sería en torno a 6 km. Los sobrinos quisieron dar la vuelta ahí, pero su padre les instó a continuar. MiniP quiso seguir. Ella iba a por la larga, y cuando se le mete algo en la cabeza…

Continuamos y, con alguna dificultad en algunos tramos, sobre todo en las cuestas arriba que se hacía atasco porque la mayoría se bajaba para empujar la bici, llegamos al punto de avituallamiento de la ruta larga: ahí daríamos la vuelta para retornar al punto de salida.

Los de la organización tenían montado un chiringuito donde nos ofrecían fruta cortada (plátano, sandía y melón), y bebidas energéticas para reponer. Hubo fruta y bebidas para todos, no faltó hidratación ni alimentación para nadie. Desde el primero hasta el último sació sed y hambre. Y debo decir que tras una ruta a las 10 de la mañana a pleno sol de junio, la sandía entra de miedo.


Tras un rato de asueto, en el cual MiniP con su primo MiniA se entretuvieron en regar las plantas con Aquarius, por si tenían sed, y el mayor, MaxiS, protestaba porque la ruta era muy larga y tenía muchas cuestas, volvimos a la carga. Esta vez nos repartimos mejor, y cada adulto nos encargamos de un niño. Yo me quedé con mi sobrino el mayor, al que le costaron algunas subidas pero que en general lo hizo muy bien. Para no gustarle mucho la bici, no se le dio mal. Papá en Apuros asistía a MiniP, la subía empujándola con una mano en la espalda. Y TíoJ con MiniA.

A un kilómetro y medio de la meta, en una de las paradas para cruzar una carretera, MiniP miró muy seria a su padre y le dijo: Papá, tenía que haber escogido la ruta corta. Pero como ya era tarde, Papá en Apuros se encogió de hombros y escondió la sonrisa, para que la peque no se enfadara. Lo podías haber pensado antes, le dijo, en cambio, que llevo toda la ruta empujándote en las cuestas arriba...

La organización se había encargado de hacernos cruzar las dos carreteras que cruzaban el circuito con total seguridad, parando el tráfico tanto a la ida como a la vuelta. Se encargó también del avituallamiento en ruta. Y nos recibió con más avituallamiento: más bebida energética y un festín digno de campeones. Había tortilla, ensaladilla rusa, embutidos, fruta. No faltaba de nada.


A MiniP se ve que se le despertó el hambre, porque se comió cuatro cuadrados de tortilla, pese a que en principio la declinó porque, según ella, no le gustaba. Los demás también picamos y repusimos líquidos. Lástima que como era una marcha destinada a los más pequeños no disponían de cerveza, habría sentado de miedo…

Por suerte el fin de semana terminó mejor de lo que había comenzado. La carrera fue muy divertida, con tanta camiseta rosa, y cada niño y niña esforzándose al máximo junto con los adultos. La organización se merece una medalla de oro, estuvimos muy a gusto y se nota el detalle con el que habían preparado todo.

Fue la primera vez que participamos, pero dejamos marcado en el calendario el evento, porque va a ser uno de nuestros fijos en familia.

PD: Las fotos son de la organización, las podéis ver en el blog del Club Cliclista La Morcuera.

1 comentario:

  1. Pues al final fue todo muy bien. Y tu hija, una campeona! Aunque al final se arrepintiera de coger la ruta larga. Pero la completó!
    Besotes!!!

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