Hay un miedo extendido a no nombrar esta enfermedad. El cáncer, la palabra en sí, es como tabú en nuestra sociedad.
Quizá es porque la palabra se ha hecho sinónimo de muerte. Al menos así lo veo yo. Así lo estoy viviendo. No porque me vaya a morir, que espero que no (estoy casi convencida que al menos no de esta), pero por lo que veo en los ojos de las personas a las que les cuento lo de mi tumor.
Siempre es igual, cambia el gesto, y hay un instante, un momento, en el que brilla una especie de chispa en sus iris. Esa chispa que ya te está enterrando, que te mira con pena, a ií y a tu hija si está contigo. O a tu marido. Ese gesto con la boca, metiendo un poco la comisura hacia dentro como diciendo: qué vida más puta, pero menos mal que te ha tocado a ti y no a mí.
Bueno, supongo que este último pensamiento es lícito tenerlo. Todos deseamos el mal fuera de nuestras vidas, yo incluida.
En base a estas experiencias, me cuesta más contarlo. No me cuesta hablar del tema, me encanta hablar de mí misma (¡a quién no!), y es la mejor manera de monopolizar una conversación. Llegas a un grupo de personas, dices: “¡tengo cáncer!”, como quien suelta una bomba y ya está: el resto del día son preguntas exclusivas sobre tu persona. Y sí, me encanta hablar de mí misma, pero hay ciertos contextos en los que no. Y sentir manitas frotándome la espalda como si fuera una pobrecita que no tiene esperanza pues como que no. Atenciones las justas y las sanas, por favor.
A mi también me cuesta nombrar la enfermedad, pero no es por miedo. No es porque me de miedo decir que tengo cáncer, pero sí que es verdad que cuando dices el nombre suena como cavernoso, como con eco, como si fuera gigante. Y yo no quiero tomarme mi enfermedad como algo gigantesco a lo que casi no podré vencer. Quiero tomármelo como una enfermedad, ni más, ni menos. Es una enfermedad tratable, que no será agradable de vencer, pero a la que voy a hacer frente sin hacerme yo pequeña. ¿Perderé el pelo? Puede. ¿Me cagaré en los muertos del diablo? Seguro, soy mucho de blasfemar. Pero no perderé las ganas de luchar. Eso nunca. Y para hacerlo más pequeño, para no amilanarme frente a ese nombre que es casi sinónimo de muerte, prefiero utilizar otros apelativos. Así, en plan cariñoso. Voldemort, por eso de ser un nombre prohibido, ya que el mago oscuro es El-que-no-debe-ser-nombrado. La enfermedad, el diagnóstico, el mal, y volvemos a Voldemort. Es el que más me gusta porque además me imagino el tumor como al mago malvado en la primera película, que iba adosado al lomo del profesor como un amasijo de carne mal puesta. Lo imagino con mala cara, lleno de bultos y escupiendo sangre (casi todo el día, qué molesto es el jodío). Imagino que se enfada cuando voy a correr y por eso voy casi todos los días. Imagino que sonríe cuando me da un pinchazo y hace que me siente en el sofá, y por eso, por fastidiarle, me levanto y me pongo a hacer cosas. Así me lo imagino yo, un bulto deforme con cara desagradable en el cuello de mi útero, que intenta paralizarme. Por supuesto, no se lo permito.
Quizás sea causa de mi imaginación hiperactiva unida al hecho de tener más tiempo libre, pero me hace gracia imaginarlo así. Disfruto como una malvada de película imaginándome el bombardeo que supondrá la radio y la quimio. ¡Achichárrate, Voldemort! ¡No volverás a hacerme sangrar! ¡Vuelve a la oscura caverna de donde saliste! Una guerra es una guerra y aquí no hay concesiones.
El caso es que, lo llame como lo llame, soy consciente de lo que tengo. Soy consciente de la gravedad del asunto, pero no necesito a nadie que me recuerde con una simple mirada que estoy en el abismo. No quiero mirar abajo, porque me podría caer. No quiero que miren a MiniP con pena, porque aún no está huérfana, y hay un porcentaje muy cercano a 100 de posibilidades de que no lo esté en un futuro inmediato.
De modo que no lo llamaré cáncer. Mi tumor a partir de ya tiene nombre y será Voldemort. Por favor, no lo digáis muy alto no vaya a ser que J.K. Rowling venga y me pida derechos de autor…
Y cómo buen@s Harry Potters,lo venceremos, con nuestra actitud, siempre positiva, siempre luchadoras y bomvardeandolo siempre, bss mí amor
ResponderEliminarPues claro que lo venceremos, ma, que otra cosa no, pero guerreras somos un rato...
Eliminar¡Besotes!
No creo que la gente piense que es mejor que le haya tocado a otro y no a uno mismo, puedes tener el peor enemigo del mundo y aún así no desearle mal a nadie, en mi humilde opinión.
ResponderEliminarGracias por tu opinión, Anónimo. Lejos de mi intención hacer creer que la gente se alegra de que tenga cáncer. Pero una cosa no quita la otra, creo que de forma inconsciente nos alivia que le haya tocado al de enfrente y no a nosotros, lo que no quiere decir que nos alegremos del mal ajeno.
Eliminar¡Saludos!
Sí, existe esa tendencia a no nombrar las cosas por su nombre. Fíjate que mi abuela (a la que no le gustaba el que desde hace 55 años es mi pareja en la vida) me decía que era porque era muy flaco (si lo viera ahora, tan orondo él) y que seguro que iba a tener pronto "una mala enfermedad". Para ella la mala enfermedad era la tuberculosis, imagínate.
ResponderEliminarMi padre tuvo cáncer a los 60 años y lo venció (murió 25 años después y no de cáncer). Todos pensamos que su actitud positiva y el vivirlo sin hacer de ello una tragedia contribuyó mucho a ello. Ánimo y a darle un buen corte de mangas a Voldemort.
En ello estoy, tengo buen ánimo y también hay muy buen pronóstico. Sí es verdad que las enfermedades más graves no se han nombrado nunca, somos de supersticiones, qué le vamos a hacer...
EliminarGracias por contarme la historia de tu padre.
¡Besotes!
Si alguna vez miras para abajo, no te preocupes que no te vas a caer. Va a haber muchas manos agarrándote. Una de ellas la mía. Y oye, que yo ya le gané a Voldemort hace 23 años! Así que venga, que tú eres más campeona que yo. A Voldemort, ni agua! Por cierto, ahora que lo pienso... Estaba ya Voldemort hace 23 años? O soy más vieja que él?
ResponderEliminarBesotes!!!
Parece mentira, Margari, pero os noto a todos y todas ahí, conmigo, sujetándome para que no me caiga. Madre mía, tú pasaste lo tuyo también. Pero mira, me alegra saber que lo superaste y que ahora estás estupenda, eso me da más ánimos.
Eliminar¡Besotes!
Es verdad qeu la palabra da miedín, pero cada vez menos. Dos de mis tías han tenido recientemente cáncer de útero (y entre ellas no son hermanas, ahora que lo pienso); a cada una se lo han tratado de diferente manera, pero las dos están ahora estupendamente libres de la enfermedad; del Voldemort de las narices jejeje.
ResponderEliminarMe alegro de que estés tan positiva y le estés dando un mal rato al que no debe ser nombrado. Al final desaparecerá porque no puede soportarte más jejejeje
Un besazo!
La palabra cáncer en esta sociedad parece sinónimo de muerte. Pero no tiene por qué, la verdad. Me alegro que tus tías estén libres de Voldemort alguno, yo aún lo tengo aquí pero en breve me deshago de él, ya lo veréis.
Eliminar¡Besotes!
Voldemort es un mindundi que no te va a hacer sombra. ¡Te lo aseguro! Me ha gustado leerte en esta entrada. Es más, pienso que mucha gente debería pasar por aquí y asimilar tu mensaje. Me alegra verte fuerte y con ganas. ¡Además, somos muchos en Hogwarts para acompañarte en este camino! Mil besos para ti.
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