viernes, 2 de febrero de 2018

Mamá en Apuros de Canguro



El karma es un ente caprichoso. Estaba yo preocupada por cómo podría devolverle el favor a esas Mamás en Apuros que se encargaron de MiniP cuando yo no podía, que ni en cien vidas sería capaz, cuando llegó el karma, con su genial sentido de la oportunidad y me lanzó encima una losa de cien kilos.

«¡Toma, bonita, no penes más que ya estoy aquí!», me dijo, y se marchó alegremente para entregar más justicia divina por el universo.

Y ahí me quedé yo: que pasé de ser un plan b a un plan a en cuestión de segundos. Y para cuidar a una niña de cuatro años, nada menos.

Me preguntó una amiga que si podía hacerme cargo de su hija porque trabajaba y nadie de su entorno estaba disponible. Por supuesto dije que sí, no fuera a ser que el cachondo del karma me estuviera mirando y además pensé que tampoco sería para tanto. Total, ya he criado a una, sé lo que es tratar con una enana.

Ay, amiga, qué equivocada estaba.

Llegó el sábado, y puntual llegó B a dejarme a MiniN. Para empezar, las madres tenemos la memoria atrofiada. Creo que es por algo de supervivencia de la especie, porque solo recordamos cosas buenas. A mi lo que más me alucina es que ya no me acordaba de lo pequeñas que pueden ser las niñas de 4 años. Según me vio me dio un abrazo, un pago adelantado por lo que vendría después, y su madre marchó a trabajar con la preocupación que llevamos todas las madres de hacer cargar con nuestras pequeñas bestiecillas a otras personas que no están acostumbradas.

"¡No te tires Gustavo, que solo son dos horas!" "No puedo más con la vidaaaa"

MiniN es un encanto. Me dio conversación todo el camino a casa. Y cuando llegamos también. Y durante todo el rato que estuvo en casa. Yo creía que MiniP hablaba mucho pero esta chica la superaba con creces. 

Luego, además, no paraba. Veía algo que le llamaba la atención: pues allá que iba con el dedo en ristre y la pregunta saliendo de su boca:

—¿Esto qué es?

—Eso es una casa de las Pin y Pon.

—Lo quiero. 

—Vale.

—¿Esto qué es?

—Un joyero.

—Lo quiero.

—No.

—¿Por qué?

—Porque es para guardar collares.

—Quiero ponerme un collar.

—No, que se pueden romper.

—Pero no lo rompo. Es que me lo quiero poner.

Y así con todo.

Jugó con casi todos los juguetes que tenía MiniP en su cuarto, y como buena hija única y (más importante aún), nieta única, tiene un montón. Luego sacamos un juego de mesa acorde a su edad y nos pusimos las tres a jugar: MiniP, MiniN y yo. Jugamos cuatro partidas seguidas. ¡Cuatro! Dos ganó MiniN y otras dos MiniP. Acabé apalizada. Y dejamos de jugar porque se aburrió.

Llevaba una hora en casa y yo ya empecé a mirar el reloj a cada rato, deseando que llegara la hora. Se portó muy bien, era obediente y no tocaba nada sin preguntar primero, pero no paraba quieta ni un segundo. ¡Hasta cansó a MiniP! Se sentó en el sofá, pidió ver dibujos, y no respondió ni a las llamadas de MiniN para que fuera a jugar. 

Yo no sé si es que, como he dicho antes, ya no me acordaba, o es que MiniP fue más tranquila, pero no me esperaba que una niña de 4 años tuviera tantísima energía. Sé que tienen, pero esto era exagerado. También es verdad que estaba medicada, con Ventolín, y ese medicamento hace que se pongan más nerviosos. Pero no sabía que tanto…

El sábado se fue con su madre más contenta que unas castañuelas, vestida con un disfraz de princesa que a MiniP se le había quedado pequeño, y con la promesa de descansar mucho para volver el domingo. Yo me eché la siesta, pero es que a MiniP no se la escuchó en toda la tarde, entretenida con sus cosas, sin armar ruido ni bailar que es lo usual en ella.

El domingo fue más de lo mismo: energía a raudales. Pero como hizo mejor día cuando aún quedaba un rato para que llegara su madre me las bajé al parque. Allí se pusieron a jugar con los columpios y demás y me dejaron a mi un rato en paz. 

Luego en la despedida todo fueron dramas: no quiero irme, no quiero que se vaya, me quiero quedar, quiero que se quede… Finalmente me arrancó la promesa de repetir otro día, pero puse la condición de que me tenía que recuperar primero. 

Que ya no estoy para estos trotes…

PD: Es verdad, acabé agotadísima, pero volvería a repetir las veces que fuera necesario.


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3 comentarios:

  1. Ay, ¡esa energía de los terribles 4!
    Ven un día a mi casa y verás qué bien te lo pasas con Princesa, Príncipe y Principito. ��
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. A tu casa voy cuando haga falta, pero antes tengo que prepararme bien... ¡No tengo tanta energía!
      ¡Besotes!

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  2. Tienen una vitalidad los niños a esta edad... Cómo cansan... Pero luego nos dan tan buenos ratos, que hasta ese cansancio nos gusta.
    Besotes!!!

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