viernes, 9 de enero de 2015

¡Mamá en apuros se divierte!



Tengo una red de mamás que nos conocemos más o menos desde que nuestros peques tenían un año. La cosa empezó poco a poco, viendo a los mismos en el mismo parque los mismos días, jugando con los peques y hablando con los papás. Luego alguno de ellos dio el paso de invitar al cumpleaños del retoño (la celebración de los dos años), y a partir de ahí ya lo demás fue rodado. Intercambio de teléfonos, la llegada del whatsapp y nuestra predisposición para charlar hizo lo demás.

Para enraizar aún más fue con una de esas mamás con la que me inicié en el running, y la red se fue ampliando. Se unió a correr otra mamá con retoño de la misma edad que el nuestro, que no solía ir al mismo parque pero nos dio igual. De la mano de esa mamá vino su vecina, con un niño también del mismo año, y así fueron pasando los años y lo que eran meras conocidas del parque se convirtieron en amigas.

Pues este año fuimos un paso más allá. Con la excusa de las navidades, una de ellas propuso (en el grupo de WhatsApp, que a veces sirve para algo) organizar una cena con la consiguiente copichuela después. A todas nos hizo ilusión y gracia, y nos apuntamos. La mayoría de nosotras, como a mi me pasa, habíamos olvidado la última vez que salimos. En mi caso particular hacía un año que no me iba de fiesta propiamente dicha. Porque para mi ir de fiesta significa bailar hasta reventar, con borrachera opcional, y eso con Papá en Apuros no lo tengo. Salir sí, pero él no es muy bailongo, y me siento un poco idiota bailando sola. Y que, admitámoslo, no es lo mismo salir en pareja que en grupo.

La organización fue un poco desastrosa. Ninguna sabíamos dónde ir, por el motivo que ya he explicado antes. Los garitos que estaban de moda cuando teníamos por costumbre salir a quemar la ciudad ya no están, y, en mi caso, no conocía ninguno porque a mi me ha ido siempre más el rock, y no tanto la música comercial. Además, discotecas no conocía ninguna porque yo he sido siempre más de bares... Si no llega a ser por una de las mamás, que se preocupó de ofrecer lugares y buscar menús habríamos acabado comiéndonos una hamburguesa en el aparcamiento, medio muertas de frío...

En el proceso algunas de las mamás estaban indecisas, con otros compromisos, de modo que nos quedamos seis para celebrar la reunión. Finalmente teníamos reserva, en una localidad cercana a donde vivimos (que no es un pueblo muy grande, con muy poco ambiente), y cerca de la zona de garitos para bajar después la comida bailando. Llegó el día, y fuimos cinco. Una de nosotras, B. tuvo que quedarse en casa porque su hija le había pegado la bronquitis.

Las demás nos emperifollamos cada una en nuestro estilo y medida y nos fuimos dispuestas a pasar una buena noche. Y vaya si lo fue.

El local donde cenamos era pequeño, un bar normalito, pero donde nos trataron como a reinas. El menú fue tremendo, de cantidad de comida y de lo rica que estaba, y lo regamos todo con un vino tinto que nos supo a gloria. Hablamos de todo, sobre todo de los hijos, pero también de otras muchas cosas. Nos reimos muchísimo, y según corría el vino más nos reíamos.

Luego nos fuimos a bailar. Resultó que el lugar de marcha no estaba tan cerca como parecía, y tuvimos un pequeño paseo donde nos pudimos despejar un poco, y nos reímos aún más. Los temas de conversación iban y venían, a veces nos quedábamos a medias con uno porque de repente salía otro más jugoso, y cada una de nosotras ofrecíamos nuestro beodo punto de vista. No íbamos muy borrachas, al menos no la mayoría. A una de nosotras le afectó más el vino que a las demás, quizás por la masa corporal, quizás porque sin darse cuenta se encargó ella solita de botella y media. El caso es que la mujer debía andar agarrada a nuestro brazo, pero gracias a ella tuvimos aún más risas en lo que quedaba de noche.

Los locales de música estaban llenos. Había mucha gente de nuestra edad (a la mesa nos sentamos cinco mujeres de la misma generación, apenas había uno o dos años de diferencia entre nosotras), e incluso más mayores, lo que nos hizo sentirnos jóvenes (o muy bien conservadas, cualquiera de las dos opciones es válida). El caso es que el calor del vino animó nuestras venas y bailamos música de los ochenta, de la actualidad y también porquería que algunos llaman música y yo llamo tortura. Tomamos más copas y movimos el cuerpo, nos dio igual si bien o mal.

Nuestra amiga, la que llevaba una destilería en lugar de venas, nos hizo deprimirnos mucho aquella noche. Es una chica guapa, muy delgada a pesar de haber tenido dos hijos (hecho por el que la odio un poco), con el pelo larguísimo y una sonrisa casi perenne en los labios. El caso es que la chica llamaba la atención, y se le acercaron un montón de chavales para decirle hola. Ella, en lugar de espantarlos como hicimos las demás con los pocos que se atrevieron siquiera a mirarnos, hablaba con ellos. Les daba conversación, y supongo que, aunque les decía que estaba felizmente casada, también esperanza. A ciertas horas tan solo el hecho de que te contesten da esperanzas a cualquiera. Las demás bailábamos y nos reíamos de la colección de chicos que estaba reuniendo en una sola noche. Y, secretamente, la odiábamos un poco. No hay peor cosa que en un grupo de chicas solo una ligue. Da igual que ninguno tenga esperanza de prosperar, lo que queremos a estas alturas tan solo es un poco de autoestima.

Debo decir que nuestra amiga no llego a casa. Sufrió un pequeño "accidente" por el camino. Las demás hicimos un pacto de silencio que jamás romperemos... ¡Que no! ¡Es broma! La pobre llegó, aunque no puedo responder por las condiciones...

Casi amanecía cuando me metí en la cama. Cansada pero contenta. Una noche así puede salir bien o puede salir muy mal. No hay nada peor que aburrirse en una cena grupal, a mi me ha pasado varias veces. Pero nuestra primera cena navideña de mamis no pudo salir mejor. Incluso nos quedaron ganas de repetir más veces.

Eso sí, a la mañana siguiente, cuando con dolor de cabeza y pocas horas de sueño tuvimos que hacernos cargo de nuestros pequeños ya no nos pareció tan divertido...

3 comentarios:

  1. Qué bien lo pasasteis qué gozada me alegro. Yo llevo casi dos años sin salir de juerga pero es lo que toca ahora. Besos.

    ResponderEliminar
  2. Hay que aprovechar bien esas escapadas! Y desde luego lo hiciste!
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  3. Seguro que repites y antes de final de año.

    ResponderEliminar

Te invito a comentar, pero siempre desde el RESPETO. Me guardo el derecho a borrar cualquier comentario que considere que falta al respeto de cualquier manera. ¡GRACIAS!