viernes, 20 de noviembre de 2015

Taller Literautas Septiembre: El sobre morado

Ya os he hablado aquí del taller Literautas. En septiembre ha vuelto a empezar, tras el parón de las vacaciones, y ya tenía ganas, muchas ganas, de taller. La norma de septiembre era que apareciera en el texto "el sobre estaba vacío".  A mi me surgió la siguiente historia:

EL SOBRE MORADO

Llegó tan cansada que casi se salta la rutina de abrir el buzón. Se había vuelto a quedar a echar horas, a terminar los pedidos, y con éste ya llevaba cinco días seguidos de jornadas extendidas. Su trabajo no consistía en estar sentada en una silla ocho horas, pendiente del ordenador. No. Ella tenía un trabajo físico, en el que debía cargar peso y seguir el ritmo durante toda la jornada. Por eso después de cinco días llegaba con los pies arrastrando y el alma a cuestas.

Casi pasa de largo el buzón. Aunque nunca le llegaba nada lo miraba todos los días. Ecos de su infancia, de cuando tenía muchos amigos postales y casi todos los días le llegaba una carta a casa. Ahora siempre se quedaba con las ganas, o con la desilusión de ver una carta y comprobar que era del banco.

Pero hoy tenía una sorpresa deparada. Abrió la puertecilla metálica y descubrió un sobre morado, de papel de alto gramaje, opaco a la luz.

Se mordió el labio inferior, una medio sonrisa quería escaparse de su boca. Pero el cansancio era más fuerte y no apareció. Miró el sobre durante lo que le pareció una eternidad, miles de años podrían haber pasado sin ella enterarse.

¿Qué podría ser? Se preguntó. ¿Quién le habría escrito?

De repente una parte de su cerebro se reactivó y enseguida comenzó a hacer elucubraciones. Por el tipo de sobre parecía una invitación de boda. Pero no sabía de nadie que se fuera a casar, y esas cosas se sabían. La única pareja de su entorno que había estado cerca de casarse habían sido, precisamente, ella y su novio. Pero no salió bien, y por eso ahora vivía sola y se veía obligada a echar horas extras en el trabajo. Arrugó el ceño y sacudió un poco la mano, como para espantar una mosca o los malos pensamientos.

No, invitación de boda no sería.

Quizás tenía un admirador secreto. Preferiría que fuera una nota de un admirador a que fuera una carta de su exnovio pidiéndole perdón. No quería volver a ser segundo plato de nadie, él hizo su elección y no fue a ella a quién escogió. Ya lloró bastante y ya lo superó. No quería volver a pensar en ello. Pero en un admirador…

Tal vez la había visto por la calle, o era algún vecino. Seguro que le había llamado la atención pero no se atrevía a decirle nada en persona. No era nada descabellado. No estaba en su mejor momento, pero sabía que era atractiva. Seguro que sería un admirador.

Se dio cuenta de que llevaba un rato admirando el buzón abierto y el sobre de su interior, y miró a los lados, avergonzada. No había nadie en el portal, lo que le hizo suspirar de alivio, y estiró la mano para coger el sobre.

Era áspero al tacto. Lo miró por el anverso y el reverso. No había nada escrito. Sus dedos viajaron solos hacia el cierre y comprobó que no estaba pegado. Abrió la solapa mientras sentía el corazón acelerado.

Esperaba una carta. O tal vez algún recorte. Incluso habría entendido que hubiera letras cortadas de una revista, como hacían los psicópatas de la tele. Pero no estaba preparada para lo que encontró.

El sobre estaba vacío.

Cerró el buzón con hastío y se encaminó hacia su casa. Hoy sería otro día igual, nada marcaría la diferencia.

1 comentario:

  1. Qué desesperanza en este relato... Has sabido plasmar muy bien el cansancio de la protagonista, su monotonía... Y esa ilusión por parecer que esa vida monótoma parecía que iba a cambiar. Pero no...
    Besotes!!!

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