viernes, 19 de febrero de 2016

Mamá en apuros: El diente





Todo empezó una tarde, después del baño. MiniP ya llevaba varios días raruna, como cansada y mimosa, enseguida se ponía a llorar y pedía muchos mimos. Me recordaba a algo, aunque no era capaz de establecer exactamente a qué. 

- Mamá, me duele la boca -. Me dijo, mientras le secaba el pelo con la toalla. 

Se lo miré y aprecié la encía un pelín inflamada justo por detrás de uno de los paletos de debajo. 

- Uy, MiniP - le dije, casi emocionada - Aquí tienes un diente esperando para salir. 

- ¿Sí? - se le iluminaron los ojos de la emoción. 

Le anduve toqueteando un poco la encía, y ya de paso se me ocurrió testear el diente. Fue toda una sorpresa (y lo digo de verdad) descubrir que se le movía. 

- ¡MiniP, se te mueve un diente! 

Yo no sé quién se emocionó más, si ella o yo. Chilló de alegría y llamó a su padre a gritos. 

- ¡Papá, que se me mueve un diente! 

Enseguida quiso llamar también a sus abuelos y contárselo a sus primos, y no dejó de tocarse el diente desde ese mismo momento con la lengua. 

Su padre y yo intercambiamos una mirada entre alegre y apurada, en la que nos dijimos todo sin hablar. ¿Cómo podía haber pasado ya tanto tiempo? Si ayer llevaba pañales y hoy ya le están saliendo los dientes definitivos. Es algo curioso cómo funciona el tiempo, el cabrón va pasando segundo a segundo, de puntillas, para luego darte el susto. Sí, ya tiene cinco años y un diente de leche que se le menea. Aunque, por otro lado, sigue habiendo cosas que te recuerdan a ese bebé que una vez fue. MiniP lo pasó fatal con la dentición, y (aunque no esté muy bien decirlo) nosotros, su padre y yo, también. Fueron fiebres, noches sin dormir, llantos por cualquier cosa. Le dolió mucho y se ponía muy tonta cada vez que le daba un arrebato a los dientes. Por eso me recordaba a algo el estado de ánimo que tenía. 

Pasaron unos días y el diente se le seguía moviendo, pero nada exagerado. Una tarde, otra vez después del baño, porque la hora del baño, para mí, es el momento de la inspección, se lo examiné de nuevo. Cuál no fue mi sorpresa que me encontré el otro dientín ya asomando por la encía. Pero el de leche parecía que no se quería mover mucho más de lo que ya lo hacía. Además, cuando intentaba enseñarle a su padre lo que se meneaba el diente le entraba la aprensión, y nos animaba amablemente a dejar de tocarlo. Y luego se ríe de mí con lo de las arañas. 


Al ver que no se le caía, decidí llevarla al dentista. Necesitaba una opinión experta, porque no estaba segura si el diente podría salir torcido, y, no nos engañemos, el tema es más serio de lo que parece. Que cuesta una pasta ponerse aparato hoy en día… 

Pedí cita para por la tarde, pero el dentista de la seguridad social tiene unos turnos algo extraños y me dieron para por la mañana. 

Precisamente unos días atrás MiniP me protestó porque nunca la había sacado de clase para ir al médico. Como casi siempre he trabajado de mañana, pedí los doctores por la tarde, y si la tengo que llevar no interfiere con el horario de las clases. Pero justo el dentista nos solucionaría el tema. 

Le puse una nota a su profesora para que supiera que pasaría a buscarla, y a la hora convenida pasé por secretaría para rellenar todo el rollo burocrático que supone sacar a la niña del cole a horas que no son convenidas. La bedela fue a buscarla a clase y apareció ella tan contenta poniéndose el abrigo. 

De camino al médico (está como a cinco minutos), ella iba muy contenta, pero yo iba recordándole todo lo positivo que suponía ir al dentista. No es que me hubiera vuelto loca, no, porque además yo odio ir al dentista, pero llevaba como una semana diciéndole que a lo mejor teníamos que ir al dentista y cada vez que lo nombrábamos se ponía hecha una furia, se tapaba la boca con las manos y que no iba, que no iba y que no iba. Creo que fue un factor determinante de su buen humor el que la tuviera que sacar de clase, o al menos lo veo ahora como algo positivo. 

Según llegamos nos hicieron entrar. Otro factor positivo. El médico me preguntó y yo le solté mi retahíla de madre histérica: le está saliendo el nuevo sin que se le caiga el viejo y no sé si eso va a hacer que le salgan colmillos extragrandes y torcidos. Bueno, quizá la parte de los colmillos la obvié. Sí que le dije que, como no sabía si estaba bien o no, había preferido llevarla para que lo determinara un experto. 

- Si está bien, nos vamos y punto – le dije. – Pero yo me quedo más tranquila. 

La enfermera se partía de risa. De verdad que no sé muy bien por qué, le debí caer simpática. 

Sentaron a MiniP en el sillón. Ella sonreía de oreja a oreja. Abrió la boca cuando se lo pidieron y ni pestañeó cuando el dentista le tocó el diente. 

- Voy a ponerle un anestésico en spray en este algodón – me dijo, y me mostró un algodón de los redondos. 

Yo creía que se lo iba a aplicar a la encía o algo, pero en lugar de eso le dio al diente que se movía tres algodonazos, que en el tercero el paleto cayó al suelo. 

Fue cosa de visto y no visto, yo diría que habían pasado dos segundos y mi peque ya no tenía diente. Sangraba un poquito, pero el doctor le puso el algodón en el hueco y le pidió a MiniP que mordiera. Yo ahí no pude mirar, porque me da una dentera horrorosa, que lo paso fatal cuando tengo que ir yo al dentista. 

Recuperamos el diente, importante tesoro para dejar al ratoncito Pérez, dimos las gracias y volvimos al colegio. De camino MiniP iba súper feliz. Y lo sé no por mis súperpoderes de madre, que también, sino porque cada dos segundo soltaba una risita tonta. Tan tonta, que porque no le vi al dentista ponerle anestésico, que si me hacen jurar yo hubiera jurado que mi hija iba drogada perdida. 

- Jijiji, jiji. Mamá, esta noche viene el ratoncito Pérez. 

- Sí, cariño. 

- Jijiji, jiji. ¿Le puedo enseñar el diente a mis amigos? 

- No, mi vida, que se puede perder. 

- Enséñamelo. Jijiji, jiji. 

- Ahora no, cielo. 

- Mamá, jijiji, jiji. 

- ¿Qué? 

- ¿Sabes por qué me río tanto? Jijiji, jiji 

- ¿Por qué? – cada vez que me hace una pregunta se espera a que conteste, y si no lo hago me lo puede repetir hasta el infinito. 

- Porque estoy muy feliz. Jijiji, jiji. 

El caso es que la risa que tenía era contagiosa, y así fuimos las dos hasta el cole, riéndonos como tontas que se han fumado media plantación de marihuana. Aún no las tengo todas conmigo con que no la drogaran… 

Cuando la dejé en clase fue la reina. Se sentó en el suelo (estaban en la asamblea), y se acercaron a ella cuatro o cinco niñas y niños para que les enseñara el hueco. Ella sonreía y bajaba el labio más de lo habitual para dejarlo a la vista. Y seguía riendo. No habíamos tardado ni un cuarto de hora desde que la recogí, pero la dejé el triple de feliz. 

Por supuesto la felicidad le duró hasta el día siguiente, cuando se levantó y descubrió que en la mesilla, donde habíamos dejado el diente con un cartel para que el ratoncito Pérez lo encontrara, ahora había un peluche de Chase, el perro pastor alemán de La Patrulla Canina. Aunque no volvió a reírse con esa risita tonta. 

Tengo que preguntarle al dentista qué llevaba ese spray…. 

4 comentarios:

  1. Felicidades, a los tres.
    Como pasa el tiempo, eh?
    Yo es lo peor que llevo, LOS DIENTES. Por Dios.Me aterra el tener que verle la boca, menos mal que de eso se ocupa su padre, al que le aterran los murciélagos.
    Hay miniP que ya le queda poco para la adolescencia, jajaja.

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  2. Qué mona!
    QUé bonita es la niñez :)
    Besos y enhorabuena!

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  3. La infancia está hecha de grandes momentos fascinantes: cuando te miran por primera vez, cuando pronuncian la primera palabra con significado, cuando se mantienen en pie, cuando dan el primer paso... Es el descubrimiento del mundo, mucho más importante que cuando el hombre llegó a la luna. Este momento de miniP es otro paso más hacia la vida adulta. Es para estar feliz. Pero es verdad que da cierta pena...
    Disfrútenla mucho.

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  4. Si es que pasa el tiempo de una manera... Yo también tuve problemas con los primeros dientes de mi hija, que no se le caían ni a tiros. Y también fuí al dentista preocupada. Hoy me alegro de haberla llevado desde chiquitita, que va siempre de tranquila al dentista. Que ella ha llevado siempre retraso con esto de los dientes. Tiene doce años y aún tiene algunas muelas de leche... Lo que sí le ha venido este mes pasado ya es el período... Ays, cómo pasa el tiempo!!! No quiero que pase tan rápido!!!
    Besotes!!!

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