lunes, 29 de febrero de 2016

Siempre hemos vivido en el Castillo, de Shirley Jackson




Sinopsis (contraportada): “Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto.” Con estas palabras se presenta Merricat, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo, que lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo. Allí pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julian, que va en silla de ruedas y escribe y reescribe sus memorias. La buena cocina, la jardinería y el gato Jonas concentran la atención de las jóvenes. En el hogar de los Blackwood los días discurrirían apacibles si no fuera porque los otros miembros de la familia murieron envenenados allí mismo, en el comedor, seis años atrás.

Sólo puedo describir esta novela con una sola palabra: espectacular. Es una novela corta, de algo más de doscientas páginas, a la que no le sobra ni le falta ninguna coma. La narración es deliciosa, plagada de imágenes bellísimas, y que te transporta a la atmósfera totalmente asfixiante en la que viven Merricat y su adorada Constance.

Es Mary Katherine, Merricat, quien cuenta la historia en primera persona. Y es desde su punto de vista enfermizo e infantiloide que vas desgranando una historia, que al final no es que tenga mucha sorpresa, pero que tampoco preocupa por ello. Es cierto, no hay una súper revelación, en el fondo, según iba leyendo, me iba imaginando la verdad de los hechos, pero da igual, tu mente lo obvia porque los personajes son completamente adorables. Tanto Merricat, que es la que se mueve, la que va al pueblo y soporta las miradas de todo el mundo, los susurros, los insultos, que explora en su propiedad, que entierra tesoros y que cree en los amuletos mágicos; como Constance, con su agorafobia, siempre cocinando lo que da la tierra y cuidando del tío Julian, también consintiendo a Merricat, son geniales. Ambas, en su papel, con sus heridas, con sus cicatrices, se quieren, se consienten y se adoran. Y no necesitan a nadie más en sus vidas.

La atmósfera que se crea en el libro es sencillamente angustiante. Hay escenas en las que me ha costado llorar, de tanto que he empatizado. Una de ellas, al principio, cuando Merricat va al pueblo y se ve acosada por todo el mundo, te hace encogerte de miedo, de impotencia. Creo que ahí es donde se inicia el vínculo con la genial Merricat. 

Pero los demás personajes no desmerecen. Con tan solo dos esbozos la autora crea personajes reales, de carne y hueso, que adoras u odias, según tu propia visión dirigida por la de Mary Katherine. 

Como posfacio tiene una joya firmada por Joyce Carol Oates, en la que analiza la novela, y en la que da algún apunte sobre la autora. No conocía nada de Shirley Jackson, y fue una sorpresa descubrir que sufría de agorafobia (tiene una importante presencia en el libro), y que murió poco después de terminar esta novela.

En el posfacio Joyce Carol Oates compara Siempre vivimos en el Castillo con Otra vuelta de tuerca. Yo no le veo parecido más allá de la novela gótica. Quizás porque Otra vuelta de tuerca sugiere mucho más que explica, y deja las decisiones a cargo del lector, a mí no me terminó de convencer. Sin embargo, Siempre hemos vivido en el Castillo, sugiere, pero de una forma mucho menos sutil. Deja entrever la realidad de las protagonistas aunque ellas mismas no la quieran enseñar. El lector no tiene que suponer una verdad, tan solo tiene que sacarla de entre las líneas, porque está ahí, clara y concisa. Por eso, quizás, esta historia sí me ha conquistado.

Gracias a mi hermana, que se lo leyó, le encantó y me lo pasó, como hace con otros tantos libros: “léelo, te va a encantar”. Es cierto, me ha encantado. Y por eso lo recomiendo encarecidamente. La buena literatura debe ser leída.

4 comentarios:

  1. No suelo leer ese tipo de novela pero tengo que reconocer que me has puesto los dientes largos. Me la apunto :)
    Mil gracias y besos

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  2. Es maravillosa, me alegro de haber acertado ;)

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  3. Pues me había fijado en él pero tampoco le había prestado mucha atención. Y veo que sí, que voy a tener que incluirla en mi lista de pendientes.
    Besotes!!

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  4. Tengo muchas ganas de hacerme con él desde hace tiempo =)

    Besotes

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