viernes, 8 de abril de 2016

Mamá en apuros: Sin rutinas



Es terrible el paso del tiempo. Terrible no, implacable. Abres los ojos un día, es primeros de marzo. Los cierras, en mi caso muy fuerte para no ver lo que los recuerdos se empeñan en mostrarme, y cuando los abres, ya estás en abril. Exactamente eso es lo que me ha pasado.

Marzo es un mes terrible para mí. Hace cuatro años, la víspera del idus de marzo, que tan pomposo suena, amanecí con la peor de las noticias. Mi padre, traicionado por su corazón, no se levantó de la cama esa mañana. Nos dejó sin dar un ruido, como el que escapa de la fiesta por la puerta de atrás, dejando a su mujer y a sus hijas ahogadas en la desolación.

Por lo inesperado, por lo temprano, por lo injusto. No tocaba a esas edades. No era su momento. No era irreversible, no podía serlo. Rebelde como soy, por naturaleza, me negaba a aceptar que aquello fuera así y que fuera para siempre. Por eso me niego marzo cada año, porque me recuerda la inevitabilidad del fallecimiento de mi padre. 

Pero este año se me ha ido de las manos, lo reconozco. Y se me ha juntado con otras crisis, quizás auspiciadas por mi mal ánimo de este mes que inicia la primavera, o quizás no, pero el caso es que ni he escrito una sola palabra, ni he sido capaz de leerme un libro entero. Ha sido como un agujero negro que me ha consumido.

Mi apreciado sofá de la biblioteca, donde suelo sentarme a escribir, ha sido invadido por el monstruo de la ropa para plancha (aka Romualdo), lo que tampoco me incitaba a sentarme a escribir. Y es que, con lo caótica que soy yo, me he dado cuenta de que necesito orden para poder seguir con mis rutinas. Además, es como un juego de dominó en el que si tiras una ficha caen todas las demás: si pierdo una rutina acabo por perderlas todas, y mi vida se convierte en un caos en el que tengo suerte si encuentro unos vaqueros limpios para ponerme por la mañana. Y lo contrario: cuando establezco una rutina y la mantengo, me resulta más sencillo mantener mi vida en orden.

Un buen ejemplo es la rutina de escribir. Suelo escribir por las tardes, después de comer. Pero antes de sentarme a escribir he de recoger la cocina, porque si no luego no me da tiempo, ya que voy con MiniP a las extraescolares y después al parque. Pero para que no me coma el monstruo del tic tac, tengo que dejar medio preparada la comida, porque si no, entre hacerla, comer, y recoger la cocina, no me da ni media hora para sentarme frente al portátil. Y aquí encadenamos rutinas también: para sentarme en mi sofá, frente a mi mesa, con mi portátil, he de tener el espacio para que me entre el culo. Y si no tengo ropa acosándome mientras escribo, mejor. Por eso me preocupo de mantener a Romualdo a raya, que no engorde mucho, y así mato dos pájaros de un tiro: me puedo sentar a escribir, y conseguiré vaqueros limpios por la mañana en mi cajón, y no rebuscando entre Romualdo (que siempre me los esconde).

De modo que este mes, en el que he dejado de escribir, también he perdido todas las demás rutinas. Y ahora que despierto como un oso en su cueva, de un letargo que me ha durado un mes, pero que parece que me ha durado todo el invierno, me encuentro mi casa no como la dejé, no, sino como una leonera. O como la cueva de un oso, con Romualdo más gordo que nunca, ocupando mi sofá de dos plazas, riéndose de mí como un descarado.



Pero no todo está perdido. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y yo, como Scarlett O´hara, levanto mi mano al cielo y juro por lo más sagrado que jamás volveré a perder mis rutinas. O al menos lo intentaré, que es lo más que me veo capaz de jurar.

4 comentarios:

  1. Ánimo, Mamá en apuros, las rutinas son de las cosas que más pronto se alcanzan. Después de la tempestad viene la calma, y después de un marzo chungo puede venir un abril resplandeciente.
    Un abrazo.

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  2. Marzo se fue y poco a poco se adquieren de nuevo las rutinas, y volverás a tener tu sofá para ti. El domingo te doy un abrazo gordo!

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  3. Marzo se fue y poco a poco se adquieren de nuevo las rutinas, y volverás a tener tu sofá para ti. El domingo te doy un abrazo gordo!

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  4. Poquito a poquito verás como consigues recuperar de nuevo tus rutinas! Pero cuesta, sí que cuesta, que el tiempo parece escurrirse entre los dedos. Y con tantas actividades siempre está una con un complejo de taxista...
    Besote!!!

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