En el colegio se lió la mundial con las goteras, pero al final se llamó a quien hubo que llamar, comenzaron los arreglos. Los chiquillos y chiquillas andan un poco desubicados, aunque creo que es peor para el profesorado, que no están en sus clases habituales y no saben muy bien donde pueden estar sus recursos, las tizas, los posters de las paredes, etc. Pero más allá de eso, que en cosa de un mes estará solucionado (solo falta pintar las clases), no ha llegado la sangre al río.
En casa de los Apuros no nos asustamos porque sabemos muy bien qué son las goteras, por desgracia. El primer día de lluvia fuerte, el de la fiesta de octubre, aparecieron dos manchas sospechosas en casa: en la cocina y en la habitación de MiniP. Altamente preocupante me pareció la del cuarto de MiniP, ya que había dado parte de esa humedad en Semana Santa, y en las siguientes lluvias, volvió a aparecer. Me entraron ganas de matar a alguien. ¿Por qué la gente es tan inepta? Si se da parte de una gotera, se debe arreglar, y si no, debería haber consecuencias. A lo mejor la tortura hasta la muerte no es la más acertada de las soluciones, pero es lo que se me ocurre después de leer Juego de Tronos (Canción de Hielo y Fuego, pero más conocida con el nombre de su primer libro debido a la serie de tv). La culpa es de los libros, que son una mala influencia para mí.
Llamamos al administrador de la finca, porque vivimos en un último piso y las goteras proceden del tejado, al que puse a caldo por no haberse ocupado en su momento de la gotera repetida. Vino el albañil, subió al tejado para ver cuáles eran los daños y nos quedamos a esperar que aprobaran el presupuesto.
Pero antes del presupuesto llegaron más lluvias. Algún dios aburrido debió escuchar mis pensamientos asesinos y decidió castigarme por ello. O quizá es que le pareció gracioso hacerme de rabiar, no sé. El caso es que el fin de semana del desastre pasamos todo el domingo fuera y volvimos tarde.
Llegábamos con frío, era ya de noche, nos quitamos los abrigos, y mientras yo iba colgándolos, MiniP se adelantó para pasar al comedor. Dio al interruptor y, con una especie de golpe, se fue la luz de toda la casa. Como era la que más cerca estaba del cuadro de la luz, subí los automáticos, pero no me dejaba. Seguía saltando. Papá en Apuros abrió la puerta del comedor, le bajó el interruptor de la luz, y por fin pudimos subir los automáticos.
Debo decir que con lo de la luz la verdad es que tampoco nos extrañamos tanto. Nos salta muy a menudo. Tenemos todo eléctrico, y no hemos cambiado el contrato básico, con lo que siempre tenemos que estar jugando a: si pongo la lavadora tengo que dejar el termo apagado; si pongo el horno y un fuego no puedo poner otro fuego porque si salta el frigo se va la luz. Y una temporada extraña, hace como un mes, en el que se iba la luz a menudo pese a que no teníamos nada conectado… El caso es que la temporada pasó y no ha vuelto a suceder, no sé si porque el fantasma que hacía saltar la luz se aburrió de que no nos asustáramos, o si había algo royendo los cables y se cansó de hacerlo… Personalmente me da menos miedo la historia del fantasma.
Con la luz de la entrada abrimos la puerta del comedor y pasamos los tres: Papá en Apuros, MiniP, que a pesar de haber sido la primera en pasar dio marcha atrás cuando se fue la luz, y yo.
-- Mierda – dijo Papá en Apuros.
-- Mierda – dije yo.
-- Vaya – dijo MiniP, que se piensa que tanto mierda como idiota son palabrotas.
En el centro del comedor había un charco de unos centímetros de profundo en su centro, y del techo no dejaba de gotear agua. Sobre la puerta que da paso al pasillo también caían gotas de agua, aunque con menor intensidad. El problema con la luz era que estaba destilando por los cables de la lámpara que había originariamente en el comedor, de la que en su momento sacamos dos extensiones para poner dos ventiladores de techo, y así tener más repartida tanto la luz como el aire que dan los ventiladores en verano.
Quitamos el plafón de adorno que habíamos puesto para tapar los cables, y cayó aún más agua. Tenía una piscina en mitad del comedor, solo que el tiempo no acompañaba para un baño. Recogimos toda el agua, secamos como pudimos, colocamos bayetas y cubos y nos cabreamos mucho.
Tras paliar el desastre en el comedor, y en la puerta del pasillo, fuimos a comprobar las dos goteras originales. En la cocina no había crecido, pero en la habitación de MiniP teníamos una bonita cascada que caía por toda la pared. Tuvimos que hacer un salvamento de emergencia de los libros que estaban en la estantería y los muñecos que MiniP tiene repartidos, algunos de ellos sí llegaron a mojarse.
Desmontamos su habitación. Retiramos la cama de la pared y hasta descolgamos el panel de madera que hacía de tope contra la pared. Sacamos la cama de abajo y la pusimos en nuestra habitación. Es bonito dormir junto a una cascada, pero cuando es verano y en la naturaleza, no en el interior.
De nuevo llamamos al administrador, de nuevo con ganas de matar a alguien. Yo no sabía si reír o llorar, mientras Papá en Apuros se apuntaba a todas las páginas webs de búsqueda de pisos. Y, no sé por qué, me venían a la mente imágenes de la película Esta casa es una ruina. Suerte que, como estos pisos son de hormigón, será muy difícil que se me caiga la bañera al piso de abajo…
Claro, con este panorama, sin que dejara de llover, sin saber cuándo me iban a arreglar el tejado para que dejaran de crearse ríos en la intimidad de nuestro hogar, recibo el mensaje al día siguiente de que el colegio se ha inundado… ¡Me río yo de inundaciones! A las madres y padres alarmistas que gritaban que se había caído el techo les cambiaba yo la casa. Iban a preocuparse por tonterías… ¡Aguas a mí! ¡Ja!
Y esta es la razón por la que no seré votada como la madre más popular del cole…
Buff el tema de goteras en casa....es terrible, yo también comenzaría a mirar piso porque teniendo un casero que no le importa y tener que andar todo el día detrás de el...imaginate que la "cascada" cae encima de la tv, ordenador o recuerdos.
ResponderEliminarEn fin.
Mucho ánimo!
Un beso!