Sinopsis (web del autor): León Poiccard, un periodista de
tercera, recibe por error un misterioso mail. La curiosidad le impulsará a
descubrir el remitente, con consecuencias inesperadas que le vincularán a una
resistencia ecologista internacional empeñada en descubrir qué se encierra
dentro de un búnker subterráneo localizado en el desierto de Nebraska.
Sigo a Gabri Ródenas en Twitter, y me encanta el punto de
locura que se gasta. Contesta y da favoritos a los tuits en los que se le
menciona, es lo que viene siendo un escritor cercano. También leo su blog, y
tenía su primera novela en el Kindle desde hace unos mil años, hora arriba,
hora abajo.
De hecho la compré en Amazon cuando venía con una promoción
más que interesante: un café con el autor. Me dije, ¿por qué no? Lo leo y
seguro que tengo una conversación interesante. Pero dejé pasar el plazo. Y dejé
pasar más tiempo. Y seguí y seguí. Y mientras tanto, Gabri Ródenas no ha dejado
de trabajar, y ahora acaba de sacar su nueva novela, Albatros, con la
plataforma de autopublicación Me gusta escribir.
Ahora ya sé que me habría perdido una conversación más que
interesante, plagada de referencias a música y a filosofía, en la que podría
haber aprendido mucho. Qué lástima. Bueno, siempre nos quedará Twitter.
La historia de la novela es trepidante. León Poiccard, cuyo
padre era francés, pero él es español, trabaja en un periódico de provincias
aunque él siempre quiso ser escritor. Recibe un curioso mail, al que le sigue
la pista, y debido a su curiosidad se mete en una espiral sin fin, en la que le
persiguen supuestos policías de la interpol. Afortunadamente consigue, pese a
que lo intenta evitar, involucrar a su compañera del periódico Maribel, ya que
con ella no se aburrirá ni se sentirá tan solo evitando lo que parece ser un
gran desastre.
El ritmo es rápido, desde el principio. Los personajes muy
bien trabajados, todos ellos, consiguen dar profundidad, coherencia y hasta
credibilidad a una historia que por sí sola es completamente increíble. Pero
mientras lees te la crees, y dudas de todo en la vida real, y te preguntas si
en alguna parte no habrá alguna mente perversa que de verdad esté planeando
algo parecido…
Uno de los aciertos de la novela es que hay dos partes
diferenciadas. La primera que conocemos es la que cuenta en primera persona León
Poiccard, cuya personalidad se transmite casi mágicamente con las palabras. Es
descarado e irreverente, cínico y con un punto de creído. Es la grandeza de
este libro, pues ha conseguido el autor darle voz clara al personaje. La
segunda parte, con un narrador omnisciente, te cuenta el resto de la historia,
lo que León no puede conocer aún, y la voz es completamente distinta a la
primera.
Y lo que más destaca, por encima de todo, es la cultura del
autor. Hay muchísimas referencias a la filosofía, de tal manera que no están
metidas con calzador, sino que están ahí de forma natural, sin artificios. Como
quien otro habla de la lluvia, Gabri habla de Leibniz. Otra cosa que lo define
como escritor es la música. El búnker de Noé tiene banda sonora propia, en cada
escena hay una canción, que sobredimensiona el mundo que estamos leyendo, ayuda
a hacerlo aún más real.
He de reconocer que soy la rarita de la clase, y que pese a
no estudiarlo mucho, me pirra la filosofía. Y la música… ¿qué sería de mi vida
sin música? Ahora mismo, mientras escribo esta reseña suena mi Ipod. Ahora
mismo, Waiting for a friend de The Pretty Reckless. De modo que ya, solo con
estos dos puntos importantes en la narrativa de Ródenas, me ha ganado. Sí, me
ha ganado como lectora incondicional además de como seguidora de Twitter (que
ya lo era). Y me ha generado una envidia malsana, de la verde, por la cultura
que emana cada página de El Búnker de Noé. Ya me gustaría a mí escribir con la
mitad de esa cultura, que se dejara traslucir entre mis letras la mitad de bien
que lo hace entre las letras de Gabri.
Lo que voy a hacer a continuación es comprar Estación
Orichalcum, la segunda parte de El Búnker de Noé, ya que el final de ésta
última te deja en un cliffhanger que solo puede acabar de dos maneras, o bien o
mal. Normalmente este tipo de finales abiertos no me gusta, pero este lo dejó
en tal punto que hasta me hizo sonreír cuando leí el FIN.
¿Lo recomiendo? Por supuesto. Es una experiencia.
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