Sinopsis (página de Anagrama): Esta obra insólita, un auténtico estímulo para la lectura, ha sido uno de los grandes fenómenos de la edición francesa reciente. Pennac, profesor de literatura en un instituto, se propone una tarea tan simple como necesaria en nuestros días: que el adolescente pierda el miedo a la lectura, sea por placer, que se embarque en un libro como en una aventura personal y libremente elegida. Todo ello escrito como un monólogo desenfadado, de una alegría y entusiasmo contagiosos: "En realidad, no es un libro de reflexión sobre la lectura -dice el autor-, sino una tentativa de reconciliación con el libro".
Este antimanual de literatura concluye con un decálogo no de los deberes, sino de los derechos imprescindibles del lector (derecho a no terminar un libro, a releer, etc., incluso a no leer).
"Pennac demuestra que se pueden escribir ensayos evitando toda jerga y toda pedantería: Como una novela se lee realmente como una novela" (Jacques Nerson, Le Figaro).
Este es uno de esos libros que cuelas en la lista y que luego agradeces profundamente haberlo colado. Me lo recomendó mi hermana (quién si no…) de manera efusiva y la hice caso porque el libro que estoy leyendo se me está haciendo cuesta arriba y quería algo ligero para un viaje en metro.
No sé si será el destino, el karma o qué, pero no podría haber llegado en un momento más oportuno. Es un ensayo publicado en 1993 (ha llovido desde entonces…), y lo descubro justo cuando lo tengo que descubrir, cuando mejor me viene, cuando más ayuda me aporta… Cuando MiniP está empezando a leer.
Pero empecemos por el principio. Como una novela es un ensayo para incitar al amor por la lectura. Este es el resumen más cierto y más fiel que encontraréis. De hecho, si leemos la sinopsis con atención la síntesis que sacamos es esa, lo demás es paja.
Está escrito en primera persona, de una manera sencilla, cercana, sin aspavientos ni amaneraciones. Lenguaje coloquial, de la calle, para que nos entendamos todos. Está escrito por un profesor de instituto y supone una crítica al método educativo. Si queremos que un niño lea, lo último que deberíamos hacer es obligarle a leer. Es así de sencillo.
Y desde ese punto de vista nos da unas ideas sobre lo que sí deberíamos hacer para fomentar ese amor. Porque leer no es una obligación, el autor decide comenzar el ensayo diciendo que el verbo leer no admite imperativo (como el verbo amar). Y es la pura verdad.
Hay que amar la lectura, y lo que hay que fomentar para que la gente lea es ese amor. Sin condiciones, sin barreras, sin miedos. Simplemente perderse en el placer de las palabras escritas.
Empecé a leerlo en el metro y no pude evitar tener una sonrisa en la cara todo el tiempo mientras leía. Las palabras me llegaban al alma, empatizaba con las situaciones que describía, veía verdades tras cada oración, y eso se reflejaba en mi cara.
Me ha hecho gracia descubrir que el sistema educativo de Francia no debe ser muy distinto al nuestro, con esas lecturas obligatorias de las que luego tenías que responder. Yo he sido muy lectora desde bien pequeña, algo debieron hacer bien mis padres que nos inculcaron a las tres (a mis dos hermanas y a mi) ese amor por los libros y sus letras. Pero, pese a que leía prácticamente todo lo que caía en mis manos, lo entendiera o no, muy pocas veces he terminado un libro de los del programa de estudios. Era obligarme a leer un título concreto y automáticamente lo odiaba con toda mi alma. Jamás leí La Regenta, o El Quijote, y eso no me impidió sacar un notable en el examen. ¿El truco? Un librito de unas cien páginas que me contó todo lo que tenía que saber sobre el caballero de la triste figura para aprobar. Y eso yo, que me gustaba leer. A la mayoría de mis compañeros no les gustaba porque siempre les habían obligado a ello. Es terrible.
Vuelvo ahora al principio, porque digo que me ha llegado esta lectura en su momento justo. Resulta que MiniP está haciendo sus primeros pinitos en la lectura, y hemos pasado un momento de crisis. En algunos momentos, me doy cuenta, la he presionado demasiado (y eso que aún son cinco años los que tiene), pero gracias a este libro me he dado cuenta del camino que he de seguir. Nada de presiones, y, sobre todo, compartir con ella la lectura, seguir contándole cuentos, o leyéndole libros, hasta el infinito y más allá. ¿Quién dijo que la lectura sólo se podía dar en solitario?
Recomiendo este libro a todo el mundo. Se lee fácil, es ameno, y va a descubrir un mundo lleno de otros mundos. Para los padres con niños de cualquier edad a los que les cueste leer, para los que ya amamos los libros, para los que no les gusta leer, o para los que dicen que no tienen tiempo.
A estos últimos les dedico la siguiente cita (se acabaron las excusas):
Desde el momento en que se plantea el problema del tiempo para leer, es que no se tienen ganas. Pues, visto con detenimiento, nadie tiene jamás tiempo para leer. Ni los pequeños ni los mayores. La vida es un obstáculo permanente para la lectura.
[…] El tiempo para leer siempre es tiempo robado. (Al igual que el tiempo para escribir, por otra parte, o el tiempo para amar).
Suena interesante. Yo ,que al igual que tú soy lectora ávida desde muy pequeña, jamás acabé el Quijote, la Regenta sí, pero con un odio profundo y jamás la he vuelto a releer. Tienes razón, no habría que obligar.
ResponderEliminarBesos
El libro merece mucho la pena CELIA, creo que es perfecto para cualquiera, pero para los que amamos la lectura aún más.
EliminarMe alegro de no ser la única no lectora de El Quijote (aunque tú al menos lo empezaste...)
¡Besotes!
Suena interesante. Yo ,que al igual que tú soy lectora ávida desde muy pequeña, jamás acabé el Quijote, la Regenta sí, pero con un odio profundo y jamás la he vuelto a releer. Tienes razón, no habría que obligar.
ResponderEliminarBesos
No hay que obligar en ningún momento. Y la lectura no tiene que ser en solitario. MI hija tiene ya doce años y aún pide que la lea un poco antes de acostarse. Conozco este libro y sus fabulosos consejos, pero aún no lo he leído.
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo cuando era más pequeña solía leer con mi hermana. Con cualquiera de las dos, de hecho. Ahora le leo a MiniP. Espero que nos dure tanto como a tí...
EliminarEl libro se lee enseguida, MARGARI, y aunque dice cosas que ya sabemos, merece la pena.
¡Besotes!
Fíjate que no pensé en MiniP. cuando te dije que te lo tenías que leer, sólo en ti. Yo también lo leí con una sonrisa porque es imposible hacerlo de otra manera, es maravilloso.
ResponderEliminarPues para no haber pensado en ella, LADY, acertaste de pleno.
EliminarGracias por la recomendación.
¡Besotes!
Es un libro que he recomendado miles de veces. Y ahora, gracias a tu reseña, me he acordado de él para regalárselo a mi nuera, que tiene niños pequeños y que va para maestra.
ResponderEliminarEl cartel de los Derechos del Lector lo tenía siempre puesto en la Biblioteca del Instituto todos los años en los que me encargué de ella. Es un libro precioso.
Me alegro de habértelo recordado para tu nuera, JANE, es genial para los niños. El cartel de los Derechos del Lector es genial. No viene mal recordar que no pasa nada por no terminarse un libro, por ejemplo...
Eliminar¡Besotes!