lunes, 25 de abril de 2016

Hombres Buenos, Arturo Pérez Reverte





Me decidí por Reverte porque, pese a que fue un autor al que me costó llegar, una vez me convenció no me ha defraudado nunca. Hace muchos años, durante mi dura y loca adolescencia, intenté leerme su Tabla de Flandes, pero no pude pasar de las primeras diez páginas. Probablemente estuviera a otra cosa, en ese momento para mí más importante, pero el caso es que algunos años después le di una nueva oportunidad, con el mismo libro y me encantó. Me terminó de enamorar con Alatriste, y a partir de ahí no es que lo haya leído todo, pero casi todo sí. Por eso lo escogí, para quitarme de encima esa penosa sensación de no acabar ningún libro que empiezas.


Y no, no me ha defraudado.


¿Qué hace la Enciclopedia de los ilustrados franceses, en su primera edición, en las estanterías de la Real Academia de la Lengua? Fue la duda que le surgió al autor, que ocupa un sillón de la institución desde hace algunos años. La enciclopedia en esa edición era un rara avis, y estaba completa, con todos los tomos. Decidió investigar un poco, descubrió una historia maravillosa, y creyó que debía ser contada.


Resulta que a finales del siglo XVIII, el de las luces, los ilustrados (todo por el pueblo, pero sin el pueblo), la RAE, que acababa de crear su diccionario y estaba a punto de sacar una segunda edición, decidió en un pleno enviar a dos hombres buenos a París a buscar los 28 tomos de la Enciclopedia. Esta obra, firmada entre otros por Voltaire, estaba prohibida en España por la Inquisición. Pero los miembros de la RAE se veían en la obligación de traer la luz a un lugar de tinieblas, para superar el oscurantismo, y obtuvieron para ello un permiso especial.


De modo que allá se van don Hermógenes Molina, el bibliotecario, y don Pedro Zárate, brigadier retirado de Marina, autor de un diccionario de términos navales, a la aventura. Y lo que creían que sería un viaje sencillo, parece que por momentos se complica.


Porque no todo el mundo quiere llevar la luz donde hasta ahora solo había tinieblas, por lo que les ponen alguna que otra trampa por el camino.


Estoy segura de que era la novela que necesitaba en este momento. Ya que me ha animado tanto en mi faceta de lectora como en el de (humilde) escritora, debido a que Arturo Pérez Reverte ha tenido el acierto (para mi gusto) de intercalar la historia de los dos hombres buenos con capítulos en los que habla en primera persona sobre cómo ha llegado a la historia y cómo ha sido la labor de documentación. Me han gustado por igual, llegándome a fascinar en algunos puntos.


Que la historia esté basada en hechos reales le hace ganar puntos, por lo menos a mi modo de ver. Me gustaba pensar que aquellos dos hombres existieron, y que les sucedieron muchas de las cosas de las que habla el libro. Otras, obviamente, son licencias literarias, pero aquí Pérez Reverte tiene muy buena mano para rellenar los huecos que la documentación no le dejó ver. Una novela, que además de entretener, te hace reflexionar. Sobre la educación, la cultura, la necesidad del ser humano del conocimiento. Gracias a algunos de estos hombres, que pusieron a dios por debajo de la ciencia en una época en la que hacer eso te podía llevar a la horca, se hicieron muchos avances en el conocimiento. Merece la pena leerlo.

3 comentarios:

  1. No sé qué haré, de momento nada ya que mi relación con el autor es de amor- odio jajaja
    Un ebso!

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  2. A mí este autor me encanta con sus novelas sobre Alatriste. Del resto he leído varias y salvo El maestro de esgrima, que me encantó, el resto me han resultado entretenidas y poco más. La piel del tambor ni pude terminarla. Ni me apetece ponerme con ella otra vez. Así que con esta novela no sé, no sé. Si se me cruza, si no, no creo que me anime.
    Besotes!!!

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  3. Solo he leído la primera de Alatriste y me gustaría continuar la saga de momento =)

    Besotes

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