De pequeña siempre quise romperme un hueso. Preferiblemente de la mano, y a poder ser la izquierda, no fuera a ser que no pudiera escribir. Sé que suena raro, he de decir (no sin cierto orgullo) que era una niña extraña, pero me tranquiliza saber que no era la única. Era por la escayola. La escayola te daba un toque guay. Y si había algo que quería más que nada, de pequeña, era ser guay. Ahora estoy orgullosa de ser rara, me encanta, pero los años de colegio y de instituto no fueron tan fáciles. La seguridad de la que hago gala ahora la he ido adquiriendo con los años.
Pero eso era de pequeña. Ahora que de verdad me he roto algo, de hecho una mano, pero la derecha, no estoy tan contenta. Se ha pasado la fascinación del primer día, cuando le di rotuladores a MiniP para que me la decorara, y en la que creía que en quince días estaría curada. Ahora solo me queda un hastío continuo, un dolor intermitente y un picor esporádico.
Que estoy harta, vaya.
A la semana de la caída tuve revisión con el trauma. Me hicieron una radiografía y la consulta fue rapidísima. El doctor, sentado en su silla y mirando la foto de los maltrechos huesos de mi mano me dijo:
- Muy bien, no se ha desplazado - se echó hacia atrás en la silla - A veces aún con la escayola se desplaza y hay que colocarlo, pero afortunadamente no es el caso. - Me enseñó dónde estaba la fractura, y mirándome a los ojos añadió - Pues te vuelvo a ver en cuatro semanas.
Un rugido me nació en lo más profundo del estómago, y como poseída por la niña de la exorcista, pregunté yo, a mi vez:
- ¡¡¡¿¿¿¿CÓMO????!!!
Juraría que le vi al doctor una sonrisilla maliciosa, aunque fue tan fugaz que no puedo asegurarlo.
- ¿No te dijeron nada en urgencias?
Negué con la cabeza.
- Y mi doctora me dijo que eran tres semanas de escayola, como había sido una rotura limpia...
- No. Una fractura es una fractura - dijo el doctor - Y cualquier fractura necesita cinco semanas de escayola. Llevas una, te faltan cuatro. - Sonrió.
- Pues, nada. Hasta luego.
El resto del día me quedé en estado semi catatónico. Sólo dos palabras daban vueltas por mi cabeza, una y otra vez, como en una mala película. Cuatro semanas. Cuatro semanas. Cuatro semanas. Me daban ganas de decir que ya, que la broma me había hecho mucha gracia, pero que ya era hora de terminarla. Pero como sé que no puedo estar así para siempre, me di un par de hostias mentales y espabilé. Cuatro semanas, pues cuatro semanas. A pasarlas.
Pero cada médico que veo me desmoraliza más. Resulta que me llamaron de la mutua del trabajo. Aunque no fue accidente laboral, la mutua hace seguimientos de las bajas largas. Según mi versión es porque como ellos pagan parte de la baja, si te pueden mandar a trabajar, lo hacen. La versión de la mutua no varía mucho de la mía, te lo dicen con palabras técnicas y dando más rodeos, pero viene siendo lo mismo. Prima el dinero sobre la salud.
Como ya los conozco, y con algún accidente laboral no me han tratado con el respeto que creía merecer, iba con la escopeta cargada. En modo defensa on. Encima me hicieron esperar un poco, lo que no calmó precisamente mis ganas de guerra.
Cuando por fín pasé al despacho me encontré con un médico serio, pero que resultó muy amable. Miró el informe, y lo primero que dijo fue:
- Llevas de baja veinte días... ¡Uy! Esto está muy tierno todavía.
Abrí los ojos como platos.
- Tengo cita en un mes, para que me quiten la escayola.
- ¿Con rayos equis?
- Sí.
- Uff, y si te la quitan. - me vio la cara de susto y añadió. - A veces quitan la inmovilización a las cinco semanas, pero depende de muchos factores. Y eso no querrá decir que esté curado. Un hueso fracturado son, más o menos, unas seis u ocho semanas.
Lo que ya no quise preguntar si esas seis u ocho semanas incluían la rehabilitación o no. No quise, para evitarme más sustos, porque lo que sí me llevé fue otro disgusto.
- Tú tranquila - me dijo el doctor, amable - Relájate, y cuida la mano. Que las navidades las pasas en casa.
Y yo que creía que como muy tarde a primeros de año empezaría a trabajar...
Y es que sí, estar en casa está muy bien, pero estoy hasta el mismísimo moño. Echo de menos andar corriendo para todos lados, sin tiempo para hacer nada, pero feliz aprovechando cada segundo del día con distintas cosas para hacer poco de mucho. Y no que ahora tengo tiempo para todo pero lo que me falta es un brazo para hacerlo. Voy haciendo poco, y mal. Doblo la ropa con la mano izquierda, dejándolo casi peor que si no lo doblara. Paso el aspirador, porque es estilo escoba y lo puedo pasar con una sola mano...
Me salva la wii y el ordenador. La wii porque algo puedo hacer con ella, cogiendo el mando con la izquierda. Me encanta hacer yoga con la consola, y tiene muchas posiciones para las que no necesito la muñeca derecha. Y el ordenador porque puedo seguir escribiendo, aunque sea con una sola mano, y desahogarme y hasta lloriquear un poquito, aunque peque de autocompasiva, y así paso los días menos apurada.
Nunca me he roto nada esguinces todos los del mundo pero escayola nunca pero imagino que tiene que ser desesperante. Mucho ánimo. Besos.
ResponderEliminarYo también es la primera vez que me rompo un hueso, GOIZEDER, y sí es desesperante. Ya va llegando el final, os cuento esta semana...
EliminarMuchas gracias, guapetona.
¡Besotes!
Cómo te comprendo! Que a principios de verano pasé por algo parecido y los días se hacen eternos... Pero lo importante es que luego todo quede bien, que si no es así, empiezan a venir más dolores y problemas. Así que a pasar estos días lo mejor posible. Sigue con tu yoga y desahogándote por aquí a veces.
ResponderEliminarMucho ánimo y besotes!!!
¡Pobre MARGARI! ¿Lo tuyo ha quedado bien? A mi me han dicho los médicos que he tenido suerte con la fractura y que no me dejará secuelas, pero vete tú a saber...
EliminarAhora mismo voy a hacer yoga, para estirarme un poco...
¡Gracias guapa!
¡Besotes!
Sí que ha quedado bien. Muevo mi bracito perfectamente. Sin problemas. Tampoco fue muy grave, pero claro, la solución es la misma que si lo fuera, escayola... Lo peor es que fue en el brazo derecho. No podía hacer "na de na"... Los primeros días piensa una "a descansar", pero luego te cansas de no hacer nada...
EliminarBesotes!!!
Creo que ese sentimiento escayola-guay cuando somos niños lo hemos tenido todos, o al menos la gran mayoría. Pero me pasa como a Goizeder, he llegado a los 32 años sin ninguna fractura —¡toquemos madera!—. Por eso me imagino lo desesperante que tiene que ser la situación a través de tus palabras. ¡Ni siquiera sé cómo has tenido paciencia para escribir cada palabra de tu experiencia! Ya casi han pasado diez días más desde tu relato, por lo que se va reduciendo la espera. Ojalá en la próxima revisión haya mejores noticias. ¡Cuídate! ¡Muchos besos!
ResponderEliminarMe alegra saber que no soy la única que pensaba que la escayola era guay, JESÚS. Si no lo llego a escribir creo que habría caído en depresión, por eso comparto la experiencia. Gracias a que puedo mover algunos dedos y me apoyo mucho en la mano izquierda, pero escribir y leer es lo que me está salvando de la deseperación. Esta semana voy a ver si me la quitan ya... Os contaré qué tal.
Eliminar¡Gracias por los ánimos!
¡Besotes!