jueves, 19 de marzo de 2015
Mamá en apuros: electrodomésticos malditos
Esta semana tuve problemas para publicar la reseña de los martes, y es que lo tuve que hacer desde Nettie. Nettie, para más señas, es mi netbook, uno muy normalito con sistema operativo android que vale para lo que vale, que es escribir y poco más. Pero Nettie, amor mío, yo te sigo queriendo aunque sea prácticamente imposible publicar una entrada en el blog contigo, así que por favor, déjame escribir esto ahora, y deja de ponerte imposible...
Pero el problema no es que Nettie se niegue a colaborar, el problema es que tengo el ordenador de mesa, el que uso para retocar las fotos, para publicar reseñas, y para navegar más a gusto, se ha roto. Fue Papá en Apuros a mirar unas cosillas en internet el domingo y se lo encontró en el suelo convulsionando. Tan solo iluminaba un piloto verde. Era su único signo de vida. El mismo lunes, a primera hora lo llevé a arreglar. No puedo vivir sin ordenador, a lo mejor es triste, no lo sé, pero es así, no lo puedo remediar.
Esto me ha hecho pensar, y hacer cuentas... La verdad es que tengo muy mala mano para los electrodomésticos, pequeños o grandes. Si me paro a enumerarlos, me sale una lista bastante larga de decesos. ¿Seré yo? ¿Tendré demasiada electricidad estática en el cuerpo?
La lavadora se me murió en octubre del año pasado. Y era la segunda que teníamos. La primera me la dejaron con el piso y en cuanto pudimos la cambiamos. Bueno, en cuanto pudimos y en cuanto se la cargó Papá en Apuros porque creía que admitía diez kilos y sólo podía con cinco. Aunque la segunda es verdad que llevábamos más de diez años con ella, y ya sabemos que hoy en día no hacen lavadoras como las de antes, que les ibas cambiando piezas y te duraban veinte años. No, hoy día te las hacen con piezas más endebles, diseñadas para durar una media de diez años (con suerte), y si se rompe algo tienes dos opciones: si eres manitas arreglarlo tú misma (o tú mismo), o comprarte una nueva. Yo ni me planteé llamar a un técnico, solo por venir a casa has pagado la mitad de una lavadora nueva. La otra mitad te la cobran en mano de obra y piezas. Te gastas lo mismo y tienes el electrodoméstico viejo, no señor.
Sin salir de la cocina tenemos el misterioso caso de los microondas. Hemos tenido tres o cuatro, ahora mismo me falla la memoria. El más reseñable salió ardiendo de forma casi espectacular (una llama interna que se extinguió enseguida), pero es que creo que nunca superó que cierta persona le metiera un huevo para cocerlo y éste explotara. No quiero dar pistas, pero Papá en Apuros no fue y esto fue antes de que naciera MiniP... El último simplemente dejó de calentar. Daba vueltas y vueltas, pero dejaba todo frío. Yo creo que se cansó y se declaró en huelga, pero lo tiramos sin llegar a preguntarle. Actualmente estamos sin microondas, y salvo contadas ocasiones (para hacer palomitas) no lo echo de menos.
Lo de las cafeteras no lo cuento, porque hemos tenido unas siete, pero ninguna se llegó a romper. Las cambiábamos por capricho, y porque hasta que no compramos la Dolce Gusto no me he llegado a terminar un café.
Tuvimos un aspirador que duró doce años. El pobre, que no era de muy alta gama, murió de viejo. Tuvo una vida difícil, no tengo alfombras, pero sí un gato que suelta pelo a mansalva, y además lo utilizaba para aspirar los pocos bichos que me encontraba por casa, que me dan mucho asquito. Le explotó la bolsa de papel en varias ocasiones (no me daba cuenta que estaba lleno hasta que se negaba a aspirar), pero estuvo al pie del cañón durante toda su vida útil. Y murió con las botas puestas, y sin hacer un ruido. Como un campeón. Para sustituirle me regalaron otro, con depósito en lugar de bolsa, con líneas aerodinámicas, una gama superior al anterior. Pues no me duró ni medio año. Y eso que a este, como el depósito era transparente, sí que lo vaciaba a menudo. Pero un día, en mitad de la faena, explotó. Sí, explotó. Hizo un ruido terrible, y empezó a echar humo por la zona del motor. Olía terriblemente mal, a quemado, y el humo era negro. Lo miré durante cinco eternos segundos, sin saber si ir a por el extintor que hay en la escalera del portal o qué hacer, hasta que reaccioné. Lo desenchufé y le vacié una jarra de agua en la zona donde salía el humo. Fue a la basura sin honores, por traidor.
El más espectácular fue el secador de pelo. Este sí que me había durado durante muchos años, pero porque, como ya he comentado en otro post, no suelo usarlo mucho. Pero desde que nació MiniP sí, un día sí y otro no desde hace más o menos dos años, que es cuando le dejé el pelo largo. La hora del baño es una de las más divertidas del día, y para entretener a la peque y que no proteste mucho hacemos el tonto. Pues ahí estaba yo, secándole el pelo, emocionada. MiniP me decía: "qué fuerte sopla", y se reía. "Pues aún tiene otra velocidad más, ¿quieres que la ponga?" "Sí, sí", y palmeó. Y yo, plena de felicidad, le di a la tercera potencia del aire, la máxima. A los dos segundos la tapa trasera del secador salió disparada, y con un "plof", dejó de funcionar. MiniP me miró, yo la miré a ella, y nos echamos a reir. Era lo único que podíamos hacer...
Espero que me devuelvan pronto mi ordenador, que está en proceso de reparación, a ser posible antes del viernes, aunque lo veo complicado. Por cierto que es el tercero que ha entrado en casa, menos mal que esta vez ha tenido arreglo, sin costar más de medio riñón...
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Sí que tienes mala suerte con los electrodomésticos, aunque al menos de momento han sido cosas "pequeñas". Rezo para que no te pase con el frigorífico, que si eso explota deja un boquete en la casa.
ResponderEliminarPara las palomitas, las puedes hacer en sartén, aunque es más rollo.
¡Besines!
jajaja lo de los electrodomésticos es de traca.
ResponderEliminarYo con algunos tengo suerte, con otros no....
Por ejemplo, la lavadora se empeña en lavarme el suelo aparte de la ropa que tiene dentro, porque cada poco me encuentro la cocina medio encharcada (y lo más raro: unas veces sí, otras no, y he comprobado que no está atascado el filtro...).
El microondas se está portando desde hace mil años, y el horno me lo cambió mi madre porque estaba encantada con el nuevo que ella se había comprado, y me puso uno igual a mí, que es maravilloso: ¡¡tarda 5 minutillos en calentar, no media hora!! Le amo, como ves.
Con el aspirador me pasó una vez lo mismo que a ti: de repente humo con olor a cable quemado, y a por un aspirador nuevo.
En fin, espero que el ordenador te lo arreglen pronto.
Yo tampoco puedo vivir sin él, pero la verdad es que tengo varios: el portátil, el normal, el del trabajo...
Vaya mala pata espero que recuperes pronto el ordenador. Hasta ahora he tenido mucha suerte con todos los aparatos de casa espero seguir así. El primer portátil duró ocho años y el segundo ya tiene cinco. Muchos besos.
ResponderEliminarSe que es una faena lo que te a ocurrido ,pero reconozco que me he reido mucho leyendo.
ResponderEliminarComo me hubiese gustado leer tus experiencias hace unas semanas!!!Se me rompió la lavadora, de estas modernas digitales y como dices no aguantan tanto .Yo llamé un técnico,que me cobró para decirme que el super arreglo que le había echo (dar golpecitos al bombo )sólo iva a durar unos meses o tal ves días.Efectivamente murió en menos de dos semanas, cargadita de ropa.Ya sabemos lo que supone eso...Me salieron unos músculos escurriendo ropa!Yo no puedo vivir sin lavadora ,pero hay una cosa que temo.Siempre que se rompe una cosa caen varias atrás como te a pasado a ti .Así que como ya sabemos que la tecnología y yo no nos caemos bien(se ha notado en los desastres que hecho intentando dejar un comentario)estoy evitando tocar algunos botones.Mucha suerte y se recupere pronto el paciente.