No soy una persona sociable, creo que
eso ya lo he dicho en bastantes ocasiones. No es una exageración, ni una
licencia literaria (de vez en cuando me tomo algunas). Es la pura verdad. No me
gusta la gente, y en aglomeraciones aún menos.
Además es que por regla general cuando
estamos en masa somos un poco absurdos, y es esta absurdidad la que no
entiendo. Parece que nos gusta esperar, que nos encanta discutir, y, por
supuesto, solo nosotros (cada uno debe pensar esto para sí) llevamos la razón y
la verdad absoluta.
Absurdos.
Pues sí, odio a la gente cuando está en
masa. Y suelo evitar ese tipo de encuentros, pero soy Mamá en Apuros, y quiero
que MiniP sea sociable, por lo que a veces me veo abocada a vérmelas con La Masa…
El otro día, sin ir más lejos, quisimos
tomarnos algo tranquilamente Papá en Apuros y yo. Como ir con MiniP a cualquier
bar supone de todo menos tranquilidad, nos decidimos por uno que, además, tiene
un parque de bolas dentro. No es un Parque de Bolas en sí, de esos que cobran por
hora que juega el niño, no. Es un bar que vio el filón de meter una jaula de
esas con bolitas de plástico de colores, para que los niños estuvieran
entretenidos mientras los papás se encervezaban y les ha ido bien. El problema
de esto es que no hay vigilancia. Y, si me apuras, casi ni mantenimiento, pero
como somos un poco borregos y animales de costumbres, seguimos yendo a tomar la
cerveza allí.
Nosotros tenemos la costumbre de escoger
una mesa cercana a la jaula al parque de bolas, para vigilar a MiniP.
Costumbre que tenemos desde muy pequeñita, porque somos muy obsesivos y si la
perdemos de vista nos ponemos nerviosos. También a ella le gusta tenernos
controlados. No es una niña muy agresiva, pero aún así me gusta vigilar que no
haga el bruto con otros niños o niñas, sobre todo si los hay más pequeños.
El caso es que no debe ser normal hacer
esto. Por lo que tengo observado en los distintos parques a los que he ido,
somos nosotros y cuatro idiotas padres preocupados más los que lo
hacemos.
El día que comento, había varios niños
(utilizado aquí como masculino) de la edad de MiniP jugando. Y dos niñas algo
más mayores. MiniP enseguida hizo migas con las mayores, se liaron a hacer el
bobo, subiendo por la escalera de cuerda, saltando entre los rodillos, pasando
entre los puchings y tirándose por el tobogán. Ahora que lo cuento así me estoy
dando cuenta que si le añadimos barro es una pista americana… Mientras ellas se
entretenían en eso, los niños iniciaron una guerra de bolas. Y tiraban a matar.
Es que hay niños (neutro, niños y niñas)
muy brutos. Y los hay brutos sin maldad, y brutos con demasiada mala hostia. Y
los que había allí el otro día eran de los de la mala hostia. Fijaban un
objetivo, levantaban la mano, sacaban la lengua, arrugaban el ceño y tiraban la
bolita de plástico lo más fuerte que podían. Son bolas pequeñas, de plástico y
huecas por dentro, pero tiradas de cerca hacen daño. No es que se vayan a matar
con ellas, pero pican y dejan la marca roja ahí donde han hecho blanco.
Yo reconozco que soy una mala madre,
porque a MiniP le tiró una un niño, directamente a la cara, y mi primera
reacción fue decirle que le atizara al niño. Vale, miento. Mi primera reacción
iba más encaminada a arrancarle la cabeza a dicho niño, pero como está mal
visto arrancar cabezas, y luego puede que me arrepintiera (demasiada sangre que
limpiar), descarté esa opción enseguida. Y le grité a MiniP: “¡Pero dale tú!”
en mitad del bar.
Se puede llegar a pensar que en ese
momento el padre del demonio de la criatura, al escucharme, se encararía
conmigo, pero nada más lejos de la realidad. Allí ni uno se inmutó. Cada cual
estaba a su rollo. Un grupo de adultos en celebración hablando entre sí, y otra
mamá que acudió con sus dos pequeños estaba demasiado absorta en su móvil para
enterarse de lo que ocurría a su alrededor.
MiniP no me hizo caso. Lástima. Como no
reaccionaba actué de manera sobreprotectora, me levanté, me acerqué y le dije
al niño que como volviera a tirarle una bola a MiniP le arrancaba la cabeza.
Vaaaleeee, lo pensé, pero solo le dije, con mi mejor cara de mala hostia, que
dejara de tirar bolitas. El niño no me hizo ni caso, pero no volvió a molestar
a mi pequeña. Cosa, que en el fondo, lamenté. Quería su cabeza a toda costa…
Luego hubo dos casos para enmarcar. La
madre que estaba con el móvil ignoraba por completo lo que pasaba a su
alrededor. Su hijo el pequeño (estaba también con una niña algo mayor),
probablemente un año menor que MiniP, acudió en su ayuda varias veces, y en
todas le ignoró. La última de ellas fue a decirle que había niños que estaban
tirando bolas, pero como no le hizo caso fue en busca del camarero y se lo dijo
a él. Consiguió el mismo resultado que con su madre: le ignoraron ambos.
Mientras la guerra se desataba, un niño
salió corriendo fuera del bar. Al poco rato volvió a entrar, acompañado de su
madre. Ella, en un tono condescendiente, regañó a todos los niños en general
con un: “no os peguéis” que por un oído les entró y por otro les salió. Dejó al
niño en el parque de bolas y volvió a salirse fuera.
Vale que era algo más mayor que MiniP.
Tendría unos 6 años. Vale que yo soy la madre vigilante, siempre con un ojo
puesto en la niña, que no se me escape ni un movimiento suyo. Yo no digo que
todos tengan que hacer lo que yo, pero me parece que dejarle solo en el parque
de bolas y salirte fuera a la terraza porque así puedes fumar es pasarse al
otro extremo. Y más si luego haces lo que hizo esta madre en cuestión.
El niño volvió a salir, porque se llevó
otro bolazo en la cara. Y ahí entró otra vez su madre, esta vez hecha un
basilisco, gritando que ya estaba bien y que ya era la segunda vez que le
ponían la cara roja a su pequeño. Yo, no es por juzgar (o sí, pero no lo
reconoceré públicamente), pero creo que era seguidora de Belén Esteban. De su mismo
corte, ese en el que sin tener educación la exigen para ellos, y que por sus
hijos ma-tan. El vocabulario era más bien escasito, porque eligió frases que no
me gustaron para dirigirlas a pequeños de entre 4 y 7 años, y me alegré de que
MiniP estuviese en ese momento en el otro extremo del parque de bolas, porque
si no me hubiera visto obligada a hacerle callar. A pedirle educadamente que
escogiera sus palabras. Porque me cago en la puta, estoy hasta los cojones y me
cago en dios no me parecen frases que mi hija tenga que escuchar.
También me entraron ganas de intervenir
y bajarle la indignación, porque su hijo se llevó un bolazo justo cuando tenía
una bola en la mano preparada para tirarla. Iba dirigida precisamente al niño
ignorado por su madre, que el pobre, harto ya de recibir, se decidió a
defenderse.
Y aquí viene el injusto final: esa
madre, quizás alertada por las imprecaciones de la fan de la princesa del
pueblo, escogió ese preciso momento para hacer caso y volver a la realidad. En
lugar de preguntar, cogió a su hijo, lo sentó en la mesa y le metió cuatro
voces. Sin escuchar la versión del pequeño, sin darle opción a réplica, le
amenazó con no volver a llevarle al parque de bolas. Aunque dudo que mantuviera
su amenaza. Esa madre iba allí a librarse de sus hijos un rato, no a que ellos
disfrutaran.
En ese momento pagué la cuenta y me fui.
No podía soportar más injusticia sin intervenir, y la verdad es que me
arrepiento de no haberlo hecho. Es probable que hubiera salido mal parada de
alguno de los enfrentamientos, pero me hubiera quedado mucho más tranquila.
Ojalá pudiera decir que lo que pasó ese
día es un caso aislado. Pero tan solo es el botón de muestra de lo que suele
suceder cuando llevo a la niña a alguna actividad social para pequeños. Y así,
¿cómo voy a ser sociable?
La gente es la hostia. Luego te encuentras niños salvajes por todas partes, que se cruzan por delante, se chocan contra ti o están en patinete por el supermercado y te entran ganas de traumatizarles... Pero la culpa es de esos padres pasotas. ¿Para eso tienen hijos?
ResponderEliminarYa te digo, LADY, queremos que nos respeten, pero sin ofrecer respeto ninguno... Y lo de los niños mejor lo dejamos para otro día que este tema da para una trilogía completa. Seguiremos intentando hacerlo lo mejor posible...
Eliminar¡Besotes!
No sé cuántas veces habré pasado por las mismas situaciones. Quizás por esas mismas razones no sea una persona social... Cómo te comprendo...
ResponderEliminarBesotes!!!
Ay, MARGARI, cómo me consuela leer tu comentario... Por lo menos tengo comprensión, que es más importante de lo que parece... No seremos sociales, pero no vamos fastidiando por ahí al personal...
Eliminar¡Besotes!
Me he sentido muy identificada. En el parque o la piscina se ve cada cosa... muchos besos!!
ResponderEliminarAdemás que sí, que da igual donde sea, el parque de bolas porque es territorio salvaje, pero el parque infantil o la piscina también dan para lo suyo...
EliminarGracias, GOIZEDER. ¡Besotes!