viernes, 8 de enero de 2016

Mamá en apuros: Fiestas Navideñas



Las fiestas navideñas son como una apisonadora. Estás tan tranquila, llevando a la niña al cole, haciendo deberes, emocionándote porque MiniP ya va leyendo, buscando el disfraz para la función de Navidad. Pero con tranquilidad, que es el día 18 y hasta el 22 todavía tienen cole. 

Y cuando te quieres dar cuenta es día 23, víspera de Nochebuena, y tú sin depilar. Ni haber adelgazado un solo gramo, que así los vestidos tan monos que tengo colgados en el armario no me van a caber. Y en un día no me da tiempo a hacer ninguna dieta milagro, además para qué, si lo que voy a perder lo voy a volver a engordar automáticamente durante la cena, con el peligro de que me explote el vestido y me quede delante de toda la familia en paños menores. Y, lo que es peor, enseñando las lorzas. 

Menos mal que no salimos a ningún lugar en especial ninguna de las dos noches. A casa de los suegros una y de mi madre la otra, y al día siguiente contrapeamos. El concepto de Navidad ha cambiado para mi mucho con los años, la verdad. 

Cuando era pequeña me hacía mucha ilusión porque me juntaba con todos mis primos, con los que cantaba villancicos, hacíamos alguna obra de teatro, o le hacíamos alguna perrería a alguno de los pequeños. Era la época de la despreocupación. Iba donde me decían, pero una vez allí se olvidaban un poco de mí, y tenía la suerte de poder compartir juegos porque éramos siete primos de edades parecidas.

Cuando llegó la adolescencia lo que quería era que acabara pronto la cena para salir de fiesta. Quedarse en casa en Nochevieja (o en Nochebuena, menos veces, pero también salíamos), era de perdedores.


Ahora no me voy de fiesta ni aunque me quisieran sacar a punta de pistola. Creo que son de las peores noches para salir que hay en el año, junto con otras fiestas señaladas como puede ser Halloween. La gente no tiene medida, y con la excusa de la fiesta aprovecha para ponerse ciega de alcohol. Los locales están a rebosar, en una discoteca no me meto ni loca, y por las calles tienes que aguantar a gente que se cree tu mejor amiga aunque no te conozca de nada. Eso en la parte de la exaltación de la amistad. Pasado un rato, cuando el alcohol fermenta salen a flote todas las malas leches, y te puedes meter en un lío porque has mirado a una persona más de dos segundos.

Sinceramente, paso.

Ahora para mí las navidades son sinónimo de comilonas. Vas a la cena de Nochebuena y no caben los platos en la mesa. Al día siguiente, en Navidad, más comida. En Nochevieja y Año Nuevo lo mismo, y como ya no salgo no puedo alegar la excusa de la resaca para no ir a ningún lado a comer. 

Por quien más lo siento es por la peque. MiniP tiene dos primos nada más, y con los que nos juntamos solo una de las cuatro fiestas señaladas. Y como es en una de las comidas, en lugar de alguna cena, están los tres cansados y no tienen muchas fuerzas para armar alguna. Se suelen coger las tablets después de comer y es como si desaparecieran. 

Aún así ella se lo pasa bien. Disfruta, porque además tampoco ha conocido otros tiempos, con lo que no puede comparar. Y porque después de las primeras dos fiestas viene la tercera, la que más le gusta: Los Reyes Magos.

Y cómo no va a gustarle más, si traen regalos. Además, no es como las otras, que son solo una comida y ya está. Durante todo el mes de diciembre ya se les va recordando a los niños que tienen que portarse bien, porque los Reyes Magos lo ven todo. Se continúa incentivando con los catálogos de juguetes, para que escojan lo que van a escribir en la carta. Luego tienen que escribir la carta, y antes de darnos cuenta, ya está aquí el día 5. ¿Y qué pasa el día 5? Las cabalgatas.


Como vivimos en un pueblo, la cabalgata de aquí es bien modesta, pero a los peques les hace ilusión igual. De hecho, lo que más ilusión le hizo, más que las carrozas, fue recoger caramelos. Tengo una bolsa en casa como de 5 kg de los caramelos de la cabalgata, que no son precisamente de buena calidad… Pero lo peor es que aún tengo los del año pasado, sin tocar.

De todos modos es que MiniP tiene un pequeño problema con las cabalgatas de Reyes y con los espectáculos infantiles en general: a ella le dan pánico las personas disfrazadas. Pero pánico. 

Le ha pasado desde bien pequeña y no ha conseguido superarlo. El último día de cole, el 22, fueron los Reyes Magos a visitarlos y a darles un regalo a cada niño. Pues MiniP no paró de llorar hasta que no se fueron, y su regalo se lo cogió la profesora porque no quería ni acercarse a ellos. 

Aún así, como en la Cabalgata los veía de lejos, y además estaba entretenida con los caramelos, se lo pasó bien. La disfrutó, y de camino a casa iba acelerada, como si le hubiéramos dado tres kilos de azúcar. Para cenar, como no habíamos tenido excesos en todas las fiestas, cogimos un roscón y unos churros (a MiniP no le gusta el roscón), y nos los tomamos con un colacao.

Pero antes de dormir, ya reventada de tantas emociones y de estar de pie mucho rato en la calle, tuvimos la última crisis. 

MiniP se puso a llorar. Preocupados, le dimos mimos y le preguntamos qué le pasaba.

- Estoy muy nerviosa.

- Pero, ¿por qué, cielo?

- Porque van a venir los reyes, y me estoy agobiando.

No es algo que nos pillara de nuevas. Así explicado seguro que todo el mundo piensa que estaba nerviosa porque iban a venir los reyes y le traerían regalos. Pero estaba nerviosa, y agobiada, porque IBAN a venir los reyes. Porque entrarían tres desconocidos en casa. Aunque fuera para repartir regalos, violarían nuestra intimidad, nuestro templo sagrado. Ya nos pasó el año pasado.

Hice lo mejor que se me ocurrió. Le di un beso y la mandé a la cama. Por supuesto, me tuve que quedar con ella hasta que se durmió, que fue cuando por fin dejó de darle vueltas a la cabeza.

Afortunadamente al día siguiente se le olvidó el agobio y volvimos a creer en la magia, cuando vimos todos los regalitos sobre el sofá. Su cara de felicidad es lo que da sentido a toda esta locura.



2 comentarios:

  1. La Navidad es para los niños. Uf, ahora nos toca quitarnos los kilos, qué locura.
    Menos mal que no fuisteis a la cabalgata de Madrid, lo he visto en las noticias y he flipado. Se les va la pinza a los políticooos.
    Besos

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    1. Tienes toda la razón, CELIA, la Navidad es para ellos, que aún creen en la magia. Es por lo que merece la pena.
      Te digo que la cabalgata de Madrid estuvo muchísimo mejor que la de aquí, con controversia y todo. De todos modos creo que se ha sacado de quicio el tema.
      ¡Besotes!

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