Me maravillo de cómo pasa el tiempo de rápido. Parece una
frase hecha, es algo que a la gente le encanta decir, pero lo triste es que es
pura verdad. Es fascinante cómo, sin darte cuenta, desde un punto concreto de
tu vida han pasado ya cinco años.
Hacía mucho frío. Era finales de diciembre, y estábamos
esperando a unos amigos para ir a comer. Yo llevaba varios días con la mosca
detrás de la oreja, y decidí que ese era un momento como cualquier otro para
compartirlo con mi pareja.
─ ¿Qué te pasa?
─Estooooo…. –yo no es que sea muy diplomática, la verdad, y
no sabía cómo decirlo de forma delicada.─No me ha venido la regla.
P. me miró sin atisbo de alteración.
─¿Cuándo te tocaba?
─ El lunes.
─ ¿Y por qué me lo dices el viernes?
─ Porque puede ser cualquier cosa, no te voy a estar
diciendo cada mínimo retraso que tenga en la regla.
─ Estás embarazada.
Lo afirmó sin ninguna duda.
─ No lo sabes.
─ Sí, sí lo sé. Eres un reloj, con tanto retraso sólo
significa una cosa –pausa dramática que probablemente hay introducido yo en mi
memoria─ Estás embarazada.
Ahí dejamos la conversación porque ya venían los demás, y no
somos pareja de compartir intimidades. Al día siguiente compramos una prueba de
embarazo en la farmacia, y casi sin
poder esperar, la hicimos. Bueno, la hice yo, que si P. hiciera pis en
el palito de poco nos iba a servir.
No tuvimos ni que esperar los diez minutos que decían las
instrucciones. A los diez segundos se pusieron dos rayas rosas casi
fosforescentes anunciando que, efectivamente, había una vida gestándose dentro
de mí. Nos recuerdo a los dos mirando las rayitas con cara de idiotas, sin
hablar. Yo no sé lo que pensaba P., pero yo estaba echa un manojo de nervios.
Aquella noche cayeron dos paquetes de tabaco. Encendía un cigarro con los
restos del anterior, mientras P. me miraba y alzaba las cejas, como
advirtiéndome de algo. Yo decidí ignorar por una noche que estaba embaraza y
distraje mis nervios con tabaco y alcohol.
Al día siguiente me levanté con resaca y remordimientos.
Respiré hondo y decidí aceptar la realidad. Una realidad que, si he de ser
sincera, no me desagradaba del todo. No era algo que hubiera buscado, pero
estaba ahí, creciendo, y una parte de mí se alegraba de ello. Mucho. El resto
no es que no se alegrara, pero era la parte que me llenaba de dudas e
inseguridades.
Al mismo tiempo que se gestaba mi bebé también lo hacía la
parte de mi que se convirtió en Mamá en Apuros.
Y pasaron nueve meses. Llegó el 27 de agosto, día que me
ingresaron para inducirme el parto, y el 28, temprano, vio la luz mi bebé. Una
cosita pequeña, manchada de blanco, que lloraba como si la hubieran arrancado
de su mundo mullidito y la hubieran arrojado a las fauces de la realidad. Ahora
que lo pienso, eso es precisamente lo que pasó.
Y desde ese 28 de agosto han pasado ya cinco años como cinco
soles. Y mi bebé, ese que apenas abultaba dos palmos, se ha ido. Ha dejado en
su lugar a una niña de los pies a la cabeza, inquieta, imaginativa, trasto pero
con muy buen corazón. Y mala hostia. De hecho me preocupa bastante que en un
cuerpo tan pequeño le quepa tanta mala leche. Será cosa de familia, imagino.
Y cumple cinco años también esta Mamá en Apuros que a veces
no sabía qué hacer con su bebé, que se preocupaba por todo, y a la que se le
calienta el alma cuando su bebé le sonríe. Hay veces que cuando la niña que
ocupa ahora su lugar se olvida de que está enfadada y de que no tiene que ir
siempre en contra de lo que yo digo y sonríe, veo debajo a esa bebé risueña que
fue. Sólo unos segundos, pero lo suficiente.
No sé por qué tengo la sensación de que cerramos una etapa y
comenzamos otra. No hay un punto de inflexión claro, pero sí que es verdad que
parece que hemos cerrado el capítulo de bebé para abrir el de niña pequeña. No
es sólo que ahora tengamos que ir a otra sección de una tienda de ropa, se
traduce también en sus juegos, en sus gustos, en sus conversaciones.
Porque ahora tenemos conversaciones. Y preguntas que me
dejan con la boca abierta sin saber qué responder.
Ahora entiendo a mi madre.
Una parte de mi está triste, por dejar atrás el mundo bebé,
las sonrisas constantes y los primeros descubrimientos, pero por otro lado
estoy ilusionada. Nos queda aún mucho que descubrir juntas. Este año empieza a
leer, y así podremos compartir otra parcela más de la vida.
Creo que estoy en más apuros que nunca, pero nos sobrepondremos
a todo. Estamos preparadas, MiniP y yo, para afrontar otro año apuradas.
Muchísimas felicidades a las dos por estos cinco añazos. Me ha encantado la entrada sobre todo lo de calentar el alma. Con los peques son todo puntos de inflexión y etapas. El nuestro ha empezado esta semana la escuela infantil. Todos los cambios dan pena y nostalgia pero también ilusión. Muchos besos.
ResponderEliminarMuchas gracias, GOIZEDER! Qué te voy a contar a ti, que tienes todo un campeón. Que tengáis suerte en la escuela infantil, seguro que se adapta fenomenal.
Eliminar¡Besotes!
Qué bonito! El tiempo pasa volando. Enhorabuenaaaa!! ¿Sabes?, eso que has dicho de que tú bebé lloraba por dejar ese sitio tan mullidito y salir al mundo es una imagen que de otra manera utilicé en uno de mis escritos. Yo creo que eso es exactamente el por qué los bebes lloran al nacer.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades mil.
¡Gracias, ESPAÑOLA EN VIENA! Yo también creo que esa es la razón por la que lloran. En el caso de mi peque luego descubrí que le habían arañado la palma de la mano con el bisturí al hacerme la episotomía, pero fue solo un rasguño. Claro, que debió pensar la pobre que menudo recibiento!!
Eliminar¡Besotes!
Qué bonita entrada! Si es todo son etapas... Yo también empiezo una nueva. La mía empieza el instituto. Y estamos en la plena edad del pavo y las tonterías... Ays, qué miedo...
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Gracias, MARGARI! Sí, todo son etapas. Yo siento que hemos dejado atrás la de bebé. Pero espero que tarde mucho en llegar a la que tú estás ahora... Que si ahora tengo peleas con ella ni me imagino dentro de diez años... Ufff
Eliminar¡Que tengas suerte tú en su nueva etapa! (Y que dios nos coja confesados... ;-))
¡Besotes!
Pues me uno al resto de comentarios, una entrada preciosa. El momento del test de embarazo hecho por P. me ha sacado una sonrisa. Cinco años, ahí es nada. Una etapa que queda atrás pero otra en la que vendrán muchos buenos recuerdos como los que nos has contado. Gracias por compartir este pedacito de tu (vuestra) vida. Muchos besos.
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