Soy consciente de que Las Chicas Gilmore no es un libro, pero creo que se merecen una entrada en mi blog. Al menos una. Después de todo lo que me han influido en varias partes de mi vida, creo que como poco se merecen eso. Y un altar, también. Porque es una serie maravillosa.
Ahora que han vuelto con una última y única temporada, en cuatro episodios coincidentes con las estaciones del año, mucho se ha hablado y escrito acerca de esta peculiar pareja que trasciende la maternidad. Y mejor que yo, segurísimo.
En cuanto me enteré de la nueva temporada me emocioné. Mi hermana se volvió loca y cogió Netflix, y me ofreció una de sus cuentas. No pude negarme. Aunque solo fuera por las Gilmore.
No puedo decir que Netflix haya mejorado mi vida, porque no. Fue entrar Netflix y escurrirse todo mi tiempo libre por la pantalla del ordenador. Mis pocos ratos libres de lectura se los llevó el canal guión videoclub, pero la culpa no es suya. Es mía. Por ansia.
Porque no podía ver la nueva temporada sin revisionar la serie entera, con sus siete temporadas, su veintipico episodios por temporada. Y lo hice, en cuestión de un mes, sin llegar a cansarme de ella, entrando por completo en el pueblo de Star Hollow, con su gente extravagante, con sus locos a los que adorar, yendo a las cenas de los viernes, y leyendo con Rory sus trescientos cuarenta libros.
Hay muchas cosas buenas en esta serie, más allá de su genial entretenimiento. Está el hecho de ser una serie protagonizada por dos mujeres y cuyo principal argumento no es la búsqueda del amor o su preocupación por las compras. Aunque les gusta comprar y ponerse ropa bonita, eso no es más que uno de los muchos rasgos que caracterizan a sus dos principales protagonistas.
Lorelai es una mujer que se ha hecho a sí misma. Procede de una familia acomodada, con mucho dinero, pero se escapó de casa con 16 años y un bebé porque no quería vivir la vida tal como se la dictaban los demás. Fue a caer a un hotel, donde la acogieron y le dieron trabajo de camarera de piso, y de ahí se fue forjando su futuro. Sin nadie, tan solo con Rory, su hija, como único apoyo. La serie arranca cuando Rory tiene 16 años y es admitida en un prestigioso colegio privado, Chilton, que es el paso previo para ir a Harvard, su sueño desde que tenía dos años. Pero no tiene el dinero que le cuesta la escuela y ahí es donde entran en juego sus padres. Sus más que odiados padres.
Yo diría que el motor principal de la serie es la relación de Lorelai con su madre, más que la de Lorelai con Rory, aunque también es importante. Marca las diferencias. Lorelai y Rory son tan amigas como madre e hija. De hecho, la mayor parte del tiempo son eso, solo dos amigas que se quieren con locura y que se respetan la una a la otra. Que se dicen a la cara cuando están cometiendo errores, y que a veces se equivocan, cometen errores y se enfadan.
Cuando tienes una serie que idolatras, que es tu serie preferida de todos los tiempos, y lleva nueve años sin emitirse, la echas de menos. Pero cuando te dicen que vuelven en una temporada especial, te echas a temblar. Porque a lo mejor no la vuelven a hacer tan buena, porque a lo mejor el ansia de volver y ganar dinero se les va de las manos y te encuentras con un guión mediocre. Pero no, en este caso el miedo era infundado.
En la nueva temporada me he encontrado con las mismas Lorelai y Rory, pero nueve años después y golpeadas por la vida. La súper inteligente Rory anda a vueltas con su amado periodismo, que no le está correspondiendo el amor que siente en la misma medida. Tiene guiños un tanto crueles (estoy pensando en “el club de los treintañeros”), y partes algo surrealistas, como sacadas de un vídeo de los Beatles. Pero han sido cuatro episodios maravillosos, que he disfrutado de principio a fin, sin remordimientos por comer o por llorar. Porque he llorado mucho.
Me ha encantado ver a todos los personajes de la serie. Aunque algunos han aparecido fugazmente (he echado mucho de menos a Sookie), todos han hecho su guiño. Excepto, claro está el que no pudo por causas mayores, el padre de Lorelai, ya que el actor murió hace unos años. Aún así, tiene su aparición y su homenaje.
Me ha encantado tanto, tanto, que ya estoy planeando volver a verla, esta vez con más tranquilidad. Creo que veré la última temporada de nuevo, y dentro de un tiempo haré un nuevo visionado de la serie entera. Cuando pierda los cinco kilos que he cogido, porque con tanta pizza y comida basura no sé qué me ha pasado, que lo comían ellas y me ha engordado a mi…
No puedo dejar de recomendar esta serie. De hecho, desde aquí hago un llamamiento a los productores para que hagan una secuela. Porfiporfiporfiporfiiii
Y yo que no he visto esta serie... Nada, que voy a tener que ponerle remedio!
ResponderEliminarBesotes!!!